Basilios y Segismundos
Hay pocas cosas m¨¢s f¨¢ciles que atemorizar a quien ya tiene miedo o prometer la libertad a quien se siente encerrado en una mazmorra
El conflicto de La vida es sue?o, el c¨¦lebre drama de Pedro Calder¨®n de la Barca, comienza con una noticia falsa. Por cosas de or¨¢culos y astrolog¨ªas, el rey de Polonia, Basilio, se convence de que su hijo reci¨¦n nacido, Segismundo, ser¨¢ un tirano sanguinario y, adem¨¢s, un parricida. La fantas¨ªa paranoide de Basilio lleva al encierro del peque?o Segismundo. ?ste, en la oscuridad de su mazmorra, desarrolla sus propios delirios paranoicos. La injusticia que padece le convierte en ¡°un hombre de las fieras y una fiera de los hombres¡±.
Cuando el rey Basilio decide comprobar si Segismundo es, como cree, una bestia malvada, lo saca dormido de la mazmorra y le restituye la condici¨®n de pr¨ªncipe. Evidentemente, Segismundo se comporta como una bestia malvada: no ve m¨¢s que enemigos y no comprende lo que ocurre. Basilio vuelve a encerrarle. Ambos, padre e hijo, quedan convencidos de que sus fantas¨ªas constituyen la realidad.
La vida es sue?o acaba bien porque no pod¨ªa acabar de otra forma. En la vida que no es sue?o, sin embargo, Basilio y Segismundo se habr¨ªan visto condenados a perpetuarse en el desconocimiento del otro, en el miedo al otro, en el temor eterno. Sus fantas¨ªas los habr¨ªan llevado a cometer una y otra vez atrocidades perfectamente reales.
En varias sociedades democr¨¢ticas, un n¨²mero creciente de actores pol¨ªticos (dirigentes y ciudadanos) parece sufrir la distorsi¨®n mental que caracteriza a Basilio y Segismundo. La paranoia y la incapacidad de distinguir entre hechos y mentiras, la sensaci¨®n permanente de ser v¨ªctimas de una atroz injusticia, envenenan la convivencia. Como en el caso de Basilio, las v¨ªctimas de este s¨ªndrome piensan que la ¨²nica tranquilidad posible consiste en encerrar al otro. Como en el caso de Segismundo, convierten la desconfianza y un ansia gen¨¦rica de venganza en pautas de comportamiento.
El delirio de Basilio y Segismundo como s¨ªndrome colectivo ofrece grandes oportunidades profesionales a los c¨ªnicos. Gente como Donald Trump, Isabel D¨ªaz Ayuso o, sospecho, la mayor¨ªa de los dirigentes de Vox y unos cuantos de Podemos, saben bien lo que hay y lo aprovechan. Hay pocas cosas m¨¢s f¨¢ciles que atemorizar a quien ya tiene miedo o prometer la libertad a quien se siente encerrado en una mazmorra. Tambi¨¦n sabe bien lo que hay alguien como Pedro S¨¢nchez, capaz de contradecirse a diario sin ning¨²n reparo porque, en fin, ¡°?qu¨¦ es la vida? Una ilusi¨®n, una sombra, una ficci¨®n¡±. Dudo de que perviva el cinismo (en ¨²ltimo extremo, un s¨ªntoma de lucidez) entre los l¨ªderes independentistas, que ya son a la vez Basilio y Segismundo, reyes y presidiarios.
C¨ªnicos y oportunistas los habr¨¢ siempre. El mayor problema somos los dem¨¢s. Si el s¨ªndrome de Basilio y Segismundo sigue extendi¨¦ndose entre nosotros, si nos negamos a distinguir entre la verdad y la mentira, si depositamos nuestra confianza en farsantes redomados, si seguimos aplaudiendo cualquier barbaridad de ¡°los nuestros¡± (porque es culpa de ¡°los otros¡±), mereceremos que se nos trate como a imb¨¦ciles.
En el drama de Calder¨®n, los protagonistas se redimen con un gesto de clemencia de Segismundo hacia Basilio. En la vida que no es sue?o, podr¨ªa bastar con abrir los ojos y mirar la realidad de frente.
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