?Era el sexo as¨ª hace 60 a?os? El problema de ver cuerpos actuales en ficciones de ¨¦poca
¡®Fellow Travelers¡¯ ha recibido cr¨ªticas entusiastas, pero los cuerpos esculpidos de sus protagonistas y las escenas de sexo elaborado han hecho que algunos espectadores se pregunten en qu¨¦ a?o est¨¢n realmente
¡°Soy tu chico, ?verdad?¡±, le susurra Tim a Hawk mientras se arrodilla ante ¨¦l. ¡°Y tu chico quiere ir a la fiesta¡±. ¡°?Cu¨¢nto quiere ir?¡±, le pregunta Hawk mientras Tim va descendiendo por el torso de su partenaire. Entonces Tim se mete uno a uno los dedos del pie de Hawk en la boca y los lame mir¨¢ndole a los ojos. ¡°Ahora ens¨¦?ame lo que realmente quiere mi chico¡±, le ordena Hawk.
El anterior p¨¢rrafo podr¨ªa ser la transcripci¨®n del comienzo de una pel¨ªcula porno gay contempor¨¢nea. Sin embargo, la escena forma parte del primer cap¨ªtulo de una serie comercial estrenada a finales de 2023. Fellow Travelers (o Compa?eros de ruta, t¨ªtulo espa?ol con el que se puede ver en SkyShowtime) cuenta la historia de amor (y sexo) entre dos hombres estadounidenses entre las d¨¦cadas de 1950 y 1980. A lo largo de ocho episodios, la miniserie creada por Ron Nyswaner (Philadelphia) muestra c¨®mo las vidas de los homosexuales cambiaron desde el ¡°terror lila¡±, como fue conocida la persecuci¨®n de hombres gays por parte de las autoridades durante la Guerra Fr¨ªa, hasta la epidemia del SIDA y la explosi¨®n del activismo LGTBIQ+.
Basada en la novela de Thomas Mallon Los lavanda: Fellow travelers (Plata), recibi¨® cr¨ªticas tan positivas como la del New Yorker, que la considera una de las mejores ficciones del a?o pasado. Puede que su ingrediente m¨¢s llamativo fuera la gran cantidad de escenas sexuales expl¨ªcitas, hasta el punto de que un espectador se quejaba en Twitter de haberlas visto todas sin haber sintonizado la serie en ning¨²n momento. El equipo las defendi¨® argumentando que era necesario mostrar en todo su esplendor las relaciones entre los dos protagonistas, interpretados por Matt Bomer y Jonathan Bailey, para entender del todo su historia de amor.
¡°El sexo gay ha sido representado antes en la televisi¨®n y el cine, y est¨¢ presente en alguna de mis pel¨ªculas favoritas¡±, comentaba el productor ejecutivo Robbie Rogers (exjugador de f¨²tbol y pareja del creador televisivo Greg Berlanti) a Variety. ¡°Pero creo que aqu¨ª es algo distinto. Es la din¨¢mica de poder que va variando a lo largo de los episodios, y los personajes cambian y se adaptan, y lo hacen a lo largo de su experiencia sexual¡±.
Pero hay un detalle de que el equipo de la serie no sol¨ªa hablar en sus entrevistas que s¨ª se col¨® en algunas de las cr¨ªticas: los musculados cuerpos de Bomer y Bailey, con las formas y dimensiones de dos hombres aparentemente adictos a crossfit, tanto es as¨ª que Vanity Fair asegur¨® que ten¨ªan ¡°una cantidad anacr¨®nica de pectorales y abdominales¡±. Uno ve esos cuerpos desnudos y se pregunta a qu¨¦ gimnasio iban los trabajadores del gobierno de EE.UU. en los a?os cincuenta, y qu¨¦ suplementos alimenticios tomaban (lo mismo ocurre con el periodista interpretado por Jelani Alladin).
