Todos merecemos volver a casa por Navidad
Necesitamos volver a casa m¨¢s que ning¨²n a?o pues somos m¨¢s otros que nunca. La buena noticia es que llegamos vivos
Nunca cre¨ªmos que llegar¨ªamos a diciembre de 2020 tan cansados. Atravesamos ese instante de la carrera en que sabemos que hace ya kil¨®metros que lo dimos todo. Nos duelen mucho las piernas y el ¨²nico m¨²sculo que puede correr por nosotros es, en este momento, el coraz¨®n. Por si fuera poco, la meta se aleja y la Navidad se acerca. Puede que esto sea el fin.
Ya hemos atravesado una Semana Santa, varios puentes y un agosto pand¨¦micos. Pero la Navidad es otra cosa porque es un relato simb¨®lico compartido, uno de los pocos que quedan, quiz¨¢s el ¨²ltimo. La Navidad es por definici¨®n la hora del regreso al hogar, con todo su esplendor y con todo su dolor. Y es un regreso antiguo, el que venimos cantando desde la Odisea hasta el ¨²ltimo anuncio de turrones El Almendro. Ateos, religiosos, consumistas, grinchs o Reyes Magos. Al final, nadie se libra de su particular regreso. Ya sea hacia la familia elegida o la tradicional, con bronca mediante o sin ella, con cabrito o langostinos, es la hora de volver. Y lo sabemos. Por eso, hay que ser muy ignorante o muy bruto para recomendar que no volvamos a casa por Navidad cuando nuestro deber nos obliga a todos al regreso.
Sin embargo, la primera Navidad pand¨¦mica se est¨¢ gestionando como todo hasta ahora: con normas, con n¨²meros y sin relato. Con la recomendaci¨®n de quedarnos en casa lejos de los nuestros y sin ning¨²n aliento para que podamos entender c¨®mo demonios hacerlo. Muchos de quienes nos lo explican desde el televisor (y no hablo solo de pol¨ªticos) no necesitan entenderlo porque van a reunirse con los suyos. Algunos hasta tienen PCR reservadas para sentirse seguros. Pero ?qu¨¦ pasar¨¢ en el coraz¨®n de todos los que no puedan? Los que est¨¦n demasiado lejos o demasiado asustados o demasiado solos. Si vamos a hablar de volver o no a casa por Navidad, parece sensato preguntarnos qu¨¦ es un regreso y qu¨¦ es una casa. Qu¨¦ es un cierre perimetral importa m¨¢s bien poco. Sobre el regreso tendr¨ªamos que recordar que quienes vuelven nunca son los mismos que partieron. El regreso ha de ser pues transformador. En este sentido, este a?o el viaje m¨¢s importante ya est¨¢ hecho. Y por primera vez regresamos de un lugar que ha dejado de existir para siempre: nosotros mismos antes de la covid. Necesitamos volver a casa m¨¢s que ning¨²n a?o porque somos m¨¢s otros que nunca antes. La buena noticia es que hemos llegado vivos hasta aqu¨ª.
Pero ?d¨®nde es aqu¨ª? ?D¨®nde queda ahora nuestra casa? La casa es desde la Odisea el espacio que hace posible el regreso y la memoria. No existe hogar si no hay alguien que espera. Entonces, ?no ser¨¢ esperar una forma de encontrarnos con los nuestros? De hecho lo es. Por eso, para volver a casa esta Navidad basta con preguntarnos si alguien nos espera en alg¨²n sitio. Y cu¨¢nto tiempo podr¨ªa esperar por nosotros. Si tiene prisa, entonces es mejor no ir a su encuentro. Si su espera es firme, es que ya est¨¢ con nosotros. Tambi¨¦n podemos aprovechar para preguntarnos si somos nosotros capaces de esperar por alguien. Si la respuesta es s¨ª, entonces hemos llegado a casa, incluso aunque est¨¦ vac¨ªa. Si es que no, no tendr¨¢ sentido ning¨²n viaje. Recordemos pues que la espera forma parte del regreso y sintamos cu¨¢nta gente cabe en una casa vac¨ªa. Este a?o no habr¨¢ regreso sin poes¨ªa. Como tampoco deber¨ªa haber pol¨ªtica sin ella.
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