Ricos y pobres, cada vez m¨¢s separados
Los m¨¢s adinerados tienden a trasladarse a urbanizaciones separadas del trasiego de la gran ciudad mientras los menos afortunados se enfrentan a condiciones posapocal¨ªpticas de contaminaci¨®n y superpoblaci¨®n
En las ciudades la gente diferente vive en sitios diferentes: se llama segregaci¨®n urbana. La segregaci¨®n se puede dar por distintos motivos, como la etnia o los estilos de vida, pero el factor m¨¢s importante es el econ¨®mico. Los que m¨¢s dinero tienen pueden elegir donde viven, para los m¨¢s pobres la elecci¨®n no es tan amplia. Los primeros viven en barrios mejores, con mejores servicios, mejor construcci¨®n y calidad medioambiental. Los pobres tienen que resignarse a vivir en barrios donde todo es un poco m¨¢s precario e incluso la esperanza de vida unos a?os m¨¢s corta. Se llama ¡°efecto barrio¡± a la influencia de la segregaci¨®n residencial en la trayectoria vital de las personas, muchas veces traducido en fracaso escolar, desigualdad y falta de oportunidades.
Estudios y expertos coinciden en que la segregaci¨®n va en aumento, en correlaci¨®n a las crecientes desigualdades provocadas por el modelo econ¨®mico vigente, lo que puede provocar problemas en las megaurbes hacia las que nos encaminamos. Las Naciones Unidas prev¨¦n que un 68% de la poblaci¨®n mundial vivir¨¢ en ciudades en 2050, en Espa?a ya vive el 80%. Las ciudades son y ser¨¢n el escenario de los conflictos sociales presentes y futuros.
El llamado ¡°efecto barrio¡± influye en la longevidad, el fracaso escolar y en la falta de oportunidades
¡°Los ricos y los pobres est¨¢n viviendo a distancias crecientes unos de otros, y esto puede ser desastroso para la estabilidad social y el poder competitivo de las ciudades¡±, se?ala un estudio realizado durante la primera d¨¦cada de este siglo por varias universidades europeas (Socio-Economic Segregation in European Capital Cities). Entre las causas est¨¢n la globalizaci¨®n, la reestructuraci¨®n del mercado laboral, la diferencia de ingresos, la merma del Estado del bienestar y la mercantilizaci¨®n de la vivienda. La gentrificaci¨®n y la turistificaci¨®n son, adem¨¢s, procesos que contribuyen a esta separaci¨®n entre las personas que, seg¨²n sus condiciones vitales, dejan de convivir con otros grupos diferentes. Si lo interesante de las ciudades era su condici¨®n de crisol de gentes y culturas, esta caracter¨ªstica puede estar llegando a su fin.
La centrifugadora urbana
Las cosas no siempre han sido as¨ª. En la segunda mitad del siglo XIX, como recuerda el soci¨®logo Richard Sen?nett en su reciente ensayo Construir y habitar (Anagrama), los edificios, por muy se?oriales que fueran, pod¨ªan albergar talleres en los bajos, luego unas plantas donde viv¨ªa la burgues¨ªa y los pisos m¨¢s altos, que eran peores y m¨¢s peque?os, donde viv¨ªan humildes trabajadores. Hab¨ªa roce entre las clases sociales, la segregaci¨®n se daba en el mismo edificio, no tanto a escala urbana. Pero con la llegada de los transportes, como el tranv¨ªa, ya no era necesario que las clases populares vivieran junto a las adineradas. La producci¨®n industrial se llev¨® a las afueras: ¡°La ciudad operaba como una centrifugadora que separaba espacialmente a las clases¡±, escribe Sennett. El ascensor (f¨ªsico, no social) permiti¨® que los ricos viviesen en pisos altos sin necesidad de subir escaleras. Y ahora est¨¢n de moda los ¨¢ticos de lujo, cosa entonces impensable.
