Jillian C. York: ¡°A veces la supuesta censura genera a¨²n m¨¢s teor¨ªas de la conspiraci¨®n¡±
Activista y experta en libertad de expresi¨®n, cree que son los gobiernos, y no las empresas, los que deben marcar l¨ªmites en la Red
Hubo un tiempo, recuerda Jillian C. York (Dover, EE UU, 38 a?os), en el que los fundadores de las plataformas de internet nos hicieron creer que eran pr¨ªstinos espacios para el libre intercambio de ideas, sin censura, llenos de posibilidades. Pero a medida que los ciudadanos fueron traslad¨¢ndose masivamente a ellos para debatir, compartir o denunciar, era solo cuesti¨®n de tiempo que acabaran siendo controlados. T¨²nez, el primer pa¨ªs ¨¢rabe que se conect¨® a internet, fue tambi¨¦n e...
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Hubo un tiempo, recuerda Jillian C. York (Dover, EE UU, 38 a?os), en el que los fundadores de las plataformas de internet nos hicieron creer que eran pr¨ªstinos espacios para el libre intercambio de ideas, sin censura, llenos de posibilidades. Pero a medida que los ciudadanos fueron traslad¨¢ndose masivamente a ellos para debatir, compartir o denunciar, era solo cuesti¨®n de tiempo que acabaran siendo controlados. T¨²nez, el primer pa¨ªs ¨¢rabe que se conect¨® a internet, fue tambi¨¦n el primero en utilizarlo para la represi¨®n cuando esos espacios se volvieron cr¨ªticos con el r¨¦gimen de Ben Ali, escribe York en Silicon Values: The Future of Free Speech under Surveillance Capitalism (valores de Silicon Valley: el futuro de la libertad de expresi¨®n bajo el capitalismo de vigilancia). Escribi¨® el libro confinada en su piso de Friedrichshain, el pen¨²ltimo barrio de moda en Berl¨ªn, donde vive desde 2014 tras darse cuenta de que su trabajo en la Electronic Frontier Foundation (una ONG que defiende la libertad de expresi¨®n en internet) le exig¨ªa constantes viajes a Europa y a Oriente Pr¨®ximo. Experta en moderaci¨®n de contenidos, alerta de que las grandes compa?¨ªas de internet ejercen un inmenso poder sobre el debate p¨²blico.
PREGUNTA.?El hecho de que Twit?ter silenciara a todo un presidente de los EE UU (Donald Trump, en enero) es una prueba de su enorme poder. ?Fue la decisi¨®n adecuada?
RESPUESTA.?No creo que necesariamente buena a largo plazo, pero puedo entender por qu¨¦ se tom¨® a corto plazo. Las circunstancias eran extremas. Pero lo relevante aqu¨ª es que tardaron mucho en hacerlo y fue oportunista que esperaran hasta que pr¨¢cticamente hab¨ªa dejado el cargo.
P.??Cu¨¢l habr¨ªa sido el momento de hacerlo?
R.?Twitter no aplica unas reglas uniformes con nadie, y menos con l¨ªderes pol¨ªticos. Por ejemplo, en Myanmar hace un par de a?os suspendi¨® las cuentas de generales del Ej¨¦rcito que incitaban al odio y la violencia. Tambi¨¦n Facebook aplic¨® sus normas y cerr¨® sus cuentas. Y me pregunto si Trump viol¨® esas normas antes. Probablemente, s¨ª. Y si lo hizo, ?por qu¨¦ se le trat¨® de forma diferente que a usted, a m¨ª, o a esos generales birmanos? Esa es la cuesti¨®n: por qu¨¦ se le permitieron cosas que no se toleraron a otros.
P.?Usted defiende que ni gobiernos ni plataformas deben establecer l¨ªmites a la libertad de expresi¨®n. ?Qui¨¦n entonces? ?O no deber¨ªa haber l¨ªmites?
