Una democracia desmemoriada
Hay que romper con la querencia espa?ola de arrasar con toda construcci¨®n pol¨ªtica anterior para volver a empezar de cero
Eran las doce de la ma?ana del 1 de julio de 1976 cuando recib¨ª su llamada. ¡°?Ya lo he hecho!¡±. Con voz nerviosa, el Rey me anunciaba que hab¨ªa aceptado la dimisi¨®n de Arias Navarro. Estaba emocionado por haber tenido el coraje de hacerlo. Tras siete meses de ingrata convivencia con el presidente del Gobierno heredado de Franco, hab¨ªa conseguido romper con ¨¦l. Arias no contaba con que le aceptara la renuncia. Ve¨ªa a don Juan Carlos como una figura manipulable, a la orden de los herederos del r¨¦gimen. Se equivoc¨®. El joven Rey ten¨ªa otros planes para Espa?a. Pero se quedaba solo ante el peligro. Ten¨ªa 38 a?os y una muy corta experiencia en el arte de gobernar. La decisi¨®n de prescindir de Arias, sin embargo, fue determinante para cambiar el curso de la historia. Pero tambi¨¦n representaba un salto en el vac¨ªo en el dif¨ªcil camino hacia la democracia.
Como amigo y compa?ero de colegio del rey em¨¦rito, desde los 9 a los 15 a?os, y, all¨ª donde pude ser ¨²til, como consejero y senador por designaci¨®n real despu¨¦s, tuve el privilegio de vivir de cerca varios momentos cr¨ªticos de la Transici¨®n como el que acabo de describir, que reflejan las grandes dificultades a las que tuvo que enfrentarse don Juan Carlos en esa incierta etapa. Y el coraje que le asisti¨® para desen?tenderse del orden heredado, que le daba poderes absolutos como jefe de Estado, en su af¨¢n de atender las aspiraciones democr¨¢ticas de la mayor¨ªa de la sociedad y de promover la reconciliaci¨®n y la concordia entre los espa?oles.
¡°Quienes pretendieron controlar el pasado, perdieron el futuro, como perder¨¢n el pasado quienes pretendan controlar el presente a modo de comisarios de la memoria¡±. En su libro Hoy no es ayer (2010), el profesor Santos Juli¨¢, cuya voz se echa tanto de menos en estos tiempos revueltos, daba as¨ª la vuelta a la c¨¦lebre frase de George Orwell, para advertir del peligro de todo intento de reducir a una mera legitimaci¨®n del presente todo acto pasado. Los comisarios de la memoria son hoy quienes se afanan en negar o ignorar la determinante contribuci¨®n del hoy rey em¨¦rito a la instauraci¨®n de la democracia en Espa?a, en un intento de deslegitimar la instituci¨®n de la Monarqu¨ªa y precipitar un cambio de r¨¦gimen.
Unidas Podemos, en un nuevo acto de deslealtad institucional como partido en el Gobierno, se al¨ªa con los partidos nacionalistas que aspiran a independizarse de Espa?a para usar los presuntos actos irregulares del rey em¨¦rito, a¨²n por cierto pendientes de concretarse en una acusaci¨®n, en su af¨¢n de desacreditar a la Corona y forzar un refer¨¦ndum sobre la forma de Estado. La abdicaci¨®n de Juan Carlos I en 2014. Su exclusi¨®n simb¨®lica y econ¨®mica de la familia real el pasado mes de marzo. El anuncio ahora de abandonar Espa?a para no perjudicar al reinado de su hijo aun ofreci¨¦ndose a estar a disposici¨®n de la justicia espa?ola en todo momento. Nada les es suficiente.
El deseo de enterrar el r¨¦gimen del 78 les impide reconocer contribuci¨®n alguna de Juan Carlos I a la democracia y las libertades de las que goza hoy Espa?a en un peligroso ejercicio de desmemoria. De ah¨ª mi deseo de relatar aqu¨ª algunos de los hechos de los que fui testigo en los dif¨ªciles a?os hacia la transici¨®n democr¨¢tica y del papel clave que jug¨® el hoy rey em¨¦rito en ese delicado proceso.