?Por qu¨¦ no es deseable la segregaci¨®n urbana? Adem¨¢s de las razones relacionadas con la justicia social, existen otras: ¡°La segregaci¨®n es perjudicial desde el punto de vista de la innovaci¨®n, las ciudades muy segregadas expulsan a trabajadores que no pueden vivir en ellas y tienen dificultades para crecer en el futuro¡±, explica Esteban Moro, investigador de la Universidad Carlos III de Madrid y del MIT (Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts, en sus siglas en ingl¨¦s). La aglomeraci¨®n de la diversidad humana en las primeras ciudades, hace 7.500 a?os, explica el ensayista cient¨ªfico Steven Johnson en su libro Las buenas ideas (Turner), fue la que aceler¨® el proceso de innovaci¨®n con invenciones simult¨¢neas como el alfabeto, la moneda, el pavimento, la rueda o la navegaci¨®n. ¡°Adem¨¢s, la segregaci¨®n impide que unas personas vean los problemas de otras, y as¨ª es dif¨ªcil que se pida una redistribuci¨®n de la riqueza. La gente de rentas m¨¢s altas puede llegar a oponerse a las pol¨ªticas sociales¡±, a?ade Moro.
En efecto, el roce hace el cari?o y la segregaci¨®n lo anula. Seg¨²n las investigaciones en neurociencia social de Lasana Harris, de la Universidad de Duke, y Susan Fiske, de Princeton, (citadas por la periodista Marta Peirano en su reciente libro El enemigo conoce el sistema, Debate), cuando no tenemos contacto con otros grupos perdemos la capacidad de empatizar con ellos, e incluso se desactivan las ¨¢reas cerebrales que se ocupan de la comprensi¨®n o la identificaci¨®n. Deshumanizamos a los diferentes y surgen los prejuicios.
El fen¨®meno de la segregaci¨®n puede ser desastroso para la estabilidad social
Es cierto que el barrio en el que vivimos es importante, pero tambi¨¦n es cierto que pasamos hasta un 80% de nuestro tiempo fuera de casa, as¨ª que, como ha encontrado Moro analizando datos obtenidos de telefon¨ªa m¨®vil a trav¨¦s de t¨¦cnicas de big data, tambi¨¦n son importantes los lugares que frecuentamos durante la jornada. Es lo que arroja el proyecto Atlas de la desigualdad, que el investigador desarrolla en el MIT MediaLab, donde analiza otros factores de la segregaci¨®n adem¨¢s del lugar de residencia en algunas ciudades de Estados Unidos. Por ejemplo, la segregaci¨®n tambi¨¦n se da en tiendas o restaurantes, en bares, en peluquer¨ªas, en centros comerciales, los ¡°terceros lugares¡± (cada vez m¨¢s relacionados con el consumo, o en decadencia frente a las relaciones digitales) que no son ni el domicilio ni el trabajo. No frecuentan los mismos los pobres que los ricos.
Distop¨ªas segregadas
Los ricos se han ido y ahora viven en un sat¨¦lite artificial, lejos de la superficie terrestre donde los menos afortunados se enfrentan a condiciones posapocal¨ªpticas de contaminaci¨®n y superpoblaci¨®n. En el sat¨¦lite de los pudientes, en cambio, abunda el agua, el aire est¨¢ limpio y se vive con todas las comodidades. Esto todav¨ªa no ha pasado en la realidad, pero es lo que se propone para el a?o 2154 en la pel¨ªcula de ciencia-ficci¨®n Elysium (Neill Blomkamp, 2013). Un retrato de la segregaci¨®n llevada a su expresi¨®n m¨¢s extrema.
Pero, aunque parezca extrema, un fen¨®meno no muy diferente est¨¢ sucediendo sobre la superficie del planeta. Las llamadas gated communities van en aumento, sobre todo en los pa¨ªses m¨¢s desiguales: urbanizaciones cerradas donde viven los privilegiados rodeados de muros, c¨¢maras de vigilancia y disfrutando de sus propios servicios. Otra pel¨ªcula retrata una de estas comunidades, La zona (Rodrigo Pl¨¢, 2007). Y yendo a¨²n m¨¢s all¨¢, donde la realidad iguala a la ficci¨®n: el movimiento marevangelista, apoyado por popes de Silicon Valley como Peter Thiel, cofundador de PayPal, persigue crear utop¨ªas anarcocapitalistas para ricos en islas artificiales (y para¨ªsos fiscales) sobre las aguas de Tahit¨ª, no sin esc¨¢ndalo, como denuncia el documental The Seasteaders, de Jacob Hurwitz-Goodman y Daniel Keller.