R.?Todos estar¨ªamos de acuerdo, creo, en que hay algunos l¨ªmites: abusos sexuales de menores, reclutamiento de terroristas, incitaci¨®n a la violencia¡ La mayor¨ªa de gente en la mayor¨ªa de sociedades dir¨ªa que esos contenidos deben ser limitados. Yo preferir¨ªa que fueran los gobiernos los que establecieran esas normas mediante un sistema judicial, y no las empresas. El problema es que la censura va por oleadas a lo largo de la historia. Cada ciertos a?os decimos: no, esto est¨¢ prohibido. Hay demasiada subjetividad. Unas culturas creen que una cosa debe ser censurada; otras pensar¨¢n que debe ser otra. En una sociedad cada vez m¨¢s global, lo que quiero es que un sistema en el que la ciudadan¨ªa participe m¨¢s en ese proceso, que sea m¨¢s democr¨¢tico.
P.??C¨®mo ejercen estas empresas la censura? ?Qui¨¦n decide, por ejemplo, qu¨¦ es terrorismo?
R.?El caso del terrorismo es especialmente complicado. Las empresas crean sus propias reglas. Unas se basan en leyes, otras no, y algunas se basan en interpretaciones equivocadas de las leyes. Luego hay Gobiernos que piden a las compa?¨ªas que censuren ciertas cosas y adem¨¢s hay foros formados por la sociedad civil y expertos acad¨¦micos que asesoran. Cuando hablamos de desnudez, por ejemplo, las empresas ponen sus normas seg¨²n su propia ideolog¨ªa sobre lo que consideran aceptable. Es un sistema demasiado variable seg¨²n el tema que se trate, y eso me preocupa. Hay muy poca transparencia.
P.?A veces los usuarios no saben ni cu¨¢les son las reglas.
R.?La transparencia con el usuario es b¨¢sica: tiene que saber qu¨¦ normas ha violado, c¨®mo se castiga, qu¨¦ puede hacer para recuperar la cuenta. La sociedad civil ha pedido a las empresas que cumplan unos m¨ªnimos requisitos de transparencia, como publicar el n¨²mero de retiradas de contenido o explicar c¨®mo lo moderan. Dicen estar de acuerdo, pero no cumplen.
P. Cuenta en el libro que al principio estas empresas no sab¨ªan c¨®mo moderar el contenido, no ten¨ªan personal ni expertos en cuestiones internacionales. ?Lo hacen mejor ahora?
R.?Depende. Creo que Facebook ha empeorado. Empez¨® como una plataforma pensada b¨¢sicamente para estadounidenses. Dec¨ªa que su objetivo era crear un mundo m¨¢s abierto y conectado, pero lo hac¨ªa desde su visi¨®n de c¨®mo era el mundo. Con el paso de los a?os creo que los ejecutivos de Facebook se han aislado a s¨ª mismos de la sociedad cada vez m¨¢s hasta el punto de no conocer a sus usuarios. No saben para qu¨¦ usan la plataforma ni por qu¨¦ es tan importante. En el otro extremo est¨¢ [el foro] Reddit. Y luego hay compa?¨ªas en el medio, como Twitter, que ha incorporado un equipo de derechos humanos y ha abierto oficinas en otras partes del mundo. Pero sigue luchando contra esos problemas.
P.?Facebook, Twitter y YouTube retiraron el v¨ªdeo Plandemic, que propagaba informaci¨®n falsa sobre el coronavirus. ?Demuestra esto que, cuando quieren, pueden actuar bien y r¨¢pido?
R.?En realidad, no. Ese v¨ªdeo era solo uno de los muchos contenidos de desinformaci¨®n que se distribuyen. Creo que es virtualmente imposible encontrarlo todo y retirarlo, y me pregunto si no es contraproducente, porque en ocasiones genera a¨²n m¨¢s teor¨ªas de la conspiraci¨®n por la supuesta censura. Normalmente se preocupan de estos v¨ªdeos cuando ya han llegado a los medios, lo que indica que no son capaces de buscar proactivamente.