Tras designar don Juan Carlos presidente a Adolfo Su¨¢rez, la mayor preocupaci¨®n de ambos era asegurarse la lealtad y el respaldo del Ej¨¦rcito a las reformas pol¨ªticas que estaban por venir. Un desaf¨ªo en gran parte solventado por el prestigio personal del Rey entre los militares tras su paso por las academias y su condici¨®n de jefe supremo de las Fuerzas Armadas. El golpe de Estado del 23-F fue la prueba definitiva. Su intervenci¨®n sirvi¨® para abortarlo y reforzar su autoridad como jefe de Estado en defensa de la Constituci¨®n. Su papel fue determinante para operar el milagro; que el antiguo Ej¨¦rcito de Franco respaldara el gran cambio pol¨ªtico que estaba teniendo lugar, asegurando una transici¨®n pac¨ªfica.
La aceptaci¨®n del orden constitucional por parte del Ej¨¦rcito fue tambi¨¦n clave para que no se desbaratara la lucha contra la amenaza terrorista de ETA, que ten¨ªa como principal objetivo al propio Monarca. Los numerosos asesinatos de militares representaban una constante provocaci¨®n al Ej¨¦rcito, cuya intervenci¨®n para frenar esa escalada de violencia se reclamaba sin parar por parte de los grupos m¨¢s extremistas de la derecha. Pero este se contuvo de hacerlo por lealtad al Rey.
Otra de las misiones que se propuso el Monarca fue la de tender puentes con el Partido Socialista y el PCE antes incluso de la muerte de Franco. Fui part¨ªcipe de algunos de los encuentros clandestinos del entonces pr¨ªncipe con miembros del Partido Socialista. Quien aspiraba a ser rey de todos los espa?oles tuvo claro entonces que deb¨ªa asegurar la participaci¨®n de los partidos de izquierda en el nuevo juego pol¨ªtico. De lo contrario, entendi¨® con acierto, la nueva democracia estaba abocada al fracaso.
La legalizaci¨®n del Partido Comunista de Espa?a que tuvo lugar inesperadamente el 9 de abril de 1977, un S¨¢bado Santo, cuando los espa?oles estaban de vacaciones, fue una decisi¨®n arriesgada pero valiente del Rey y de Su¨¢rez, que abri¨® la puerta a la convocatoria de las primeras elecciones democr¨¢ticas de junio de ese mismo a?o con la participaci¨®n de todos los partidos pol¨ªticos, sin exclusi¨®n alguna. Santiago Carrillo declaraba en M¨¢laga en mayo de ese mismo a?o: ¡°El comunismo es compatible con la Monarqu¨ªa parlamentaria, siempre que esta sea democr¨¢tica y constitucional¡±.
El PSOE, tras la elecci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez como secretario general en 1974, se convirti¨® en un partido socialista de corte europeo. Poco antes de las elecciones de 1982, Gonz¨¢lez me coment¨® que su actitud frente a la Monarqu¨ªa iba a ser similar a la que hab¨ªan mantenido los socialistas suecos. Cuando estos se hicieron con el Gobierno en 1932, fueron llamados por el rey de Suecia, quien les pregunt¨® cu¨¢les eran sus intenciones acerca de la Monarqu¨ªa. Contestaron que, sin renunciar a sus ideas republicanas, estaban dispuestos a hacer una prueba durante un a?o, para ver si les resultaba posible o no aplicar su programa sin l¨ªmites o interferencias de la Corona. El resultado fue positivo y la Monarqu¨ªa sueca se consolid¨®.
