El derecho a la idiotez
Las democracias liberales consideran que cada ciudadano goza de un derecho inviolable: el derecho a ser est¨²pido
Gildo Insfr¨¢n es gobernador de Formosa desde 1995: va por el vig¨¦simo sexto a?o de mandato. Antes, desde 1987, hab¨ªa sido vicegobernador. Insfr¨¢n lleva por lo tanto 34 a?os en el gobierno de una de las provincias m¨¢s pobres del norte de Argentina. Ha ganado siete elecciones consecutivas, siempre cerca del 70% de los votos. Le han acusado de elevar el clientelismo a la categor¨ªa de arte, de hinchar la n¨®mina provincial a costa del contribuyente (en Formosa hay m¨¢s de 160 empleados p¨²blicos por cada 100 privados), de acosar a los opositores y de cometer algunas corruptelas, pero se trata sin duda de un gobernador popular.
Insfr¨¢n ha gestionado la pandemia de la forma m¨¢s cient¨ªfica posible. Ha hecho exactamente lo que han requerido sus asesores m¨¦dicos. Formosa se cerr¨® desde el primer d¨ªa. Y hablamos de un cierre absoluto. Un pobre hombre se ahog¨® cruzando a nado un r¨ªo fronterizo porque quer¨ªa ver a su hija. Los contagiados que no pod¨ªan pagarse un hotel de cuarentenas eran internados durante varias semanas en alguno de los centros de aislamiento, en condiciones sanitarias bastante infectas; quienes hab¨ªan tenido contacto con alg¨²n contagiado eran internados tambi¨¦n. La prensa de fuera de Formosa no pudo entrar en la provincia para explicar lo que ocurr¨ªa hasta que un tribunal oblig¨® a Insfr¨¢n a conceder unos pocos permisos. Varias organizaciones de derechos humanos denunciaron como abusivas las medidas del gobernador.
El caso es que Formosa, con una poblaci¨®n de 574.000 habitantes, ha tenido s¨®lo 40 muertos por covid-19. La mitad de ellos, 20, en este mes de marzo, cuando la justicia oblig¨® a suavizar algunas restricciones y la oposici¨®n organiz¨® manifestaciones. La estrategia de Insfr¨¢n fue indiscutiblemente eficaz.
Hay quienes reclaman ese tipo de intransigencia en la lucha contra la pandemia. Envidian, por ejemplo, la eficiencia con que la mayor¨ªa de los pa¨ªses asi¨¢ticos, empezando por China, han manejado la crisis. Hablan de la disciplina social de los asi¨¢ticos y de su sentido de la colectividad y algo habr¨¢n tenido que ver, supongo, esos factores. Pero tambi¨¦n tiene que ver lo que podr¨ªamos llamar mano dura o, sin eufemismos, tiran¨ªa. Prescindir de los derechos individuales funciona bien en casos de emergencia sanitaria.
Todos los gobiernos han ca¨ªdo en la tentaci¨®n de limitar o suprimir libertades. Resulta comprensible. Veo que en Espa?a hay un ministro que justifica el allanamiento policial por la brava de las casas donde se realizan fiestas. Tambi¨¦n se aprob¨® con amplio consenso esa ley tonta (tanto, que hubo consenso inmediato en torno a su tonter¨ªa) que impone la mascarilla hasta al proverbial n¨¢ufrago en la isla desierta.
Es importante saber qu¨¦ somos y qu¨¦ queremos ser. Las democracias liberales consideran que cada ciudadano goza de un derecho inviolable: el derecho a ser est¨²pido. Y antisocial. E irresponsable. Los gobiernos autoritarios o dictatoriales carecen de ese problema. La cuesti¨®n de fondo es: ?queremos vivir en lugares como Formosa o China? Ojo, porque cuesta mucho ganar el derecho a la idiotez y cuesta poco perderlo. En ¨²ltimo extremo, a los gobiernos democr¨¢ticos (y no se?alo a nadie en Espa?a) les conviene preservar ese derecho a la idiotez. De lo contrario, m¨¢s de un dirigente pol¨ªtico deber¨ªa pasar a la clandestinidad.
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