Bibliotecas digitales abarrotadas
El confinamiento nos hizo leer m¨¢s, especialmente en pantalla. El fen¨®meno, coinciden los expertos, fue espont¨¢neo: la plataforma p¨²blica eBiblio tiene fondos escasos y poca promoci¨®n
El a?o m¨¢s excepcional de nuestras vidas fue el que m¨¢s se ley¨®. De golpe, los lectores de la antigua normalidad crecieron varios puntos en la nueva era. Si antes el 50% de los encuestados reconoc¨ªan practicar la lectura con frecuencia, durante el confinamiento se convirtieron en el 57%. Esos siete puntos parecen un peque?o paso para el hombre, pero son un gran avance para la comunidad. Nunca los registros de la Federaci¨®n de Gremios de Editores de Espa?a (FGGEE) hab¨ªan desvelado un auge similar en tan poco tiempo. El crecimiento fue especialmente llamativo en soporte digital: el 38% de los pa...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
El a?o m¨¢s excepcional de nuestras vidas fue el que m¨¢s se ley¨®. De golpe, los lectores de la antigua normalidad crecieron varios puntos en la nueva era. Si antes el 50% de los encuestados reconoc¨ªan practicar la lectura con frecuencia, durante el confinamiento se convirtieron en el 57%. Esos siete puntos parecen un peque?o paso para el hombre, pero son un gran avance para la comunidad. Nunca los registros de la Federaci¨®n de Gremios de Editores de Espa?a (FGGEE) hab¨ªan desvelado un auge similar en tan poco tiempo. El crecimiento fue especialmente llamativo en soporte digital: el 38% de los participantes en la encuesta de la FGGEE se definen ya como lectores en este soporte. Seg¨²n el mismo estudio, durante el confinamiento en Espa?a la lectura en pantallas creci¨® un 22% y, de los cuatro libros que se leyeron en ese periodo, uno fue en la pantalla del tel¨¦fono.
¡°Ha sido el a?o del reencuentro con la lectura¡±, sostiene Irene Vallejo, la escritora m¨¢s solicitada entre los pr¨¦stamos digitales de la Comunidad de Madrid. Para la autora de El infinito en un junco (Siruela), cuando la alarma sanitaria retuvo a la poblaci¨®n en sus casas la lectura se reivindic¨® como un movimiento espont¨¢neo y colectivo. ¡°El a?o que m¨¢s tiempo hemos tenido y m¨¢s hemos le¨ªdo. Nada ha sustituido a la lectura¡±, a?ade.
Madrid es la regi¨®n m¨¢s lectora de Espa?a (un 72,8% de la poblaci¨®n se reconoce lectora, por delante del Pa¨ªs Vasco, con un 65,6%, seg¨²n la FGGEE) y con m¨¢s lectores digitales (el 39,3% aseguraba en 2018 leer en este soporte). A nivel nacional, un estudio publicado en mayo por la consultora Conecta Research & Consulting detect¨® un incremento de lectores en formato digital de 10 puntos, pasando del 29%, en 2019, al 39% en 2020.
Los datos que aporta el Ministerio de Cultura confirman la explosi¨®n del pr¨¦stamo digital en 2020, con un crecimiento pr¨®ximo al 140% respecto a 2019. La biblioteca online p¨²blica eBiblio, gestionada por el Ministerio de Cultura y las Comunidades Aut¨®nomas (salvo el Pa¨ªs Vasco) prest¨® 3,6 millones de t¨ªtulos frente a los 1,5 millones del a?o anterior y ha duplicado sus usuarios, con casi 900.000 en activo. Este ¨¦xito ha hecho reaccionar al ministerio, que triplicar¨¢ la inversi¨®n en compra de licencias de t¨ªtulos para 2021, con tres millones de euros (m¨¢s que la inversi¨®n en libros de papel). Los informes de la empresa Libranda tambi¨¦n apuntan registros de r¨¦cord, con un aumento del 36% de las ventas del a?o pasado. Ayud¨® la decisi¨®n del Gobierno de reducir el IVA de los productos digitales del 21% al 4%.