Gonz¨¢lez, sin duda uno de los presidentes del Gobierno m¨¢s leales a la instituci¨®n de todos los habidos en democracia, tampoco sinti¨® que el republicanismo de su partido ni sus pol¨ªticas sociales se vieran limitadas de forma alguna por el r¨¦gimen de la Monarqu¨ªa parlamentaria. La lealtad fue mutua y result¨® muy fruct¨ªfera para la transformaci¨®n de Espa?a.
Pero la obra del rey Juan Carlos y de sus gobiernos no solo se limit¨® a impulsar y consolidar uno de los sistemas democr¨¢ticos mejor valorados hoy en el mundo, sino que abarc¨® otros campos, como el de la econom¨ªa, adem¨¢s de impulsar la presencia de Espa?a en las organizaciones internacionales.
En 1973, dos a?os antes de la muerte de Franco, la multinacional estadounidense Ford decidi¨® invertir m¨¢s de 1.000 millones de d¨®lares en establecer una f¨¢brica en Espa?a, la mayor inversi¨®n extranjera acontecida hasta el momento en nuestro pa¨ªs. Cuando a?os m¨¢s tarde, como presidente de Ford Espa?a, tuve la oportunidad de preguntarle a Henry Ford qu¨¦ razones le hab¨ªan llevado a apostar por Espa?a, me contest¨® que lo hizo tras una larga conversaci¨®n que mantuvo con el entonces pr¨ªncipe.
Este le hab¨ªa asegurado que Espa?a ser¨ªa una democracia y que formar¨ªa parte de la Comunidad Econ¨®mica Europea. Juan Carlos I se comprometi¨® antes de reinar a ejecutar lo que vino despu¨¦s. Y Ford hizo una gran apuesta basada en la confianza que le inspir¨® el entonces pr¨ªncipe. A esta importante inversi¨®n, le siguieron despu¨¦s las de General Motors y Volkswagen. Y hoy Espa?a es el segundo exportador de coches de la Uni¨®n Europea, despu¨¦s de Alemania. Un sector que representa el 10% del PIB nacional.? Cuando est¨¢n pendientes de negociarse los Presupuestos m¨¢s importantes de la historia de nuestra democracia, que deben estar a la altura de la solidaridad sin precedentes mostrada por nuestros socios europeos, ante los que debemos proyectar una imagen de estabilidad y buen gobierno, es una gran irresponsabilidad aprovechar la crisis abierta en la Jefatura del Estado para intentar dar un vuelco al r¨¦gimen y dividir a la sociedad.
Frente al descalabro econ¨®mico que se nos viene encima y los preocupantes rebrotes de la pandemia, cabe preguntarse ?cu¨¢les son las prioridades de Podemos? ?Cu¨¢les las de los nacionalistas? Si persisten en el intento de derrocar a la Monarqu¨ªa en este cr¨ªtico momento para Espa?a en tantos frentes, solo cabe esperar que la historia, al igual que pondr¨¢ en su sitio el determinante papel jugado por Juan Carlos I en la consolidaci¨®n de nuestra democracia, retrate tambi¨¦n el da?ino oportunismo de estos. Y que este se quede en lo anecd¨®tico.
La esperanza es que las instituciones democr¨¢ticas que el Rey tanto ayud¨® a consolidar puedan estar a la altura de tama?o desaf¨ªo institucional. En manos de Felipe VI, que ha hecho de la transparencia y la ejemplaridad su se?a, hay motivos para confiar en que la Monarqu¨ªa superar¨¢ esta crisis y seguir¨¢ aportando la estabilidad que necesita el pa¨ªs para capear este cr¨ªtico momento. Y de paso, demostremos ser capaces de romper as¨ª con la querencia secular espa?ola que acertadamente identific¨® tambi¨¦n Santos Juli¨¢ de arrasar con toda construcci¨®n pol¨ªtica anterior para volver a empezar de cero. Contra esta perversa tendencia, vaya aqu¨ª este ejercicio de memoria.
Jaime Carvajal Urquijo es senador constituyente y empresario.
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