Tiempos hiperb¨®licos
Hay elecciones, de una trascendencia c¨®smica, en una comunidad aut¨®noma. ¡°Comunismo o libertad¡±, nada menos

Uno entiende que las campa?as electorales propician la exageraci¨®n e incluso la hip¨¦rbole. Uno entiende tambi¨¦n que est¨¢ de moda el odio y que convertir al rival en la personificaci¨®n de la maldad y la estupidez da, ¨²ltimamente, buenos resultados. Correcto, adelante. Si hay que someterse a un transitorio delirio colectivo, se acepta y ya est¨¢. Otra cosa es tomarse en serio toda esta farsa.
Quiz¨¢ alguien recuerde todav¨ªa las elecciones espa?olas de 1977 y 1979. Eran tiempos de verdad dif¨ªciles. El dictador hab¨ªa muerto, pero no su r¨¦gimen y sus fieles. ETA estaba en auge. La ultraderecha mataba a placer. La econom¨ªa era un gui?apo sacudido por la inflaci¨®n. Los mandos militares babeaban de ansias golpistas. Europa segu¨ªa lejos. Nadie pod¨ªa adivinar el futuro. Se viv¨ªa entre la angustia y la esperanza. Pocas ¨¦pocas tan cruciales como aquella.
Y, sin embargo, los lemas electorales constitu¨ªan, vistos con distancia, un curioso ejemplo de soser¨ªa. ¡°Fraga conviene¡±, dec¨ªa el neofranquismo de Alianza Popular. ¡°Votar centro es votar Su¨¢rez¡±, proclamaba UCD. ¡°La libertad est¨¢ en tu mano¡±, propon¨ªa el PSOE. ¡°Mis manos, mi capital¡± era el eslogan de los comunistas catalanes.
Podr¨ªa deducirse que cuanto m¨¢s crucial es el envite, m¨¢s circunspecto es el ambiente.
En los noventa cambi¨® el tono. Fue la fase de la crispaci¨®n. La decadencia de Felipe Gonz¨¢lez, los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y los cr¨ªmenes de Estado (poca broma) compon¨ªan un escenario sombr¨ªo. Aun as¨ª, el famoso anuncio socialista del d¨®berman se ve hoy como un experimento psicod¨¦lico casi ingenuo. Y no era dif¨ªcil encontrar peque?as perlas de humor. Como aquellas toallitas que repart¨ªa el PP con una frase que el futuro iba a convertir en un prodigio de autoiron¨ªa: ¡°Nosotros tenemos las manos limpias¡±.
Ahora hay elecciones en una comunidad aut¨®noma. Se trata, al parecer, de algo con una trascendencia casi c¨®smica. ¡°Comunismo o libertad¡±, nada menos, seg¨²n la trumpista Isabel D¨ªaz Ayuso. Recordemos, para no desorientarnos, que el cabecilla del comunismo debe de ser, dado que dirige (por decir algo) el principal partido de la oposici¨®n, un tal ?ngel Gabilondo, conspicuo admirador de Stalin, Pol Pot y Fidel Castro.
La se?ora Monasterio, dirigente de una escisi¨®n del PP, se desmarca con una nota de optimismo: dice en una entrevista que ¡°el totalitarismo ha terminado¡±. Uf, ya era hora. Estos ¨²ltimos a?os de totalitarismo se nos han hecho realmente largos. Circula un manifiesto progresista, firmado, como corresponde, por intelectuales y artistas, que denuncia los ¡°26 infernales a?os de atentados contra los derechos y la dignidad de la mayor¨ªa ciudadana¡±. Ser¨¢ una referencia a ese totalitarismo sofocante del que habla Monasterio. No s¨¦. He visitado Madrid varias veces en los ¨²ltimos 26 a?os, he sabido de las corruptelas y el cinismo de sus gobernantes, pero no he llegado a captar la dimensi¨®n infernal del asunto. Me falta sensibilidad, sin duda.
Espero que no sea necesario repetir elecciones en Madrid. Porque el vocabulario se ha terminado. El siguiente paso no puede ser otro que cavar trincheras en la Casa de Campo o unirse a las tropas sublevadas del general Varela. Y llevar la farsa guerracivilista a nuevos l¨ªmites.
Lo dicho: cuanto m¨¢s crucial es el envite, m¨¢s circunspecto es el ambiente. Y al rev¨¦s.
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