La explicaci¨®n parece obvia: ante el cierre de espacios p¨²blicos como las bibliotecas, la poblaci¨®n lectora migra a la biblioteca digital. Sin embargo, los datos muestran dos modelos de pr¨¦stamo y de lectores muy diferentes. En los centros f¨ªsicos, los libros m¨¢s demandados son novedades de hace cuatro a?os (las novelas de Dolores Redondo y de Fernando Aramburu), pero en eBiblio (activo desde 2015) manda la m¨¢s estricta actualidad literaria. El ¨²ltimo lanzamiento pasa a la estanter¨ªa digital inmediatamente y seg¨²n crece la lista de espera, las comunidades compran m¨¢s licencias para atender la demanda. La lectura fluye con m¨¢s facilidad y el pr¨¦stamo es m¨¢s inmediato que en papel, donde apenas se disponen de 40 ejemplares del libro m¨¢s reclamado. Al ser m¨¢s barato, el pr¨¦stamo digital se multiplica en ejemplares (y en accesibilidad). El origen de esta divisi¨®n entre papel y digital est¨¢ en 2012, cuando el Ministerio de Cultura del PP decidi¨® no invertir un euro en la compra de libros para su consulta p¨²blica y gratuita. La inversi¨®n ha vuelto muy poco a poco y Espa?a se ha convertido en un pa¨ªs de grandes bibliotecas y pocos fondos. El sector editorial reclama sin ¨¦xito desde hace a?os la recuperaci¨®n de la pol¨ªtica de compra.
Durante el confinamiento ocurrieron otras dos cosas significativas. Por un lado, la brecha entre sexos creci¨® m¨¢s todav¨ªa, y si en la antigua normalidad el 56% de las mujeres y el 44% de los hombres se defin¨ªan como lectores, durante el aislamiento ellas fueron un 66% y ellos un 48%. Las encuestas de la FGGEE tambi¨¦n descubrieron que, encerrados en casa, la lectura creci¨® cada d¨ªa en casi media hora, con lo que qued¨® en 70 minutos por jornada. ¡°Ha sido la tormenta perfecta y positiva¡±, resume el fen¨®meno Gemma Lluch, profesora de la Universidad de Valencia, en la Facultat de Filologia, Traducci¨® i Comunicaci¨®, que reconoce en el auge de eBiblio un fen¨®meno espont¨¢neo, porque no hay promoci¨®n de este cat¨¢logo de novedades para descargar gratis y leer de manera legal. ¡°La gente que robaba antes ya no necesita hacerlo¡±, resume.
La evoluci¨®n de los pr¨¦stamos digitales desvela que el boom no fue transitorio, exclusivo de los casi tres meses de confinamiento: en enero, eBiblio prest¨® 178.900 t¨ªtulos y en noviembre, cinco meses despu¨¦s del final del encierro, sirvi¨® 296.177.
El crecimiento de la comunidad lectora en digital ha sido posible porque la red ya estaba tejida desde hac¨ªa a?os por los bibliotecarios. Pero apenas se usaba. La bibliotecaria Ana Ord¨¢s es una de las tejedoras de este nuevo espacio: hace dos a?os cargaba su coche de tabletas y part¨ªa de viaje los fines de semana para regalarlas a vecinos de las localidades con menos de 100 habitantes en la Comunidad de Madrid. Un dispositivo por familia. Gracias a una subvenci¨®n europea entreg¨® un centenar para que se conectaran a eBiblio, sin tener que ir a la ciudad o esperar al Bibliob¨²s.
A Casildo Mac¨ªas esto le recuerda a las misiones pedag¨®gicas que desarroll¨® la Rep¨²blica. Es el responsable de Librarium, la ¨²nica biblioteca digital escolar de Espa?a, gestionada por la Consejer¨ªa de Educaci¨®n y Empleo de la Junta de Extremadura. Dispone de 15.000 t¨ªtulos, pero este a?o ha llegado a 125.000 usuarios activos y m¨¢s de 4.000 clubes de lectura con casi 3.000 profesores como moderadores. Cree que los alumnos se sienten m¨¢s motivados a leer gracias a estos clubes digitales, en un entorno de comunidad c¨®mplice que ayuda a frenar el abandono de los libros a los 15 a?os. ¡°Lo estamos cambiando con la lectura digital¡±, celebra Mac¨ªas.
El reto est¨¢ en ser m¨¢s que una estanter¨ªa virtual repleta de libros gratis. ¡°Las bibliotecas son espacios de convivencia e interacci¨®n¡±, indica Carme Fenoll, bibliotecaria de dilatada experiencia en el pr¨¦stamo digital. Lo que es necesario ahora es crear un espacio de socializaci¨®n, una comunidad que intercambie opiniones y fomente la lectura cr¨ªtica y la reflexi¨®n. Tal y como sucede en las bibliotecas f¨ªsicas.