Lo que hemos aprendido
Ci?¨¦ndonos a Espa?a, durante un a?o de pandemia hemos sufrido, en promedio, algo as¨ª como un 11-M diario
Conviene aprender todo lo posible de esta experiencia. Porque puede haber otras.
Sobre el asunto de los confinamientos forzosos, el estado de alarma y el estado de excepci¨®n, que por lo que leo de distintos juristas (yo no tengo ni idea) resulta bastante complejo y abundante en matices, disponemos ya de alguna jurisprudencia. La pr¨®xima vez, sea una pandemia o sea algo que ni siquiera concebimos ahora, lo apropiado es el estado de excepci¨®n. Eso dice el Tribunal Constitucional y es lo que hay.
Mejor dejar los juicios pol¨ªticos a los pol¨ªticos, tan golosos con la hip¨¦rbole. Al conocerse la sentencia, la inefable presidenta de Madrid, Isabel D¨ªaz Ayuso, se proclam¨® salvadora de la patria: ¡°Si Madrid no se hubiera opuesto frontalmente al rodillo del Gobierno, Espa?a estar¨ªa ahora completamente arruinada¡±. Caramba. Gracias, Isabel. Gracias, Madrid. Podemos, por su parte, dijo que el tribunal era de Vox. No s¨¦ si hay para tanto, pero vale.
Hay aspectos m¨¢s complejos que deber¨ªan analizarse. Por ejemplo, el grado de resistencia de la sociedad ante una mortandad alt¨ªsima. Hemos comprobado que la muerte abstracta causa un impacto relativamente leve. Ci?¨¦ndonos a Espa?a, durante un a?o hemos sufrido, en promedio, algo as¨ª como un 11-M diario.
Quiz¨¢ esa comparaci¨®n no sea apropiada, porque aquello fueron asesinatos. Mejor imaginar un accidente a¨¦reo cada d¨ªa. Cada d¨ªa, los medios informativos abriendo con im¨¢genes de un fuselaje humeante. Cada d¨ªa, la sugestiva fotograf¨ªa de un zapatito infantil perdido entre los escombros de la tragedia o, en medios m¨¢s obscenos, el retrato de un cad¨¢ver decapitado, no identificable (que se reconozca a la v¨ªctima est¨¢ mal) pero lo bastante atroz como para captar el morbo de la audiencia (eso, se supone, est¨¢ bien). Cada d¨ªa, una lista de los muertos con su fotito y su peque?a biograf¨ªa.
Padecer eso habr¨ªa sido m¨¢s duro. Pero el impacto de las muertes de la pertinaz covid en el ¨¢nimo colectivo ha sido, dec¨ªamos, relativamente leve. No es lo mismo la violencia de un accidente que el leve silbido de alguien que se asfixia en la intimidad de una uci. La muerte hospitalaria (o en el olvido de una residencia para ancianos) hiere casi exclusivamente a los allegados. La cosa acaba convirti¨¦ndose en una simple cifra. Hoy, tantos muertos. Ah, vale. ?A¨²n no abren los bares?
Lo eficaz, de cara al futuro, ser¨ªa que cada partido consignara en su programa electoral d¨®nde fija el l¨ªmite para adoptar medidas dr¨¢sticas. Para que en pr¨®ximos desastres supi¨¦ramos a qu¨¦ atenernos. Si el PP, por ejemplo, dijera que ni hablar de cierres o confinamientos por debajo de los 1.000 muertos diarios y el PSOE estableciera el l¨ªmite en 300, podr¨ªan pactar en torno a los 650 o 700. De esta forma, la discusi¨®n se mantendr¨ªa dentro de las cifras y la abstracci¨®n.
Cuando a un individuo se le exige elegir entre la bolsa o la vida, suele renunciar a la bolsa. Entre la bolsa o la vida, la sociedad, en cambio, prefiere renunciar a la vida. Preferiblemente la de los dem¨¢s. Ateni¨¦ndonos al resultado de las elecciones en Madrid, esa es una ense?anza de la pandemia. Algo que ya sabemos para la pr¨®xima vez.
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