Sin espacios comunes, la otra distancia social se agranda
Las bibliotecas, los parques, los locales vecinales o las canchas forman la infraestructura social. Con su desmantelamiento, cuaja la segregaci¨®n y aparece la soledad
Una biblioteca p¨²blica es un lugar donde se ofrecen libros en pr¨¦stamo, donde se fomenta la lectura y se difunde la cultura. Pero es mucho m¨¢s: entre sus muros los j¨®venes van a estudiar, los jubilados acuden a leer la prensa, las personas sin hogar se refugian y utilizan internet, hay talleres, conferencias, presentaciones. Lo m¨¢s importante es que all¨ª la ciudadan¨ªa se relaciona y crea v¨ªnculos, genera comunidad: es sabido que son las relaciones con las otras personas las que hacen que nuestra vida merezca la pena....
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Una biblioteca p¨²blica es un lugar donde se ofrecen libros en pr¨¦stamo, donde se fomenta la lectura y se difunde la cultura. Pero es mucho m¨¢s: entre sus muros los j¨®venes van a estudiar, los jubilados acuden a leer la prensa, las personas sin hogar se refugian y utilizan internet, hay talleres, conferencias, presentaciones. Lo m¨¢s importante es que all¨ª la ciudadan¨ªa se relaciona y crea v¨ªnculos, genera comunidad: es sabido que son las relaciones con las otras personas las que hacen que nuestra vida merezca la pena. Y que la sociedad est¨¦ sana.
Las bibliotecas p¨²blicas, los parques, las parroquias, los locales vecinales, las sedes sindicales, las pistas deportivas, los bares populares, etc¨¦tera, forman la infraestructura social, que el soci¨®logo estadounidense Eric Klinenberg trata en su reciente libro Palacios del pueblo (Capit¨¢n Swing), y que est¨¢ desapareciendo. ¡°Estados y sociedades de todo el mundo han dado por sentada la infraestructura social¡±, dice el experto, y ¡°ahora, en nombre de la austeridad, han dejado de invertir en espacios p¨²blicos y lugares de reuni¨®n accesibles¡±.
Esta escasez de espacio f¨ªsico donde construir la vida en com¨²n coincide con otros fen¨®menos coadyuvantes, como una sociedad cada vez m¨¢s individualista seg¨²n dicta el dogma econ¨®mico, el camino hacia un mundo cada vez m¨¢s virtual (en redes sociales o en la futura plataforma Metaverso) o el distanciamiento personal que se ha intensificado con la pandemia. Espa?a, adem¨¢s, muestra bajas tasas de asociacionismo en comparaci¨®n con otros pa¨ªses europeos. Dicen que el roce hace el cari?o, pero cada vez nos rozamos menos, en parte porque no tenemos donde hacerlo.
Sin embargo, no parece que esta desaparici¨®n de la infraestructura social cause alarma, al menos en algunos sectores de la sociedad. ¡°Las personas con una buena posici¨®n econ¨®mica pueden encontrar sustitutos para los espacios p¨²blicos¡±, se?ala Klinenberg. Es notorio c¨®mo pueden desaparecer los bancos en la v¨ªa p¨²blica sin que eso preocupe a aquellos que pueden permitirse una terraza (en torno a las que la pandemia genera furor). Hay quienes pueden ir a clubes, gimnasios, centros deportivos privados o restaurantes: son lugares que funcionan para relacionarnos con personas de nuestra misma clase social.
¡°Los buenos lugares p¨²blicos nos ayudan a salvar las divisiones sociales¡±, dice un soci¨®logo
¡°Lo que hacen los buenos espacios p¨²blicos¡±, dice el soci¨®logo, ¡°es ayudarnos a salvar las divisiones sociales, lo que significa que podemos conservar alg¨²n sentido de identidad colectiva compartida o proyecto com¨²n¡±. Un curioso espacio p¨²blico es la red de metro: no es un lugar donde se traben relaciones sociales, pero s¨ª es una perfecta coctelera de personas de toda clase y condici¨®n. Quien viaja en transporte p¨²blico es m¨¢s consciente de la diversidad de la sociedad que lo rodea, y puede experimentar mejor el sentimiento de comunidad con los diferentes.
