La deserci¨®n de las redes sociales: los adultos que popularizaron Facebook, Twitter o Instagram no tienen hoy plataforma a la que ir
Los ¡®millennials¡¯ ven hoy como las redes sociales que ellos conoc¨ªan y ayudaron a construir se convierten en escaparates, nidos de odio o solares abandonados y carecen de alternativas en las que hacer lo que amaban: charlar, mantener contacto con amigos y compartir sus mejores momentos
La prensa estadounidense lleva ya varios meses alertando de ello. Las redes sociales, empezando por X, Facebook e incluso Instagram, se enfrentan a una amenaza existencial que puede poner en serio riesgo su futuro. Es la deserci¨®n de los millennials, el grupo de poblaci¨®n que m¨¢s contribuy¨® a impulsarlas, principal responsable de esa edad de oro de la conectividad universal que se vivi¨® entre 2008 y 2015.
Por millennials se entiende, en Estados Unidos, a los que nacieron entre 1981 y 1996 y ahora mismo tienen de 27 a 42 a?os. Se trata de un grupo demogr¨¢fico muy nutrido, 72,4 millones de estadounidense (alrededor del 22% del total) y cerca de 1.800 millones de terr¨ªcolas. Este colectivo, seg¨²n anticipaba Lauren Goode en la revista Wired, se est¨¢ asomando a un sentimiento muy extendido de orfandad online. Las redes que frecuentaban hace tiempo que dejaron de ser lo que eran y no encuentran, de momento, sustitutos con los que satisfacer la sed de interacci¨®n digital que desarrollaron en la infancia y adolescencia.
Hablamos de la generaci¨®n que se asom¨® a MySpace en 2003 despu¨¦s de haber pasado por Friendster, que integr¨® casi en exclusiva ese 5% de pioneros que ya ten¨ªan cuenta de Facebook en 2005, que apost¨® por Twitter en 2008, cuando era poco m¨¢s que el juguete que Ashton Kutcher y Demi Moore utilizaban para exhibir su intimidad conyugal. Los millennials, en fin, llevan m¨¢s de 20 a?os compartiendo fotos, coleccionando amigos, divulgando sus estados de ¨¢nimo, escribiendo haikus que con frecuencia de transforman en armas arrojadizas, haciendo scroll infinito y dejando que fluyan sus feeds.
Ahora, tal y como explica Jason Parham, tambi¨¦n en Wired, sufren ¡°la erosi¨®n colectiva de sus plataformas favoritas¡± como quien se acostumbra a la p¨¦rdida de un viejo amor. En el X de Elon Musk no ven m¨¢s que un p¨¢lido remedo del Twitter que les hizo entusiasmarse por la pol¨ªtica y les sirvi¨® de plataforma para discrepar con sa?a y sentir que impulsaban el cambio social. En Instagram solo encuentran ¡°publicidad invasiva e influencers obsesionados por venderles cremas faciales¡±. Facebook les parece un cada vez m¨¢s deprimente y cansino rinc¨®n de la nostalgia. Y sienten que los m¨¢s j¨®venes les han usurpado YouTube para convertirlo en un nuevo entorno que ya no comprenden.
El ¨¦xodo de los viejos rockeros
De ah¨ª que sientan que ya ¡°no tienen adonde ir¡± y que est¨¦n empezando a cancelar sus cuentas o a dejarlas en barbecho. L¡¯Oreal Thompson Payton afirma en Yahoo Finance que desertar de las redes est¨¢ empezando a convertirse para ellos ¡°en una cuesti¨®n de supervivencia y de salud mental¡±. El pasado mes de julio, cuando Elon Musk anunci¨® que X limitar¨ªa a 600 el n¨²mero diario de tuits que podr¨ªa ver un usuario no verificado ¡°para evitar el raspado de datos y la manipulaci¨®n del sistema¡±, algunos de los tuiteros a los que se les estaba reduciendo la dosis de est¨ªmulos digitales reaccionaron con sorna: ¡°Gracias Twitter, por curarme de una absurda adicci¨®n¡±. ¡°Acaba de desaparecer el ¨²ltimo obst¨¢culo que me imped¨ªa hacer realidad mis objetivos en la vida¡±.
Para Katie Notopoulos, de Business Insider, ha llegado el momento de entonar un r¨¦quiem por ¡°las redes que fueron¡±. Y no pasa nada. La idea de que esa generaci¨®n puente entre el mundo anal¨®gico y el digital, la ¨²ltima que creci¨® en un mundo sin internet, iba a jubilarse dedicando una cuarta parte de su ocio a las redes sociales era una pretensi¨®n ingenua. Todo tiene un final. Y est¨¢ bien que as¨ª sea. Si acaban migrando a redes nuevas como Spill, Mastodon, Bluesky o Threads se estar¨¢n traicionando a si mismos y al Internet en el que cre¨ªan.
