100 d¨ªas, por favor
En los pr¨®ximos dos a?os de gesti¨®n, Pedro S¨¢nchez puede hacer muchas cosas, salvo una: otra crisis de gobierno
El presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, tiene por delante dos a?os de gesti¨®n casi garantizados en los que puede hacer muchas cosas, salvo una: otra crisis de gobierno. La que acaba de acometer es lo suficientemente profunda y arrojada como para que este Gabinete sea con el que tenga que llegar a las elecciones generales de 2023.
Los cambios buscan seguramente una estructura m¨¢s vertical, con tres vicepresidentas que tienen campos definidos, y un ministro, el de la Presidencia, m¨¢s transversal, con mucho poder, pero ministro, al fin y al cabo, y no vicepresidente. Es una pena que la crisis haya cogido a Unidas Podemos en un momento de reorganizaci¨®n interna. Ni Yolanda D¨ªaz, vicepresidenta segunda, ni Ione Belarra, ministra y secretaria general de UP, tienen a¨²n fuerza propia suficiente como para proponer al presidente cambios en su cuota de coalici¨®n. Tambi¨¦n es posible que sea dif¨ªcil tirar de una cantera cada d¨ªa menos nutrida. En cualquier caso, han desaprovechado una ocasi¨®n de reforzar su imagen pol¨ªtica, porque es dif¨ªcil pensar que S¨¢nchez acepte que UP le proponga cambios m¨¢s adelante. ?l es el ¨²nico habilitado para hacer crisis. De hecho ¡ªy es algo que deber¨ªan aprender el jefe de la oposici¨®n, Pablo Casado, y su Partido Popular¡ª, la ¨²nica y exclusiva condici¨®n para hacer una crisis de gobierno es ser presidente del Gobierno. Simple.
S¨¢nchez present¨® su nuevo Gobierno resaltando tres caracter¨ªsticas: la edad media de sus miembros es inferior a la del Gabinete anterior (de 55 a 50 a?os), varios de sus miembros proceden de la vida municipal y un 63% son mujeres. Es curiosa la importancia que los pol¨ªticos espa?oles conceden, en t¨¦rminos generales, a bajar la edad media de los gobiernos, convirti¨¦ndolo casi en un imperativo ideol¨®gico. En realidad, la pol¨ªtica espa?ola acoge con dificultad a ministros con 60 o m¨¢s a?os, pero no es tampoco una novedad. Manuel Aza?a fue presidente del Gobierno con 51 a?os y presidente de la Rep¨²blica con 56. La imagen que se impone de ¨¦l como un hombre mayor es bastante falsa: de hecho, Aza?a muri¨® en el exilio con solo 60 a?os. Y en la etapa democr¨¢tica ha habido ministros de 31 a?os (Bibiana A¨ªdo), en el PSOE, y de 33 (Mat¨ªas Rodr¨ªguez Inciarte), en UCD. ¡°La agilidad¡±, dijo Jos¨¦ Canalejas, un presidente del Gobierno de principios del siglo XX, que (¨¦l s¨ª) ten¨ªa 58 a?os al ocupar el cargo, ¡°hace falta para subirse a los ¨¢rboles, no para gobernar a los pueblos¡±.
El propio Manuel Aza?a escribi¨® que la gente no se asocia en pol¨ªtica por la edad, se asocia por las opiniones. Es verdad que en las acampadas del 15-M fueron protagonistas los m¨¢s j¨®venes, pero eso se debi¨® m¨¢s, seguramente, a que la juventud es un requisito aconsejable para dormir en el suelo de la madrile?a Puerta del Sol, que a la juventud del voto que recibi¨® despu¨¦s Podemos. De hecho, sus votantes en la franja entre 43 y 65 a?os fueron casi equiparables a los del PP (que tiene, eso s¨ª, muchos m¨¢s seguidores en la franja superior a los 65 a?os).
Pero tenga la edad que tenga el Gabinete de S¨¢nchez es, obviamente, plenamente leg¨ªtimo. La presencia de alcaldesas con a?os de trabajo en la vida pol¨ªtica municipal es arriesgada, pero interesante porque han acumulado verdadera experiencia en cargos locales donde se precisa capacidad pol¨ªtica. Interesante tambi¨¦n el cambio de cartera de Miquel Iceta, que implica seguramente que se aleja de cualquier negociaci¨®n catalana y que ser¨¢ Salvador Illa quien tome la batuta. Iceta es brillante, pero, a veces, un poco confuso, algo de lo que Illa ha huido hasta ahora. Es posible que la posici¨®n del PSC sea ahora m¨¢s clara y tajante.
La oposici¨®n no ha aprovechado la ocasi¨®n para recuperar un discurso pol¨ªtico: vuelve a discurrir fuera de la raz¨®n cuando critica el cambio de gobierno sin esperar siquiera los 100 d¨ªas tradicionales. Y no porque 100 sea una cifra m¨¢gica, sino porque es el tiempo que se ha dado casi siempre a un cargo p¨²blico para que presente ante el Congreso sus planes y los someta a la cr¨ªtica y a las posibles alternativas de la oposici¨®n. El PP, que en teor¨ªa tanto aprecia la tradici¨®n, deber¨ªa recuperar esta: 100 d¨ªas, por favor.
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