Andr¨¦s Cabrera, el ¡®youtuber¡¯ anarquista: ¡°Si tu vida es una mierda no grites a un ¨¢rbitro, grita a tu jefe¡±
El periodista, que dio un giro tras lograr medio mill¨®n de seguidores como creador de contenido deportivo, publica su primera novela, ¡®Monrovia¡¯, mientras produce una serie de documentales sobre pueblos autogestionados
Muchos graduados en Periodismo tardan a?os en encontrar, si es que lo hacen, la estabilidad deseable ejerciendo la profesi¨®n para la que se han formado. Andr¨¦s Cabrera (Madrid, 32 a?os), poco despu¨¦s de completar los estudios en la Universidad Complutense, busc¨® su espacio al margen de los medios tradicionales y se convirti¨® en uno de los precursores del periodismo deportivo online con canales como Campeones o Charlas de f¨²tbol, ambos en YouTube, junto a Guillermo Gonz¨¢lez y Juan Arroita. ¡°En tres a?os era un fen¨®meno en el mundo hispanohablante, llegamos a medio mill¨®n de seguidores. Una locura de la que poder vivir, porque en una situaci¨®n as¨ª muchas marcas te buscan¡±. Pero Andr¨¦s, que rehuye los par¨¢metros de la meritocracia y se apresura a destacar que ¡°vivir de eso es la excepci¨®n y habr¨¢ gente que lo haga mejor sin tener ¨¦xito¡±, reconoce que no era feliz.
¡°Llegaba a casa y me sent¨ªa vac¨ªo. Estaba deprimido. Ten¨ªamos que producir muchos m¨¢s v¨ªdeos, generar m¨¢s visualizaciones, no pod¨ªamos permitirnos parar¡±. Con los fines de semana ¡°hipotecados¡± por el f¨²tbol, el periodista tambi¨¦n vio c¨®mo su vida personal se reduc¨ªa a un c¨ªrculo de contactos con los que ten¨ªa poco en com¨²n. ¡°Yo vengo de una familia de clase trabajadora. De repente, entre 2014 y 2016, me va muy bien haciendo mi trabajo como periodista y comunicador y me veo con gente a la que no estoy habituado a tratar, mismamente youtubers con unas conversaciones que no se parecen en nada a las que tengo con mis colegas de toda la vida. Me sent¨ªa al margen¡±, recuerda. ¡°Tampoco ten¨ªamos jefes, pero s¨ª reuniones con gente con unos c¨®digos que no me gustaban, muy falsa, que solo quiere sacar dinero de ti y finge que le importas. Se me qued¨® grabado un episodio: tomar un caf¨¦ con un se?or empresario que dej¨® 10 euros de propina, como muestra de poder absurda, de mira c¨®mo me sobra el dinero¡±.
Una breve estancia en un centro social okupado en Atenas, donde lleg¨® a trav¨¦s de amistades, es el punto de no retorno que fija en su proceso de toma de conciencia. ¡°Yo estaba en un momento de mi vida completamente diferente en Madrid, pero amigos m¨ªos estaban viviendo algo as¨ª en su d¨ªa a d¨ªa. No me lo esperaba. Vi cosas que no hab¨ªa visto nunca, estructuras violentas del poder que me hicieron pensar. Empec¨¦ a leer ciertos textos, me vi identificado y en 2019 decid¨ª alejarme del periodismo deportivo. Me afili¨¦ a CNT y me un¨ª a proyectos como una radio libre, una huerta colectiva o una biblioteca social en Granada¡±. Ahora, Cabrera ha publicado su primera novela, Monrovia (Distrito 93), donde indirectamente plasma las cuestiones, inseguridades y, tambi¨¦n, contradicciones con las que ha convivido en los ¨²ltimos a?os
A la manera de una novela de ideas, Monrovia se basa fundamentalmente en una serie de di¨¢logos entre una joven, Marta, su padre Leo y su amigo Marcos mientras, escondidos en un buque portacontenedores, los tres huyen de su pa¨ªs, donde se ha producido una escalada autoritaria. Varios episodios a modo de flashback profundizan en ese contexto. Para dar universalidad al relato, en el libro no se llega a precisar de qu¨¦ pa¨ªs se trata. ¡°Monrovia habla mucho de las contradicciones y me siento muy orgulloso, porque es importante saber que una cosa es la concienciaci¨®n y otra las contradicciones. Marta tiene un discurso muy marcado, pero se siente una traidora con sus amigas y su personalidad cansa a gente que no est¨¢ en su mismo punto vital. No podemos ser perfectos como personas ni como revolucionarios, lo que hay que buscar son las herramientas colectivas. Dos manos entre 47 millones de habitantes son poca cosa, pero en tu pueblo o tu barrio s¨ª influyen para parar un desahucio, organizarse en una asamblea o en un sindicato¡±.