Lo hemos visto antes, en mayor o menor medida, en muchas producciones audiovisuales de ¨¦poca, sin importar la era a la que nos transportaran: la Escocia del siglo XVIII en la serie Outlander, la corte brit¨¢nica del siglo XIX en Los Bridgerton, el per¨ªodo de Enrique VIII en Los Tudor o el antiguo imperio de Roma. Tanto los esbeltos cuerpos de las mujeres como los a menudo musculados f¨ªsicos de los hombres nos plantean la duda: ?eran nuestros antepasados tan atractivos, o se trata de una licencia creativa que en el mejor de los casos agrada al espectador y en el peor los arranca de la l¨ªnea espaciotemporal?
Alberto Mira, escritor y profesor de cine en la Oxford Brookes University, tambi¨¦n se plante¨® la cuesti¨®n al ver Fellow Travelers, y lleg¨® a la conclusi¨®n de que ¡°no todo en la representaci¨®n va de realismo¡±. ¡°De esto se quejaba el autor de un libro sobre Dioses y monstruos [pel¨ªcula de 1998 protagonizada por Ian McKellen sobre los ¨²ltimos d¨ªas de James Whale, el director de la pel¨ªcula Frankenstein de 1931]: dec¨ªa que entonces los cuerpos no eran as¨ª. Y puede que haya algo de verdad en eso. Pero el cuerpo del actor es siempre un cuerpo contempor¨¢neo, sometido a l¨®gicas contempor¨¢neas¡±. Mira defiende el derecho de la ficci¨®n a tomarse licencias, pero a la vez cita casos como el modelo Joe Dallessandro, musa de Warhol en los a?os sesenta y setenta, conocido por su f¨ªsico herc¨²leo: ¡°S¨ª hab¨ªa cuerpos as¨ª¡±. Tambi¨¦n invita a comparar los cuerpos que Kirk Douglas y el resto del reparto de Espartaco de Stanley Kubrick, esculturales y bronceados, con los que se puede ver en la serie Spartacus, emitida a principios de los 2010 y muy deudora de la est¨¦tica hipertrofiada de la pel¨ªcula 300. ¡°Los cuerpos en ambas son muy distintos, pero ambos modelos de representaci¨®n mienten¡±.
Es m¨¢s que probable que los cuerpos de Bomer y Bailey no sean solo fruto de una contemporaneidad casual: puede que los productores de Fellow Travelers, as¨ª como los de los dem¨¢s t¨ªtulos mencionados, buscaran f¨ªsicos atractivos seg¨²n la norma para subir la audiencia. ¡°Esos cuerpos son un plus de comercialidad que no tiene nada que ver con la plausibilidad¡±, apostilla Mira.
La idealizaci¨®n del cuerpo masculino en pos del placer est¨¦tico no es precisamente nueva. Ya en la Grecia antigua se representaba al hombre con atributos de h¨¦roe, a menudo un semidi¨®s de enormes formas, capaz de cumplir las m¨¢s grandes proezas a juzgar por su perfecci¨®n f¨ªsica. ¡°El mundo cl¨¢sico acostumbr¨® a la sociedad a contemplar el f¨ªsico de los atletas y de los h¨¦roes militares a trav¨¦s de desnudos integrales que los mostraban en el esplendor f¨ªsico en estatuas monumentales en lugares preeminentes de las Polis¡±, explica Carlos G. Navarro, conservador de pintura del siglo XIX del Museo del Prado. ¡°Se trataba de im¨¢genes de poder masculino exacerbado y ten¨ªan la misi¨®n de proponerlos a la imitaci¨®n ciudadana¡±.
Esa tradici¨®n se fue perdiendo y recuperando a lo largo de los siglos, pero tambi¨¦n se encuentra en el cristianismo. ¡°Sobre todo, despu¨¦s del Renacimiento. Tambi¨¦n es frecuente encontrar a los hombres poderosos representados como h¨¦roes o dioses, con f¨ªsicos al desnudo, musculados. No faltan ejemplos sin salir del Prado, donde puedes ver a Carlos V al desnudo en la fabulosa escultura de Leoni que est¨¢ en la rotonda alta de Goya¡±.
