El par¨¦ntesis de Pangloss
Somos tan felices que con frecuencia tenemos que recurrir a problemas del pasado: el presente ofrece un suministro escaso
Esta ma?ana estuve mirando unas fotograf¨ªas de Cristina Garc¨ªa Rodero, una excepcional fot¨®grafa que, quiz¨¢ por no estar muy pendiente de la actualidad, capta la realidad como pocos artistas. Eran im¨¢genes de la Espa?a de antes. No de mucho antes: yo llegu¨¦ a conocer esa Espa?a enjuta y monocrom¨¢tica que, por debajo de las enso?aciones de la dictadura y las juergas de los se?oritos, viv¨ªa pegada al d¨ªa a d¨ªa y a los hechos concretos.
Hoy nos da bastante igual la vida de nuestros abuelos...
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Esta ma?ana estuve mirando unas fotograf¨ªas de Cristina Garc¨ªa Rodero, una excepcional fot¨®grafa que, quiz¨¢ por no estar muy pendiente de la actualidad, capta la realidad como pocos artistas. Eran im¨¢genes de la Espa?a de antes. No de mucho antes: yo llegu¨¦ a conocer esa Espa?a enjuta y monocrom¨¢tica que, por debajo de las enso?aciones de la dictadura y las juergas de los se?oritos, viv¨ªa pegada al d¨ªa a d¨ªa y a los hechos concretos.
Hoy nos da bastante igual la vida de nuestros abuelos y bisabuelos. Pero vaya vidas aquellas. Las guerras de Cuba y Filipinas y el fin del imperio. La guerra de Marruecos (en la que Alfonso XIII fue destacad¨ªsimo comisionista: hay tradiciones que perduran) y el fin de los residuos del imperio. La dictadura de Primo de Rivera. La II Rep¨²blica. La insurrecci¨®n socialista. El golpe militar y la Guerra Civil. La dictadura de Franco. El racionamiento y la autarqu¨ªa. A?¨¢dase a esto cambios de moneda, quebrantos econ¨®micos, hambrunas, disturbios, matanzas.
Si uno repasa la historia reciente de Espa?a (o la de Francia, o la de Alemania, cada cual con su estilo) y la compara con el presente, siente algo parecido al v¨¦rtigo. Los individuos de mi tiempo, los llamados boomers, hemos gozado de tiempos ins¨®litamente benignos. Nuestra vida ha sido bastante tranquila y previsible. Paz, buena atenci¨®n sanitaria, pensiones, viajes y vacaciones. Hemos disfrutado, y a¨²n disfrutamos, de una especie de par¨¦ntesis de Pangloss: nuestro peque?o mundito ha sido casi el mejor de los mundos posibles. Como el fil¨®sofo en la novela de Voltaire, hemos llegado a creer que todo tiene sentido.
La pandemia pasar¨¢ como un ataque de hipo. Para muchos, ha pasado ya. Salimos ni mejores ni peores. Somos los mismos, y las quejas por la grave crisis humanitaria en los hoteles de Mallorca demuestran que ah¨ª estamos. Incapaces de tolerar la m¨¢s m¨ªnima frustraci¨®n. Padres e hijos abrazados en una misma fantas¨ªa. ?Qu¨¦ derecho tiene la realidad a perturbar nuestra existencia?
Pablo Casado persiste en delirar en voz alta. Toni Cant¨® promocionar¨¢ el uso del espa?ol en Madrid, que ya era hora. La mitad de la poblaci¨®n catalana se amarga (dentro de l¨ªmites confortables) porque Catalu?a no es independiente; la otra mitad se amarga (sin alardes) porque su peso pol¨ªtico y social se ha reducido a casi nada. Nos angustian los idiomas y las banderas. Somos tan felices que, con frecuencia, tenemos que recurrir a los problemas del pasado porque el presente ofrece un suministro escaso.
Qu¨¦ hermosa, esta inercia nuestra. Ni siquiera los j¨®venes, conscientes ya de que su vida ser¨¢ menos previsible y m¨¢s agitada (no digo peor, digo distinta) que la de sus padres, son capaces de sustraerse al paradigma del par¨¦ntesis. El cambio clim¨¢tico, contra el que no hacemos nada porque para qu¨¦ complicarnos la existencia, y las migraciones masivas, al margen de lo que no podemos todav¨ªa imaginar, nos devolver¨¢n al estr¨¦pito de la historia. No a mi generaci¨®n, monumento al ego¨ªsmo y a la inconsciencia, sino a los otros.
Creo que, dentro de unas d¨¦cadas, los j¨®venes de hoy tendr¨¢n una mirada como las que fotografi¨® Cristina Garc¨ªa Rodero: una mirada fija en cosas reales y no necesariamente c¨®modas.
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