¡°Hay muchas cadenas de causas que debilitan los espacios comunes, pero, de entre todas, me parece que la l¨®gica de convertir todo en ocasi¨®n de negocio y beneficio es una de las m¨¢s invasivas¡±, dice el fil¨®sofo Fernando Broncano, autor de Espacios de intimidad y cultura material (C¨¢tedra). Un ejemplo es la mecanizaci¨®n del comercio que proponen los establecimientos de fast food o los supermercados, no lugares donde es muy dif¨ªcil que se generen lazos sociales. Otro es la divisi¨®n social de los espacios comunes: los espacios libres son segregados en parques infantiles, zonas de terrazas, gimnasios al aire libre para personas mayores, espacios para mascotas. ¡°Al final del remodelado, el espacio com¨²n se ha convertido en un ordenamiento de soledades¡±, se?ala Broncano, ¡°el viejo ya no puede hacer bromas con el ni?o, ni el ni?o jugar a otra cosa que a los columpios que le mandan, ni dar pelotazos en el espacio de las mesas¡±.
Los sitios digitales han derivado m¨¢s bien en anticomunidad y polarizaci¨®n
?No podr¨ªa el espacio virtual de internet suplir la falta de espacios f¨ªsicos tridimensionales? Es cierto que la Red permite la conexi¨®n entre personas lejanas, la reuni¨®n de colectivos dispersos y poco numerosos, la b¨²squeda del amor o los encuentros laborales en remoto, incluso sirven para paliar la soledad, pero no parecen ser suficiente para suplir el encuentro f¨ªsico y crear comunidad, como se demostr¨® en la necesidad de contacto que la sociedad a coro proclam¨® durante los confinamientos pand¨¦micos. A veces, los espacios digitales han derivado m¨¢s bien en anticomunidad y polarizaci¨®n, como se ve en el fango y la virulencia de Twitter.
La falta de tiempo propio en un mundo cada vez m¨¢s acelerado tambi¨¦n influye en el desinter¨¦s por los espacios comunes. ¡°A veces necesitamos un animal de compa?¨ªa o tener hijos para crearnos tiempos que no sean los ya organizados¡±, dice Broncano, ¡°los espacios f¨ªsicos est¨¢n en declive porque lo que est¨¢ en decadencia es el tiempo en com¨²n¡±.
Hay algunos espacios donde la interacci¨®n social tiene un papel especialmente protagonista, son los laboratorios ciudadanos. ¡°Son espacios abiertos a la participaci¨®n de cualquiera para hacer juntos proyectos que buscan mejorar la vida en un lugar. Crean v¨ªnculos m¨¢s fuertes que los que se dan en otros espacios p¨²blicos como museos o cafeter¨ªas¡±, explica Marcos Garc¨ªa, exdirector de MediaLab Prado, un laboratorio que fue apartado del centro de Madrid y recortado por el actual gobierno municipal, que a su llegada al Ayuntamiento inici¨® una fuerte tendencia de destrucci¨®n de centros vecinales y tejido social.
Otra explicaci¨®n para la falta de preocupaci¨®n por la merma de lo comunitario y lo participativo podr¨ªa ser la falta de oferta en este sentido: aunque las personas sean proclives a la interacci¨®n y la participaci¨®n, hacen falta infraestructuras que canalicen esa tendencia, y que vayan m¨¢s all¨¢ de contar con un lugar f¨ªsico y unas convocatorias abiertas. ¡°Es necesario llevar a cabo una labor de mediaci¨®n para que cualquiera se sienta invitado a presentar propuestas o colaborar en la iniciativa de otra persona¡±, se?ala Garc¨ªa, ¡°as¨ª la participaci¨®n en los laboratorios ciudadanos siempre ha sido abundante y diversa¡±.
En estos tiempos se est¨¢n haciendo inversiones hist¨®ricas en nuevas infraestructuras convencionales, como carreteras, aeropuertos, t¨²neles o puentes, pero es preciso que no se olviden esas otras infraestructuras en las que enra¨ªza la sociedad. Ahora es importante: ¡°Dados los problemas de polarizaci¨®n y desinformaci¨®n¡±, concluye Klinenberg, ¡°este es un momento crucial para revitalizar la biblioteca, por ejemplo, como un lugar para la educaci¨®n, la conectividad, el compromiso c¨ªvico y la construcci¨®n de la comunidad¡±.
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