Claire Marin: ¡°El confinamiento nos ha demostrado hasta qu¨¦ punto somos seres sociales¡±
La fil¨®sofa francesa, experta en analizar el impacto vital de rupturas y enfermedades, reflexiona sobre las consecuencias de la pandemia
La fil¨®sofa Claire Marin (Par¨ªs, 1974) ha dedicado buena parte de su carrera a reflexionar sobre las enfermedades y otras disrupciones que ponen a prueba nuestras concepciones o modo de vida. Rupturas amorosas, como las que analiza en su libro Rupturas (Alienta editorial, que se publica el 1 de septiembre), pero tambi¨¦n todos esos procesos, desde el nacimiento a la muerte, que marcan un antes y un despu¨¦s ¡ªo al menos un giro¡ª en nuestras vidas. Para ella, una crisis como la de la pandemia y el confinamiento es un campo de estudio ideal. Quiz¨¢s, aventura en un encuentro en su casa parisina, una de las mayores sorpresas haya sido descubrir que no ¨¦ramos tan invulnerables como nos cre¨ªamos. Aunque parezca que muchos quieren volver a olvidarlo.
Pregunta. ?Estaba el mundo preparado para una pandemia?
Respuesta. Era inimaginable, sobre todo para los pa¨ªses m¨¢s privilegiados, que consideraban las pandemias como algo de otro tiempo. Volver a m¨¦todos que nos parecen arcaicos, como el encierro, era algo que jam¨¢s habr¨ªamos imaginado. Encima recuerda a periodos m¨¢s sombr¨ªos de la historia, lo que hace que en el plano colectivo vivamos esto casi como una regresi¨®n, una debilidad de nuestra medicina, de nuestra ciencia y tecnolog¨ªa. En el plano individual, sobre todo para pueblos con una larga historia de autonom¨ªa y afirmaci¨®n del individuo, este encierro y esta l¨®gica de lo colectivo ha sido una experiencia in¨¦dita y frustrante, vivida a veces como un ataque a la libertad.
P. ?Nos cre¨ªamos invulnerables?
R. Hab¨ªa una ilusi¨®n sobre el poder que le hab¨ªamos conferido a la ciencia, a las tecnolog¨ªas y a la medicina. Era algo que ya me sorprend¨ªa antes de la epidemia, cuando la gente preguntaba: ¡°Pero esa enfermedad ?no somos capaces de curarla?¡±, como si estuvi¨¦ramos en un mundo, al menos en los pa¨ªses ricos y desarrollados, donde la ciencia es milagrosa, casi divina, y que haya enfermedades incurables parece una contradicci¨®n. De golpe descubrimos que efectivamente estamos vivos y que, por tanto, el riesgo de morir est¨¢ siempre ah¨ª. Es una idea defendida por el fil¨®sofo y m¨¦dico Georges Canguilhem, que dec¨ªa que estar vivo es el riesgo de ser mortal. Tendemos a olvidarlo por la confianza que tenemos en la medicina.
P. ?Va a cambiar el coronavirus nuestra relaci¨®n con las enfermedades, con la idea de la vulnerabilidad?
R. Puede que haya cuestionado nuestra relaci¨®n con la salud, con lo que comemos y con el impacto de la contaminaci¨®n. Pero, pese a todo, el reflejo es volver a esa especie de ingenuidad. No creo que, salvo en las primeras semanas, cuando todo el mundo tuvo miedo por lo que le pod¨ªa suceder, hayamos interiorizado la idea de la vulnerabilidad.
¡°En los pa¨ªses ricos hab¨ªamos conferido un gran poder a la ciencia. La consider¨¢bamos milagrosa, casi divina¡±
P. Usted critica el ¡°lenguaje b¨¦lico¡± en torno a las enfermedades. ?Por qu¨¦ no es buena idea hablar de la ¡°guerra¡± contra el coronavirus o de ¡°ganar la batalla¡± al c¨¢ncer?
