Dios nos libre del ¡®criptodinero¡¯
Que nadie se extra?e el d¨ªa que los individuos lleguen a tener un valor cotizable en Bolsa asignado al nacer
El relato actual de la pandemia se parece mucho al que ya hicieran Camus en La peste o Dafoe en su m¨ªtico Diario del a?o de la peste. Nada nuevo bajo el sol. Hemos decidido contarnos que esta crisis pasar¨¢ y dejar¨¢ el mundo listo para levantar el vuelo all¨ª donde lo dejamos.
Sin embargo, la covid-19 no es una peste m¨¢s sino la primera plaga de la era digital. Y ha venido a reforzar el poder de las grandes plataformas de Internet (Amazon, Apple, Google, Twitter, Facebook) hasta volverlo incontrolable. Tanto es as¨ª, que la democracia y el libre mercado ya no est¨¢n garantizados. En un art¨ªculo reciente de la revista Foreign Affairs, los profesores Barak Richman (Duke University), Francis Fukuyama, y Ashish Goel (ambos de Stanford) lo explicaban as¨ª: ¡°El poder econ¨®mico y pol¨ªtico concentrado en las grandes plataformas es como un arma cargada encima de la mesa (¡) La pregunta para la democracia es si es seguro dejar el arma all¨ª¡±. El problema ahora es que la pistola tiene due?os.
Nadie ha votado a los cuatro hombres que dominan el mundo a trav¨¦s del control y la expropiaci¨®n de nuestra vida digital que es hoy, gracias a la covid, casi toda nuestra vida. Tienen acceso a nuestros gustos, ideolog¨ªas, geolocalizaciones, b¨²squedas, compras¡ Mientras, ellos no necesitan contarnos ni una de sus ideas pol¨ªticas. La ¨²nica ley que parecen respetar es la del dinero y la covid tambi¨¦n nos deja claro que no ser¨¢ por mucho tiempo. ?Qui¨¦n necesita someterse al dinero soberano de los Estados pudiendo inventar uno propio?
La pandemia ha revalorizado un 150% el bitcoin, aquella criptomoneda que Beno?t Coeur¨¦, consejero del BCE, defini¨® como ¡°el engendro maligno de la crisis financiera¡±. Al mismo tiempo, Paypal ha anunciado que admitir¨¢ el pago con criptodivisas y Zuckerberg est¨¢ a punto de reinventar el dinero con la libra Facebook, lo que ¨¦l define como una nueva moneda universal.
¡°Dios nos libre del dinero¡±, cantaba Rosal¨ªa antes de la covid, pero no creo que pensara entonces que Facebook era Dios. Poco o mucho, nuestro dinero era solo nuestro. En cambio, las criptodivisas permitir¨¢n rastrear cada c¨¦ntimo que pase por nuestras teclas (antes manos) y esta informaci¨®n podr¨¢ usarse en los intereses de los due?os de la divisa en cuesti¨®n. Igual que en las redes sociales el producto m¨¢s vendido somos nosotros (nuestros datos), el nuevo dinero convertir¨¢ a las personas en moneda de cambio. Coser el dinero de esa manera a la identidad es monstruoso y crear¨¢ monstruos. Que nadie se extra?e el d¨ªa que los individuos lleguen a tener un valor cotizable en Bolsa asignado al nacer.
Por lo dem¨¢s, las criptodivisas, en tanto que dinero privado, no solo amenazan nuestra privacidad, sino tambi¨¦n la soberan¨ªa de los Estados. Mientras el dinero p¨²blico tiene la responsabilidad social de invertir en los ciudadanos ¡ªeducaci¨®n, sanidad, infraestructuras¡¡ª, el privado no responde ante nadie, no carga con deuda y es mucho m¨¢s lucrativo. Tiene todas las de ganar y por eso est¨¢ en marcha el euro digital, porque tenemos que defendernos de un dinero que ha llegado para quedarse no entre nosotros, sino con nosotros. Jeff Bezos (Amazon), Mark Zuckerberg (Facebook), Sundar Pichai (Google) y Jack Dorsey (Twitter) han zanjado la eterna lucha entre capitalismo y comunismo: ni libertad ni igualdad. Solo control, vigilancia y, ahora adem¨¢s, mascarillas.
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