B¨¦same, Hardy
La Hardy me despierta im¨¢genes pret¨¦ritas de chicas andr¨®ginas en vaqueros que hacen moh¨ªnes
De las cosas ma?s ridi?culas que he hecho en mi vida ¨Cy quiza? ma?s entran?ables¨C ha sido llevar en la cartera una foto de Franc?oise Hardy, recortada de una casete, y ensen?arla diciendo que era mi novia. En la intimidad la miraba y le deci?a: ¡°Be?same, Hardy¡±, sin saber entonces que esa fue la u?ltima frase del almirante Nelson, en un contexto mucho menos roma?ntico, en Trafalgar. Se la dijo (¡°Kiss me, Hardy¡±), sin ningu?n matiz ero?tico ¨Cque se sepa, Nelson era ma?s de Lady Hamilton¨C, herido de muerte en el puente del Victory, al capita?n Thomas Hardy, que, sin cortarse un pelo, le beso? en la mejilla como despedida, y poco despue?s en la frente. Tras lo que Nelson, justo antes de espicharla, solto? aquello de: ¡°Gracias a Dios, he cumplido con mi deber¡±, que es, sin duda, mejor frase para la posteridad en una batalla que ¡°Be?same, Hardy¡±.
Mira que se puede ser tonto, y lo digo por mi?, no por Nelson y Hardy (Thomas). Yo teni?a 15 an?os, ella, Franc?oise Hardy, nacida el 17 de enero de 1944 durante una alerta ae?rea en Pari?s, algunos ma?s, y la mu?sica de fondo de mi difuso enamoramiento adolescente, que abarcaba a cualquier jovencita de pelo lacio y mirada acuosa y displicente, eran sus canciones, sobre todo Soleil, Il n¡¯y a pas d¡¯amour hereux y Tous les garc?ons et les filles. No es raro que con esa banda sonora fuera un chico melanco?lico. Franc?oise Hardy tambie?n era melanco?lica, lo que en su caso estaba ma?s justificado porque fue el producto de una relacio?n clandestina de su madre con un hombre casado que nunca pudo hacerle de padre y la llamaba Patchouli. Adema?s, su reservado y hosco abuelo solo se dirigio? a ella una vez para preguntarle: ¡°?Al menos, eres feliz?¡±. La desfloro? a los 16 an?os y sin amor un tunecino llamado Kelil en una habitacio?n de un hotel cutre, y las monjas trinitarias le inculcaron un complejo de patito feo (?) que no se le paso? ni cuando Bob Dylan trato? de seducirla canta?ndole Just like a woman. A lo mejor Dylan tambie?n llevaba una foto de Franc?oise en la cartera y deci?a que era su novia. A?os despu¨¦s yo me enamor¨¦ de una chica que se parec¨ªa a la cantante al son de Romance en Durango, lo que une todas nuestras vidas de una rara forma que no soy capaz de descifrar.
Se dira? que porque? me ha venido a la cabeza todo este asunto de la Hardy, que me despierta ima?genes prete?ritas de chicas andro?ginas en vaqueros o vestidas de Courre?ges que hacen mohi?nes con una guitarra en las manos. Y es que hace semanas que vivo en un mundo que es una apoteosis de aquellos di?as lejanos. Es un desfile virtual de la firma Escorpion (la del ico?nico jersey) que se hizo en el pasado 080 y que propone para la pro?xima temporada primavera/verano (si la hay) una deliciosa coleccio?n estilo an?os setenta. Estas noches de toque de queda -el mismo que deb¨ªa haber cuando naci¨® la Hardy, tiempos de ?Arde Paris?-, cuando otros ven series, me pongo una y otra vez las ima?genes en las que desfilan jovencitas evanescentes con ropa de punto, bikinis, gorras, pamelas y gafas grandes al agridulce son de La mandrague de Brigitte Bardot. Me quedo como alelado vie?ndolas evolucionar en una atmo?sfera oni?rica que parece brotar de mi propio subconsciente recalentado. Me digo que seri?a peor si desfilaran mientras se escuchara: ¡°Oui mais moi, je vais seule / par les rues, l¡¯a?me en peine¡±. Pero a ver si no es tremendo que lo hagan cuando la BB canta: ¡°Et c¡¯est triste quand on pense a? la saison / Du soleil et des chansons¡±. Oh, kiss me, Hardy...
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