El dolor del regreso
Hacer un viaje y volar fue como cuando recuerdas la despreocupaci¨®n que no sab¨ªas que ten¨ªas antes de que te pasara algo grave
La nostalgia es una cosa jodida, porque es bonita, pero ah¨ª te quedas atrapado. Como casi todo lo complejo, la palabra es de origen griego, nostos significa regreso, y ser¨ªa el dolor del regreso, el de regresar con el pensamiento, no tal cual, porque es querer estar donde no puedes volver, el pasado, un lugar lejano, y solo vas con el recuerdo. No puedes estar all¨ª, pero vas. Esta semana me sal¨ª de donde debemos estar por cuestiones de trabajo. Me dieron un salvoconducto para viajar, que ya solo eso, que manejemos esos papeles, lo dice todo. Estaba muy contento con mi salvoconducto, me sent¨ªa muy especial, es una cosa de aventuras en Mompracem o de guerra napole¨®nica, y estaba deseando ense?arlo aunque nadie me lo pidi¨®, hasta que sub¨ª al avi¨®n e iba lleno, que mucho salvoconducto me parece, pero bueno. Cuando estuve en mi destino, al borde del mar, mand¨¦ una foto a amigos que son de all¨ª. Se les ca¨ªan las l¨¢grimas del tiempo que hac¨ªa que no iban, de no poder estar. Ya, estas cosas no se hacen en este momento, son golpes bajos. Vivimos tiempos nost¨¢lgicos, todos pertenecemos de golpe a un mundo de antes.
En mi barrio no paran de cerrar locales y los vecinos tenemos una fantas¨ªa: ?te imaginas que abren una pescader¨ªa o una fruter¨ªa, una cosa normal, de las de siempre? Porque solo tenemos esos supermercados enanos del centro, pensados para pisos tur¨ªsticos y apenas comprar cervezas, pasta de dientes y un paquete de macarrones. Hay una tienda con un cartel terrible: ¡°Liquidaci¨®n por desesperaci¨®n 50%¡±. Y normal, porque venden tonter¨ªas para turistas, imanes de nevera, camisetas de f¨²tbol, mu?ecos. La alegr¨ªa de las cosas in¨²tiles est¨¢ apagada en el escaparate, pero volver a algunas cosas de antes me da una pereza tremenda. Julio Camba contaba que una noche estaba en una tertulia en Madrid y se discut¨ªa sobre las pantorrillas de una artista. Al d¨ªa siguiente tuvo que irse al extranjero, se tir¨® seis a?os fuera, y cuando volvi¨® entr¨® en aquel caf¨¦ y sus amigos estaban teniendo la misma conversaci¨®n.
No recordaba lo hermoso que es volar. La nostalgia de volar es lo m¨¢s antinatural que hay, porque los humanos no vuelan, al menos no entraba en el plan. Que echemos de menos algo que se supon¨ªa que era imposible que pudi¨¦ramos hacer demuestra lo raros que somos. Nos aficionamos a los imposibles. Hasta llegu¨¦ a atender a las explicaciones de seguridad de la azafata, me qued¨¦ embobado contemplando su m¨ªmica, como un ritual olvidado. Algo que ya nunca mirabas, porque te lo sab¨ªas, y total, nada malo iba a pasar. Fue como recordar la despreocupaci¨®n que no sab¨ªas que ten¨ªas antes de que te pasara algo grave, esa ingenuidad. Los italianos tienen una palabra preciosa para eso: spensieratezza, estar sin pensamientos. Ahora estamos llenos de ellos, a todas horas, no podemos con tanto pensamiento, no duermes bien de todos los que tienes. Pero all¨¢ arriba, en el cielo, por encima de todo, estaba estupendamente. Me cre¨ªa en una pel¨ªcula del espacio, flotando suavemente sobre las nubes, como patinando por la Ant¨¢rtida, en un lugar irreal. Si se est¨¢n preguntando a d¨®nde voy a parar y c¨®mo lo voy a relacionar con algo de actualidad, pues la verdad es que yo tambi¨¦n me lo pregunto, pero ya les digo que esta columna no va ning¨²n sitio, no tengo ningunas ganas de aterrizar, no quiero afrontar mi vida, quiero quedarme en el limbo. Como el rey Juan Carlos. Mira t¨², al final las cosas caen por su propio peso.
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