R. Cuando hay una guerra hay un enemigo e intenci¨®n de perjudicar. Estamos ante un virus que no es ni el bien ni el mal. Moralizamos un fen¨®meno que no es moral sino biol¨®gico, neutro. Adem¨¢s, la imagen de la batalla es muy injusta: lleva a pensar que si el enfermo sobrevive es porque fue valiente, combativo, voluntarioso, optimista. Por desgracia hay quienes tienen un comportamiento que podr¨ªamos llamar heroico y no sobreviven.
P. En su ¨²ltimo libro dice que ¡°las rupturas marcan nuestra existencia, nos transforman, nos hacen cuestionarnos profundamente¡±. ?Es el confinamiento una de esas rupturas?
R. S¨ª, y es algo que ni me plante¨¦ cuando escrib¨ª el libro. Antes del confinamiento ten¨ªa previsto reunirme con presos que hab¨ªan trabajado con ese texto con su profesor y que de inmediato dijeron: ¡°No habla de la gran ruptura que supone el encarcelamiento, la ruptura con la vida social, la vida familiar, profesional¡¡±. Y eso es lo que hemos acabado viviendo todos de golpe. Los v¨ªnculos con los otros se restringieron considerablemente. Hemos experimentado hasta qu¨¦ punto somos seres sociales, animales pol¨ªticos que necesitan relacionarse con otros.
P. Esta sociedad cada vez m¨¢s individualista, ?era un espejismo?
R. Esto nos ha puesto ante nuestra capacidad de estar solos. Es una expresi¨®n que hallamos en algunos psicoanalistas. Donald Winnicott dice que crecer, hacerse adulto, es ser capaz de estar solo. Puede que seamos mucho menos individuales de lo que pens¨¢bamos. Tambi¨¦n hemos descubierto nuestra dependencia material, vital, incluida la gente que se cre¨ªa muy aut¨®noma e independiente.
P. Al mismo tiempo hemos visto reacciones muy individualistas o hasta ego¨ªstas, como los que se niegan a ponerse mascarilla.
R. No hemos tomado conciencia de lo que es el cuerpo social, eso es un paradigma que hemos perdido. Creo que es algo muy ligado a la l¨®gica individualista del capitalismo. No quiero caer en caricaturas, pero hemos tenido esa especie de elogio del individuo que decide por s¨ª mismo y que finalmente tiene poca conciencia de las implicaciones de sus acciones o de su coste humano. Salvo en el deporte, no se habla ya de lo colectivo, no es una prioridad.
P. ?Es buena idea provocar una ruptura, hacer un cambio radical de vida, tras un momento tan particular como el confinamiento?
R. A veces las crisis, personales o colectivas, permiten la expresi¨®n de algo que ya estaba siendo cuestionado interiormente. Cuando es as¨ª podemos estar seguros de nuestra decisi¨®n. Pero cuando la reacci¨®n est¨¢ motivada por angustias, quiz¨¢s hay que dar un poco de tiempo, ver si pierde fuerza el deseo a medida que la situaci¨®n evoluciona. Soy bastante esc¨¦ptica con esa nueva marea de urbanitas reconvertidos en seres campestres. Este tipo de conversiones funcionan bien si transferimos capacidades o competencias que ya pose¨ªamos. Si no, a veces es una idealizaci¨®n que pensamos que va a salvarnos de una situaci¨®n peor.
P. Entonces, aunque las rupturas pueden ser una oportunidad, hay que calcular bien los riesgos.
R. S¨ª, est¨¢ la esperanza de encontrarse, pero tambi¨¦n el riesgo de perderse. A menudo tenemos esa idea de que al cambiar seremos mejores. Cuanto m¨¢s importante es la ruptura m¨¢s pensamos que todo va a cambiar, y podemos encontramos con los mismos problemas en otros contextos. Me alucinan todas esas nuevas vidas que no son m¨¢s que una repetici¨®n de la precedente, en otra ciudad o con una mujer m¨¢s joven.
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