Seg¨²n otro de los expertos en tecnolog¨ªa de Business Insider, Subham Agarwal, lo que deber¨ªan hacer es pasar p¨¢gina. Las redes, tal y como las conocieron, han dejado de existir. ¡°Eran plataformas de interconexi¨®n directa entre seres humanos¡±, explica Agarwal, ¡°y hoy son mediocres canales de entretenimiento¡±. Son v¨ªctimas del deterioro deliberado de la oferta de ocio tecnol¨®gico que est¨¢n impulsando Meta, Google o Amazon. Abandonarlas a su suerte, por doloroso que nos resulte, es un signo de cordura y sensatez.
Solo me queda Instagram
?Es esa deserci¨®n gradual de los pioneros un fen¨®meno exclusivamente norteamericano o se est¨¢ produciendo tambi¨¦n en Espa?a? Mar Canet, empresaria cultural de 45 a?os, s¨ª que considera que su generaci¨®n, la X, los boomers tard¨ªos, se ha hartado de ¡°perder el tiempo¡± en redes que ya no les aportan ¡°nada que valga la pena¡±. Ella ha renunciado a Twitter y a Facebook, ¡°salvo por cuestiones laborales¡±, y lleva varios meses sin asomarse a Instagram, el rinc¨®n en que compart¨ªa, muy de vez de en cuanto, ¡°fotos de viajes o deportes¡±. Las redes le sirvieron para crear una sensaci¨®n de falsa proximidad con los amigos que recuper¨® a trav¨¦s de ellas, pero hoy prefiere cultivar esa relaci¨®n espor¨¢dica a trav¨¦s de WhatsApp.
Juliana P., dise?adora de 41 a?os, se baj¨® de Twitter harta de ¡°la crispaci¨®n, el ruido y la furia¡± de una plataforma que quiso ser ¨¢gora y acab¨® transformada en jaula de grillos. Ni siquiera necesit¨® que Elon Musk la transformase en X para echar el pie a tierra: ¡°Pens¨¦ en mantenerme como usuaria pasiva, para no perder el contacto con las fuentes de informaci¨®n interesante que hab¨ªa encontrado ah¨ª, pero acab¨¦ convenci¨¦ndome que solo uno de cada cien tuits me aportaba algo que valiese la pena. Es demasiado esfuerzo y demasiado tiempo perdido para acumular muy pocas satisfacciones¡±. Tuvo Facebook, tuvo Snapchat y tuvo Instagram y cree que ya ni siquiera conserva las claves de acceso: ¡°?Para qu¨¦ las quiero?¡±.
H¨¦ctor Acosta, licenciado en Derecho de 29 a?os, es de los que agradecen ¡°al brutal deterioro de las grandes redes¡± que le hayan ayudado a superar una de sus adicciones m¨¢s antiguas: ¡°Yo dif¨ªcilmente hubiese renunciado al Facebook o al Twitter de hace cinco o diez a?os, porque me entusiasmaban, no entend¨ªa la vida sin ellos¡±. A los de ahora, ¡°un par de gigantescas teletiendas en que vendedores cada vez m¨¢s ansiosos te atosigan desde que asomas por la puerta para que les compres cosas que ni quieres ni necesitas¡±, le est¨¢ resultando muy f¨¢cil renunciar.
Olga Jim¨¦nez, 33 a?os, administrativa, decidi¨® hace meses restringir de manera dr¨¢stica el tiempo que dedicaba a sus interacciones digitales. En el marco de esta nueva pol¨ªtica de austeridad forzosa, ha optado por conservar ¡°TikTok e Instagram¡±. La primera, porque le resulta ¡°fresca y divertida¡±, y la segunda, porque ha construida en ella, ¡°un rinc¨®n que siento como muy m¨ªo, como una cr¨®nica visual de los ¨²ltimos a?os de mi vida. Me sabr¨ªa muy mal que se perdiese sin m¨¢s¡±.