Aunque reconoce haber puesto el grueso de su ideario en la protagonista, el escritor ha dispersado inquietudes y vivencias en todos sus personajes. Por ejemplo, en Marcos, un maestro de escuela que dirige un programa de m¨²sica en una radio local hasta que empieza a recibir amenazas, hay ciertos ecos de su biograf¨ªa. ¡°Hay un momento en el que estoy haciendo v¨ªdeos en YouTube que ven much¨ªsimas personas a la semana y comienzo a dar pildoritas pol¨ªticas. Eso provoca que reciba alg¨²n comentario o correo amenazante. A lo mejor no son muchas personas, pero te pone en alerta, porque no es disparatado que te encuentres en un campo de f¨²tbol al que te ha mandado la amenaza¡±, explica. ¡°Con el libro busco que sea entendible la postura de Marcos, de saber que el mundo es injusto, no poder afrontarlo, pasar el verano sin salir de casa y tomar la decisi¨®n l¨®gica de irse lejos. En determinados momentos de mi vida he estado en la situaci¨®n de: pienso esto pol¨ªticamente, pero el mundo me da un cague que flipas, as¨ª que mejor no me implico¡±.
¡°No me gustaban las redacciones de prensa deportivas. En un medio en concreto, no contrataban mujeres porque el jefe dec¨ªa que nos distra¨ªan¡±
Una de las inspiraciones claras que Andr¨¦s reconoce es la de la escritora y columnista Layla Mart¨ªnez, cuyo ensayo Utop¨ªa no es una isla (2020), recorrido hist¨®rico por ¡°victorias amargas y fracasos gloriosos¡± a trav¨¦s de experiencias como las sociedades piratas o el panafricanismo, cita impl¨ªcitamente en el libro. ¡°A muchas personas les pasa que se imaginan el fin del mundo antes que el fin del capitalismo. Me gust¨® mucho esa idea de Layla de reclamar y celebrar las victorias, porque si no, no podemos pensar en que se pueda conseguir nada¡±, reflexiona. ¡°Si solo piensas en las derrotas, acabas paralizado y bajando los brazos. Tendemos a pensar que las utop¨ªas son inalcanzables, pero ya vivimos en una, la de los capitalistas. Ellos se plantearon un mundo donde nadie tocara sus ¨®rganos de poder ni sus propiedades privadas y lo consiguieron hacer realidad¡±.
Por la senda de Labordeta
Descubrir c¨®mo los cambios son posibles y hay organizaciones sociales exitosas al margen del capitalismo es, precisamente, el prop¨®sito de Una utop¨ªa en la mochila, serie de documentales divulgativos que Andr¨¦s Cabrera inici¨® en 2023. De momento, consta de dos episodios largos (m¨¢s de 90 minutos cada uno), el primero sobre un pueblo oscense autogestionado ¨Cque no identifica para evitar visitas inesperadas o una represi¨®n como la que sufri¨® Sas¨¦, tambi¨¦n en la provincia de Huesca, en los noventa¨C y el segundo sobre Alm¨®cita (Almer¨ªa), que sigue un modelo de democracia participativa, con una moneda social o una cooperativa energ¨¦tica. Aunque su narrativa est¨¢ orientada al formato podcast, los cap¨ªtulos cuentan con soporte en YouTube, sin apenas mostrar rostros, para que el espectador vea con sus ojos el funcionamiento y materializaci¨®n de esos proyectos colectivos. Desde el t¨ªtulo, alusi¨®n directa al programa de TVE Un pa¨ªs en la mochila (1995-2000), hasta en sus canciones de apertura y cierre (respectivamente, Somos y Canto a la libertad), Cabrera hace expl¨ªcita su deuda con el cantautor, escritor, pol¨ªtico y profesor aragon¨¦s Jos¨¦ Antonio Labordeta.