Tampoco el sexo se ha inventado en tiempos modernos. A veces nos enfrentamos a las ficciones de ¨¦poca con una mirada m¨¢s puritana que las de los que las vivieron. Sirva de ejemplo el art¨ªculo que la historiadora Amanda Foreman publicaba en el Daily Express en 1998 tras el estreno de La feria de las vanidades, miniserie de la BBC basada en el cl¨¢sico de William Makepeace Thackeray. ¡°Puede parecer un poco demasiado sexy, pero todos esos senos y muslos dan en el blanco (¡). Los hombres y las mujeres de la ¨¦poca georgiana no solo disfrutaban de una actitud fuerte en torno al sexo, sino que se deleitaban enormemente en romper las reglas impuestas por sus antepasados puritanos¡±.
Ese mismo per¨ªodo, entre el siglo XVIII y el XIX, es en el que est¨¢ situada la serie de Netflix Los Bridgerton, y aunque es una reimaginaci¨®n muy libre de la ¨¦poca (mucho se habl¨® de su colorblind casting, en el que se mezclan diferentes etnias sin atender al realismo), su retrato de la sexualidad efervescente que rodea a los personajes es bastante fidedigno. ¡°Aunque el sistema legal segu¨ªa siendo estricto en su regulaci¨®n y restricci¨®n de lo que eran consideradas pr¨¢cticas sexuales perversas, y aunque la actitud de la sociedad segu¨ªa siendo mayormente conservadora, quedaron muchas pruebas de que hubo una liberaci¨®n y experimentaci¨®n sexual en el territorio cada vez m¨¢s urbano¡±, explica la historiadora Elaura Lacey, citando ejemplos como burdeles o las llamadas Molly Houses, donde se daban cita los homosexuales para tener encuentros en secreto. Eran las clases m¨¢s altas, precisamente, las que protagonizan la serie de Shonda Rhimes, las que disfrutaban de una vida sexual m¨¢s desprejuiciada. ¡°Esas escenas subidas de tono son muy cre¨ªbles, incluso podr¨ªan estar rebajadas de tono para el espectador¡±, insiste Lacey.
Podr¨ªamos cometer el mismo error con Fellow Travelers, que muestra unas din¨¢micas sexuales algo sorprendentes para una pareja de hombres criados en los a?os treinta: escupitajos, dominaci¨®n, felaciones y juegos de rol que rozan el sadomasoquismo. Rogers explicaba al respecto que el objetivo de los productores nunca fue el de impactar gratuitamente: ¡°Cuando eres extremadamente cuidadoso con todas las decisiones que tomas en tu vida y guardas secretos y escondes algo fuera del alcance de todo el mundo, cuando por fin consigues tener esos momentos ¨ªntimos, ese sexo puede ser incre¨ªblemente apasionado o agresivo o tierno o muy emotivo¡±.
Mira, por su parte, no encuentra en estas pr¨¢cticas algo tan extra?o ni contempor¨¢neo. ¡°Las historias que se nos cuentan sobre el sexo hasta los a?os setenta dan una visi¨®n ortodoxa¡±, defiende. ¡°Intenta mirarte una colecci¨®n de dibujos er¨®ticos editada por Thomas Waugh: son dibujos hechos por gente normal, no comerciales, desde inicios del siglo XX y se ven fantas¨ªas muy extremas¡±. De hecho, los t¨¦rminos sadismo y masoquismo nacieron con el psicoan¨¢lisis a finales del siglo XIX, pero tenemos un referente a¨²n m¨¢s antiguo en el marqu¨¦s de Sade un siglo antes.
En fin: aceptando sus licencias en torno al f¨ªsico de sus protagonistas, es probable que Fellow Travelers sea un retrato de la ¨¦poca m¨¢s fidedigno de lo que parece. Como dec¨ªa Paquita Salas: ¡°Maricones ha habido toda la historia de la humanidad¡±. Y vivieron, amaron y follaron. Incluso en Espa?a, como recuerda Mira: ¡°S¨ª, hubo detenciones y homofobia y miles de personas perdieron el trabajo. Pero hab¨ªa lugares de encuentro, y sin duda una subcultura. Acceder a ella no siempre era f¨¢cil, pero exist¨ªa. La din¨¢mica entre represi¨®n y expresi¨®n, entre prohibir o hacer, es fluida¡±.
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