El cine se resiste a ser un paquete
?Sobrevivir¨¢n las buenas pel¨ªculas al empaquetado de las plataformas de ¡®streaming¡¯? Quiz¨¢ s¨ª, pero protejamos la cultura cin¨¦fila ante las recomendaciones de los algoritmos
El socorrido lugar com¨²n de la pel¨ªcula maldita, capaz de sumir en la locura a todo espectador que caiga bajo su embrujo, reaparece en Drive In, tercer episodio de American Horror Stories, spin-off derivado de la serie American Horror Story. Difundido en nuestro pa¨ªs a trav¨¦s de la plataforma Disney+, el cap¨ªtulo presenta un giro final que es puro esp¨ªritu de nuestros tiempos. Que los al¨¦rgicos al spoiler salten al siguiente p¨¢rrafo: la pareja protagonista intenta por todos los medios destruir las copias existentes de esa pel¨ªcula que convierte a cada uno de sus espectadores en un zombi sediento de sangre, pero no pueden evitar que su director acabe vendiendo los derechos a Netflix y la fuerza del streaming globalice la maldici¨®n como una apocal¨ªptica pandemia de la mirada. Un desenlace que replica, precisamente, al de El tumor de rostro humano, el relato de Junichiro Tanizaki de 1918 que fund¨® el t¨®pico de la pel¨ªcula maldita y en el que un acuerdo de distribuci¨®n internacional para una oscura pel¨ªcula tambi¨¦n funcionaba como anticipaci¨®n del apocalipsis.
Drive In no es el ¨²nico indicio de que las plataformas de streaming parecen haber alcanzado cierta conciencia de culpa. Una conciencia que no parece orientada a ninguna expiaci¨®n de sus posibles pecados, sino a la rentabilizaci¨®n de ese lado oscuro como contenido. En La cl¨¢sica historia de terror, de Roberto De Feo y Paolo Strippoli, producci¨®n de ?Netflix, el rodaje de una aparatosa snuff movie se remata con otro gesto de iron¨ªa posmoderna: la org¨ªa de sangre que se ha llevado por delante a la mayor¨ªa de los personajes se convierte en contenido de una hipot¨¦tica plataforma de streaming especializada en emociones extremas ¡ªBloodflix¡ª, cuyos usuarios consumen sin prestar demasiada atenci¨®n, con el dedo puesto en el bot¨®n de avance r¨¢pido.
Para Netflix ¡ªy, por extensi¨®n, para el resto de las plataformas de streaming¡ª, ser demonizada por la vieja cultura cinematogr¨¢fica es parte del juego. A fin de cuentas, algo tan apocal¨ªptico como una pandemia y un confinamiento global parece haber sido el mejor aliado para imponer este modelo de exhibici¨®n ¡ªprivado, dom¨¦stico, personal, fragmentario¡ª en ese tenso pulso con las salas de cine que alcanz¨® su punto cr¨ªtico con la reacci¨®n de los exhibidores franceses frente a la selecci¨®n en Cannes de dos producciones de Netflix en 2017. Ahora, en el nuevo contexto, los principales enemigos de una plataforma de streaming son¡ las otras plataformas que compiten por las cuotas de mercado en lo que ha sido bautizado como ¡°las guerras del streaming¡±.
Uno de los movimientos m¨¢s radicales en este juego de estrategias para obtener una pieza mayor del pastel lo protagoniz¨® HBO Max con lo que se bautiz¨® internamente como el Proyecto Palomitas: Warner anunci¨® que todos sus estrenos de 2021 iban a llegar, en Estados Unidos, al mismo tiempo a las salas de cine y a la plataforma HBO Max. El negocio de la exhibici¨®n cinematogr¨¢fica se convert¨ªa as¨ª en puro da?o colateral de una guerra abierta entre titanes, para desesperaci¨®n de cineastas como Denis Villeneuve, que public¨® una carta en Variety para se?alar lo que hab¨ªa vivido como una aut¨¦ntica traici¨®n. Con la jugada, HBO Max alcanz¨® la cifra de 74 millones de suscriptores en el mundo entero: un aumento espectacular de 14 millones de usuarios en un a?o que, no obstante, a¨²n sit¨²a a la marca que consolid¨® el fen¨®meno de la nueva ficci¨®n televisiva lejos de los 118 millones de Disney+ y, sobre todo, de los 214 millones de suscriptores de Netflix. Una de las caracter¨ªsticas de estas guerras del streaming es la persistente fluidez de sus reglas del juego. En 2022, los estrenos cinematogr¨¢ficos de Warner ser¨¢n exclusivamente en salas¡, aunque llegar¨¢n a HBO Max tan solo 45 d¨ªas despu¨¦s, acortando dr¨¢sticamente las ventanas de explotaci¨®n, algo que tambi¨¦n est¨¢n haciendo Disney+ y Amazon Prime, sin duda bajo la presi¨®n de un gigante Netflix para quien la exhibici¨®n en salas ha sido siempre una suerte de compromiso residual.
En su n¨²mero de septiembre de 2021, la revista brit¨¢nica Sight and Sound se interrogaba sobre el futuro del cine, entrevistando a cerca de una cincuentena de cineastas. Luca Guadagnino declaraba: ¡°Por un lado est¨¢ el cine y por otro est¨¢ el contenido disfrazado de cine por las plataformas de streaming. No creo que dichas plataformas est¨¦n en el negocio del cine. Pienso que est¨¢n en el negocio del contenido¡±. Sus palabras pueden sonar a soflama lanzada desde la atalaya de la integridad cin¨¦fila, pero quiz¨¢ convenga recordar que el director de Call Me By Your Name ya tiene en su curr¨ªculo una serie para HBO ¡ªWe Are Who We Are¡ª y est¨¢ ultimando la segunda ¡ªuna nueva adaptaci¨®n de Retorno a Brideshead con Andrew Garfield y Cate Blanchett en cabeza de reparto¡ª. Quiz¨¢ a un cin¨¦filo tradicional le escandalice que en el informe de Sight and Sound haya pocos cineastas que apelen al lenguaje formal del cine: todo parece reducirse a la dial¨¦ctica entre el ritual colectivo de la platea y el consumo solitario y ensimismado en plataformas. Ninguno carga excesivamente las tintas contra las plataformas, porque se han convertido en un agente necesario dentro de la propia industria del cine y quiz¨¢ ya no hay cineasta que pueda esgrimir su pureza de manera inapelable. Entre los creadores con entrevista larga en ese informe conviven quien ha practicado el equilibrismo entre el indie y el blockbuster corporativo (Chlo¨¦ Zao), quien ha optado por un estreno televisivo para llegar a m¨¢s p¨²blico (Steve McQueen) y quien prepara una serie para ?AppleTV dici¨¦ndose que en realidad prepara una gran pel¨ªcula por entregas (Sofia Coppola).
Si bien las plataformas propician ciertos modelos de narraci¨®n y est¨¦tica bajo la tiran¨ªa del algoritmo, el cine, como lenguaje y forma, no est¨¢ en peligro de extinci¨®n. La que tal vez necesita ser protegida ¡ªy alentada¡ª es la cultura cin¨¦fila, pero ah¨ª quiz¨¢ la soluci¨®n est¨¦ tambi¨¦n en las plataformas: aquellas que, como Filmin, Mubi, Criterion Channel o la flamante Cryptofiction, tienen detr¨¢s a programadores/curadores y no los g¨¦lidos algoritmos.
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