P.?Da muchos ejemplos de eliminaci¨®n equivocada de contenidos en zonas con agitaci¨®n pol¨ªtica, terrorismo o guerra.
R.?En Siria, por ejemplo, las plataformas han eliminado mucha documentaci¨®n hist¨®rica. Uno puede pensar que no se deber¨ªa subir contenido violento a YouTube, pero cuando est¨¢s en una zona de guerra, es la manera m¨¢s r¨¢pida y f¨¢cil de que alguien lo vea. En Libia un v¨ªdeo de YouTube se us¨® como prueba para procesar a un general. Va en contra de los principios de los derechos humanos, de la justicia, borrar determinado contenido.
P.??C¨®mo han reaccionado las empresas a la presi¨®n de reg¨ªmenes autoritarios que quieren eliminar la disidencia?
R. Antes de 2011 algunas compa?¨ªas se plantaron antes estos reg¨ªmenes, pero el auge del terrorismo, del populismo y del extremismo de derecha cambiaron las cosas despu¨¦s. Tras la Primavera ?rabe, las plataformas empezaron a recibir presiones para retirar contenidos. Primero cedieron con Paquist¨¢n, y despu¨¦s ocurri¨® con Rusia y Turqu¨ªa. Cuando empiezan a transigir con estados no democr¨¢ticos, llegan otros que piden el mismo trato y de repente ya no pueden escoger a qui¨¦n hacer caso y a qui¨¦n no. Ahora es raro que se planten ante estos Gobiernos.
P. Cita usted a Siva Vaidyanathan, que en su libro Antisocial media dice que ¡°las redes sociales socavan la democracia¡±. ?Est¨¢ de acuerdo?
R. Por un lado creo que las redes sociales tienen el potencial de hacer grandes cosas por la democracia, y creo que en cierto modo lo han hecho: son un instrumento muy poderoso para el activismo. Pero al mismo tiempo, a medida que estas plataformas se hac¨ªan m¨¢s y m¨¢s grandes, por culpa de su modelo de negocio, enteramente basado en el capitalismo de vigilancia, la publicidad y tratar de influir en la sociedad, en ¨²ltima instancia creo que s¨ª, que son negativas para la democracia.
P.??Nos preocupa como sociedad el poder de estas empresas al formar la opini¨®n p¨²blica?
R.?La pandemia ha hecho que descienda varios puestos en la lista de prioridades. Al estar todos encerrados un a?o, las redes sociales se han vuelto vitales para muchas personas, que las usan para tratar de sobrevivir. En Estados Unidos ha habido gente que las ha usado para recaudar dinero y costear sus gastos sanitarios. Otros que no pod¨ªan ganarse la vida se han abierto una cuenta en Onlyfans. Es complicado ahora luchar contra el poder de las compa?¨ªas, pero hay ejemplos, como la ley de servicios digitales de la Uni¨®n Europea, que regular¨¢ a las grandes empresas tecnol¨®gicas. Incluye obligaci¨®n de justicia, de transparencia y responsabilidad en la moderaci¨®n del contenido que publican.
P. Imagine un mundo perfecto en el que la libertad de expresi¨®n est¨¢ garantizada. ?C¨®mo ser¨ªan las redes sociales en ese mundo?
R. Me gustar¨ªa que las redes sociales fueran bienes p¨²blicos, que fueran de propiedad p¨²blica y colectiva. Es mucho so?ar, especialmente en el contexto estadounidense de capitalismo tard¨ªo. No soy una absolutista de la libertad de expresi¨®n, sino una maximalista. Creo que la censura debe emplearse solo en casos muy contados, porque no resuelve los problemas sociales. Los gobiernos deber¨ªan dedicar sus energ¨ªas a mejorar la educaci¨®n y el di¨¢logo, pero no veo voluntad. Es mucho m¨¢s f¨¢cil apuntar a las redes sociales.