Muros que ayer no estaban
Hay fronteras ancestrales que a¨²n resisten los envites del destino. Al menos a este lado de la alambrada.
Piensen c¨®mo ha evolucionado la etiqueta para expresar que uno est¨¢ por encima de los dem¨¢s. Es un t¨¦rmino de duraci¨®n limitada, cuando hay demasiada gente dentro hay que inventar otro a¨²n m¨¢s exclusivo, y el anterior queda anticuado, de pringaos. La vida es una sucesi¨®n de discriminaciones que te dejan en la puerta de la discoteca o sin jam¨®n del bueno: super, hiper, mega, gold, platino, supra, plus, business, vip, premium (creo que esta es la ¨²ltima). Hab¨ªa conceptos insuperables, como el Seat 131 Supermirafiori. Los ni?os sin zapatillas Nike ¨¦ramos ridiculizados porque calz¨¢bamos las nisu (nisupadrelasconoce). Tambi¨¦n hubo un tiempo en la sobremesa en el que siempre alguien ped¨ªa un poleo.
Es cosa de admirar la habilidad humana para crear grupos y categor¨ªas. C¨®mo se dispara ahora el precio de las mascarillas, c¨®mo se especula con el gel desinfectante, c¨®mo se mira mal a quien tose en el metro, c¨®mo a un italiano le preguntan si es del norte o del sur¡ Esto nos avisa de que a veces surgen muros que el d¨ªa antes no estaban y el s¨¢lvese quien pueda es una cosa muy r¨¢pida. Ya hasta miras tus propias manos con sospecha, como si fueran de otro: ?estar¨¢ ah¨ª el bicho este? Podr¨ªamos llegar a cort¨¢rnoslas y tirarlas lejos, al otro lado de una alambrada o de la orilla del mar, pero no dejar¨ªan de ser nuestras. Seguir¨ªan en nuestras pesadillas, un mont¨®n de manos agit¨¢ndose desesperadas, que somos nosotros mismos, m¨¢s all¨¢ de la frontera. Como en Lesbos, para entendernos. Si un d¨ªa estallara aqu¨ª una guerra, no s¨¦ d¨®nde ¨ªbamos a ir, con el plan border en que estamos. Imag¨ªnense: a?o 2067, millones de refugiados europeos se agolpan en la frontera con Siria. De repente, los derechos humanos nos parecer¨ªan algo muy serio.
?C¨®mo se crean las barreras, as¨ª, de la nada? El otro d¨ªa conoc¨ª a una rusa muy maja y ten¨ªa la nacionalidad espa?ola. Entonces pens¨¦: mira qu¨¦ bien, que alguien tan simp¨¢tico ahora sea espa?ol, uno de los nuestros. Fue una ocurrencia espont¨¢nea, poco pensada. Me parec¨ªa como cuando un nuevo conocido entra en un grupo de amigos (que te da igual de d¨®nde sea, incluso es m¨¢s divertido si es de fuera), o llega a una oficina, o a un vecindario, o a un barrio, o¡, y ah¨ª me di cuenta de que ya no era igual. ?Por qu¨¦? Creo que la cosa cambia cuando se acaba la posibilidad de conocerle, y es un desconocido, solo un extranjero. Basta despersonalizar a alguien y ya puedes pasar de ¨¦l, es fenomenal.
Podr¨ªamos dar el pasaporte a los simp¨¢ticos y retir¨¢rselo a los antip¨¢ticos, pero esto afectar¨ªa a capas de la poblaci¨®n, m¨¢s en grandes ciudades, y a varias opciones pol¨ªticas. En otros pa¨ªses, al contrario, ser antip¨¢tico dar¨ªa puntos para obtener la nacionalidad. Es complicado. La ¨²nica frontera irreversible, que no querr¨ªamos, es la muerte. Nos gustar¨ªa que fuera de libre tr¨¢nsito, de ida y vuelta, para que regresaran quienes echamos de menos. Aunque as¨ª y con todo har¨ªa reaparecer gente que est¨¢ pero que muy bien muerta. Hay otro l¨ªmite sagrado que quiz¨¢ podr¨ªa revelarse ¨²til en la actual crisis epid¨¦mica. Es una idea para Sanidad, para calmar el p¨¢nico de quienes abarrotan urgencias para hacerse pruebas sin motivo y se ponen pesados: basta decir que el test requiere una colonoscopia. La gente de pronto se sentir¨ªa mejor. Hay fronteras ancestrales que a¨²n resisten los envites del destino. Al menos a este lado de la alambrada. Fuera, que les den.
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