Un poco de verdad
La mentira al estilo de Trump, Putin o, en la categor¨ªa alevines, D¨ªaz Ayuso, convive con la ocultaci¨®n, un viejo arte
Hay que reconocer que Joseph Ratzinger lo vislumbr¨® hace ya bastantes a?os, en una reflexi¨®n teol¨®gica que vale para cualquier ¨¢mbito: ¡°Viendo todas nuestras limitaciones, ?no ser¨¢ una arrogancia por nuestra parte decir que conocemos la verdad? L¨®gicamente, despu¨¦s me planteaba si no ser¨ªa conveniente suprimir esa categor¨ªa. Y tratando de resolver esa cuesti¨®n llegu¨¦ a comprender y a percibir con claridad que renunciar a la verdad no s¨®lo no solucionaba nada, sino que adem¨¢s se corr¨ªa el peligro de acabar en una dictadura de la voluntad¡±.
Este es el paisaje contempor¨¢neo. La dictadura de la voluntad, del deseo o, si quieren, la victoria de la poes¨ªa sobre la filosof¨ªa. La verdad resulta cada vez menos relevante frente a la ¡°otra¡± verdad.
No es cuesti¨®n de ponerse estupendos y creer que vivimos un momento fundacional, a la vez terrible y extraordinario. La ausencia de verdad, es decir, la mentira como regla fundamental del juego, siempre ha caracterizado a las tiran¨ªas, desde la Antig¨¹edad a la era contempor¨¢nea. En eso no hay diferencia entre la tiran¨ªa sovi¨¦tica y la franquista, entre la nacionalsocialista y la que en Venezuela denominan bolivariana. El color pol¨ªtico tampoco hace diferencias. Ser¨ªa interesante saber qui¨¦n gana en cantidad de embustes por hora, si Donald Trump o Nicol¨¢s Maduro.
De hecho, muchos de quienes reclamamos hoy un poco de verdad disfrut¨¢bamos hace a?os de una org¨ªa de falsedades que, en cierta forma, a¨²n reverenciamos. Hablo de Mayo del 68. No, debajo de los adoquines nunca hubo playas, ni Mao fue bueno para nada, ni conviene darle ¡°todo el poder a la imaginaci¨®n¡± (si alguien merece el poder es la realidad), y deber¨ªamos saber ya que el mejor camino para acabar con el elitismo y el autoritarismo en las universidades (y en la vida) no consiste en establecer el imperio de los mediocres. Los ¡°hechos alternativos¡± que criticamos ahora y definimos como ¡°populismo¡± son muy parecidos a los que enarbol¨¢bamos medio siglo atr¨¢s, en un aquelarre juvenil definitivamente populista. Alguien como Carles Puigdemont habr¨ªa triunfado con un meg¨¢fono a las puertas de La Sorbona.
La vida tiene estos inconvenientes. Nos ense?a nuestra dificultad para aprender y nuestra constante dependencia de lo irracional. Gozamos de la mentira, con tal de que sea la que nos gusta.
Quiz¨¢ lo novedoso sea la creciente ausencia de verdad en el debate pol¨ªtico y en la gesti¨®n del poder. La mentira descarada, al estilo de Trump, Putin o, en la categor¨ªa alevines, D¨ªaz Ayuso, convive con la ocultaci¨®n, un viejo arte de los tecn¨®cratas. Un buen ejemplo de ocultaci¨®n es el que ofrece la Comisi¨®n Europea, un organismo de m¨¦dula t¨¦cnica, en sus relaciones con la industria farmac¨¦utica.
Como a Ratzinger, salvando la distancia intelectual entre un gran te¨®logo y un plumilla de peri¨®dico, me asusta un poco hablar de la verdad en abstracto. Me conformo con el respeto a los hechos y con lo que podr¨ªamos llamar ¡°sinceridad informada¡±. No me interesan quienes ¡°piden lo imposible¡±, porque en esa categor¨ªa se alinean los que intentaron mantener a Trump en el poder tras perder las elecciones. La persona que pida lo posible, y explique con un m¨ªnimo de honestidad c¨®mo conseguirlo, tiene mi voto.
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