¡°Labordeta era un gran comunicador y, como persona pol¨ªticamente influyente, me resulta muy interesante. En Un pa¨ªs en la mochila dejaba mensajes de gran calado, sin decirte qu¨¦ hacer, solo mostrando otras formas de vida y, por supuesto, posicion¨¢ndose ante las injusticias¡±. Cabrera no duda en calificar de ¡°minoritario¡± el alcance de su serie, en comparaci¨®n con la ¨¦poca en la que comentaba, analizaba e informaba sobre f¨²tbol. Pero no le importa. ¡°Al venir del periodismo deportivo, ten¨ªa una amalgama bestial de seguidores y algunos no iban a tolerar nada, como la cantinela de no mezclar f¨²tbol y pol¨ªtica. Yo contin¨²e por esa l¨ªnea y ah¨ª fui filtrando. Hubo muchos que me dejaron de seguir y otros que, sigui¨¦ndome desde hace diez a?os por el f¨²tbol, se quedaron viendo lo que hago, porque les gusta, lo entienden o les interesa. Son los menos, claramente, la mayor¨ªa se ha ido. Pero ahora cuando me posiciono con algo como las 6 de La Suiza no recibo cr¨ªticas ni odio, porque la gente que me sigue espera ese contenido y sabe qui¨¦n soy. Me siento m¨¢s a gusto. Tom¨¦ una buena decisi¨®n¡±.
Andr¨¦s s¨ª mantiene una peque?a parcela profesional dedicada al deporte, el podcast Koppola. ¡°Empezamos en 2018, cuando yo ten¨ªa ya algunas certezas sobre hacia d¨®nde quer¨ªa llevar mi vida, y es un espacio m¨¢s irreverente, con amigos de la carrera para poder decir lo que quisiera e incluso criticar cosas del periodismo deportivo que en otros ¨¢mbitos no podr¨ªa decir¡±, explica. Tambi¨¦n aclara que, aunque haya tomado distancia, no comparte ¡°la visi¨®n elitista de quien dice que el f¨²tbol es el opio del pueblo o que todos los que siguen el f¨²tbol son becerros¡±. ¡°En la vida tiene que haber lugar para el ocio, y si ese es tu ocio, perfecto. Pero hay que verlo como lo que es. Yo he llorado por el f¨²tbol, de alegr¨ªa y de tristeza. ?En qu¨¦ momento esto ha podido canalizar otras frustraciones? Que tu vida sea una mierda de lunes a viernes no justifica que el s¨¢bado grites a un ¨¢rbitro. A lo mejor a quien tienes que gritar es a tu jefe¡±.
Profesionalmente admite guardar algunos malos recuerdos, como ¡°la deshumanizaci¨®n¡± sufrida siendo becario o el machismo de una parte del sector: ¡°No me gustaban las redacciones de prensa deportivas. En un medio en concreto, no contrataban mujeres porque el jefe dec¨ªa que nos distra¨ªan¡±. Sin embargo, su afici¨®n al f¨²tbol y dedicaci¨®n le ayudaron a desarrollar otras inquietudes. ¡°A m¨ª siempre me ha interesado el f¨²tbol como fen¨®meno sociol¨®gico, a trav¨¦s de la historia se pueden comprender muchas cosas del f¨²tbol y al rev¨¦s tambi¨¦n. Por ejemplo, la guerra de los Balcanes y los grupos ultra de la antigua Yugoslavia¡±. En 2020, estren¨® ?Menuda historia!, un podcast donde pudo dar salida a las lecturas y documentaci¨®n sobre historia del mundo que llevaba tiempo cultivando.
¡°Me result¨® gratificante que mucha gente reconociese mi trabajo, de venir del periodismo deportivo, hacer otro proyecto y que tambi¨¦n les molase. Me pegu¨¦ bastantes palizas para leer, pero eso est¨¢ bien, yo creo que hay que seguir aprendiendo hasta con 80 a?os. Cuando dejas de aprender, te empiezas a aburrir¡±. Andr¨¦s, desde luego, no se aburre. Cuenta que viene de pasar varios meses en un pueblo autogestionado, habla de la emoci¨®n que sinti¨® al comer tomates sembrados por ¨¦l y de c¨®mo liberarse del ¡°miedo al error¡± propio de la empresa privada, ¡°por las p¨¦rdidas o las reprimendas que pueda suponer¡±, le ayud¨® a asimilar con ganas el funcionamiento de la biblioteca social en la que milit¨® en Granada. Aprender con la libertad de ¡°no mirar el mundo de forma capitalista¡±, subraya, sin orientarse por el beneficio econ¨®mico propio. Y luego, por supuesto, divulgar lo aprendido.
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