Para Sergi Martos, de 32 a?os, es precisamente esa, ¡°la inversi¨®n emocional a la que tanto cuesta dar la espalda definitivamente¡±, la ¨²nica raz¨®n que le evitar ¡°divorciarse¡± de las redes de una vez por todas: ¡°Hace mucho que las considero una rutina t¨®xica que me hace perder mucho tiempo y me aporta muy poco, cada vez menos, pero ?c¨®mo renunciar a miles de contactos acumulados a lo largo de los a?os o a la posibilidad de interactuar, de vez en cuando, con gente a la que admiro, como escritores, pensadores o directores cine?¡±. A Martos, adem¨¢s, le preocupa ¡°que los proveedores de este tipo de servicios no est¨¦n haciendo un esfuerzo sincero para adaptarse a las nuevas pol¨ªticas de protecci¨®n de datos que se est¨¢n implementando en Espa?a y la Uni¨®n Europea¡±.
Son cinco ejemplos espigados al azar, pero ilustran, sin duda, que la supuesta decadencia de las redes y la voluntad de distanciarse de ellas o dedicarles cada vez menos tiempo forma parte ya de las conversaciones de los millennials.
Un deporte juvenil
Por supuesto, m¨¢s all¨¢ del relato, est¨¢n los datos. Santiago Gim¨¦nez, profesor de OBS Business School, establece en su informe Redes sociales, estado actual y tendencias 2023 que el n¨²mero de usuarios de redes sociales ¡°contin¨²a con una tendencia al alza¡± que se acentu¨® durante la pandemia y no muestra signos de estar empezando a remitir. En el ¨²ltimo a?o, seg¨²n datos de la agencia Hootsuite que cita Gim¨¦nez, ha crecido un 3% hasta alcanzar los 4.760 millones de usuarios, el 59,4% de la poblaci¨®n mundial.
En Estados Unidos, el lugar en que Wired, Business Insider o la CBS aseguran que ha llegado el invierno del descontento que dejar¨¢ las redes vac¨ªas, un 72% de los adultos hace a d¨ªa de hoy uso de ellas. ?No estaremos augurando la muerte de un enfermo que goza de muy buena salud? A juzgar por el informe de Hootsuite, si las redes crecen es, sobre todo, por dos motivos principales. Por un lado, la digitalizaci¨®n avanza a marchas forzadas en lugares que hasta no hace mucho se manten¨ªan relativamente al margen de ella, como gran parte de ?frica y zonas de Asia, Ocean¨ªa o Am¨¦rica Latina. Por otro, el recambio generacional se ha acelerado. Los nuevos usuarios se incorporan a esta forma de interacci¨®n y entretenimiento a edades cada vez m¨¢s tempranas. En algunos casos, antes, incluso, de dejar atr¨¢s la pubertad.
En otras palabras, nos asomamos a un ecosistema de redes sociales cada vez m¨¢s globalizado y rejuvenecido. La generaci¨®n Z (nacidos entre mediados de los noventa y los primeros a?os del siglo XXI) ya ha desplazado a los millennials en el papel de principales impulsores de la conectividad a ultranza. No conciben la vida sin internet, han crecido con un alto grado de exposici¨®n a las redes y en absoluto comparten la fascinaci¨®n casi fetichista de sus padres y hermanos mayores por el pu?ado de plataformas pioneras que les hicieron descubrir un mundo nuevo.
Ya desertaron de Facebook, ya se aburrieron de Twitter y est¨¢n empezando a aburrirse de Instagram. WhatsApp es su patio trasero, TikTok, YouTube y Spotify, sus nuevos juguetes, no se olvidan del todo de Twitch o incluso de Pinterest, han probado Telegram y su uso creativo de Linkedin ha sorprendido a los propios responsables de la plataforma. El ¨¦xito que puedan tener a corto plazo las redes que hoy consideramos emergentes, de BeReal a Lemon8 o Letterboxd pasando por Clubhouse, Substack o las ya citadas Threads y Mastodon, depende en gran medida de ellos. Por detr¨¢s, se est¨¢n incorporando los Alfa, nacidos de 2010 en adelante y cada vez m¨¢s activos en TikTok, YouTube o Instagram, donde se han convertido en p¨²blico preferente de influencers cada vez m¨¢s j¨®venes.
Visto desde esta perspectiva, lo que tal vez les est¨¦ ocurriendo a los millennials es que se han visto desbordados por el paso del tiempo, un ej¨¦rcito invasor que nunca retrocede y no hace prisioneros. Hasta ahora, resist¨ªan el embate de los j¨®venes atrincherados en su Facebook, abrumando con su incontinencia tuitera o poniendo a prueba la capacidad de almacenamiento de Instagram. Hoy, las plataformas con las que crecieron ya no colman sus expectativas. Y se sienten demasiado mayores para plegar los b¨¢rtulos y mudarse a Bluesky o Spill. Las redes acusar¨¢n el golpe, pero sobrevivir¨¢n sin ellos. Est¨¢ por ver si ellos sobrevivir¨¢n sin redes.
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