Madrid es la capital m¨¢s segregada de Europa y la segunda m¨¢s desigual, seg¨²n un estudio
En Espa?a, Madrid y Barcelona tambi¨¦n son muestras de segregaci¨®n. En Madrid la segregaci¨®n sucede de manera notoria en el eje norte-sur: al noroeste, salvo excepciones, se disponen las rentas m¨¢s altas; los tradicionales barrios obreros (Vallecas, Usera, Carabanchel, etc¨¦tera) est¨¢n m¨¢s abajo del r¨ªo Manzanares, al sureste. ¡°Al norte est¨¢ el privilegio, al sur la vulnerabilidad¡±, explica el soci¨®logo Daniel Sorando, de la Universidad Complutense de Madrid, participante en el estudio paneuropeo citado. Seg¨²n esta investigaci¨®n, Madrid es la capital m¨¢s segregada de Europa y la segunda en desigualdad social. En Barcelona, seg¨²n se?ala el urbanista Oriol Nel¡¤lo, del departamento de Geograf¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, la segregaci¨®n salta las barreras de la capital catalana y se da entre diferentes municipios: no es lo mismo Sant Cugat del Vall¨¨s que Sant Adri¨¤ de Bes¨°s.
En este tipo de capitales la fuerza que separa a las clases sociales es mayor, debido a la constante llegada de visitantes y trabajadores, muchos de ellos altamente cualificados, en busca de oportunidades en grandes empresas. La soci¨®loga Saskia Sassen (premio Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2013) bautiz¨® a estos nodos mundiales de capital e informaci¨®n ¡°ciudades globales¡± y, aunque muchos lugares quieran convertirse en globales, esto no tiene por qu¨¦ redundar en el bien de la mayor¨ªa sus habitantes.
El derecho a la ciudad
La Nueva Agenda Urbana de las Naciones Unidas, nacida de su cumbre sobre la Vivienda y el Desarrollo Sostenible H¨¢bitat III, de 2016 (se celebra cada 20 a?os), se?ala la segregaci¨®n como uno de los grandes retos de las ciudades. Y por primera vez recoge el derecho a la ciudad, un concepto acu?ado por el fil¨®sofo Henri Lefebvre y reivindicado posteriormente por el ge¨®grafo David Harvey y diferentes movimientos sociales del siglo XXI.
¡°El derecho a la ciudad habla de las dimensiones que permiten llevar una vida digna¡±, dice un experto
¡°Las injusticias sociales se reflejan en cuestiones espaciales: la segregaci¨®n, la gentrificaci¨®n, la especulaci¨®n se manifiestan en el modo que vive la gente¡±, explica Antonio Campillo, profesor de la Universidad de Murcia y autor del reciente ensayo Un lugar en el mundo, justicia espacial y derecho a la ciudad (Catarata). La precarizaci¨®n tiene un componente fundamental, seg¨²n el profesor, en la desposesi¨®n de los medios de vida m¨¢s b¨¢sicos, como la vivienda. ¡°El derecho a la ciudad habla de todas las dimensiones que permiten llevar una vida digna¡±, dice el autor; ¡°una de las cosas que se reivindican es la ordenaci¨®n urbana con criterios de justicia social y ambiental, y la promoci¨®n de pol¨ªticas participativas para que los ciudadanos sean actores en la vida de la ciudad: la ciudad es de todos y hay que hacerla entre todos¡±.
?Qu¨¦ m¨¢s se puede hacer para aliviar la segregaci¨®n? ¡°Se requieren pol¨ªticas que no pueden ser solo locales, sino supralocales y de car¨¢cter transversal¡±, dice Nel¡¤lo; ¡°no solo mejorar el espacio p¨²blico o la accesibilidad, sino todos los ¨¢mbitos de la vida ciudadana¡±. Entre las soluciones planteadas est¨¢ el invertir en educaci¨®n, transporte p¨²blico, movilidad social y urbanismo, regular el mercado de la vivienda en zonas tensionadas con precios de alquiler desorbitados, aumentar la vivienda social y, sobre todo, entreverarla en la ciudad sin crear guetos. En este sentido, el Ayuntamiento de Barcelona aprob¨® en 2018 un plan en el que se obliga a cualquier nueva promoci¨®n inmobiliaria a incluir un 30% de viviendas asequibles (las pol¨ªticas de vivienda de este Ayuntamiento han recibido el pasado mes de junio el premio European Responsible Housing Award). As¨ª, personas de diferentes estratos compartir¨¢n escaleras y empatizar¨¢n.
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