Tinder: el impacto del consumismo en el amor
La aplicaci¨®n para ligar cumple 10 a?os. La soci¨®loga francoisrael¨ª Eva Illouz reflexiona sobre c¨®mo las ¡®apps¡¯ de citas nos convierten en promesas consumibles de una experiencia sentimental y sexual
Tinder, fundada en 2012, es una aplicaci¨®n de citas que utiliza la geolocalizaci¨®n y permite al usuario indicar si le gustan (deslizando el dedo hacia la derecha de la pantalla) o no (desliz¨¢ndolo a la izquierda) otros usuarios, as¨ª como charlar, si la atracci¨®n es mutua (lo que se denomina match). Los perfiles de usuario suelen incluir una foto, la edad, la distancia a la que se encuentran y una breve biograf¨ªa. ...
Tinder, fundada en 2012, es una aplicaci¨®n de citas que utiliza la geolocalizaci¨®n y permite al usuario indicar si le gustan (deslizando el dedo hacia la derecha de la pantalla) o no (desliz¨¢ndolo a la izquierda) otros usuarios, as¨ª como charlar, si la atracci¨®n es mutua (lo que se denomina match). Los perfiles de usuario suelen incluir una foto, la edad, la distancia a la que se encuentran y una breve biograf¨ªa. En teor¨ªa, Tinder cuenta con 57 millones de usuarios en 190 pa¨ªses y est¨¢ disponible en 40 idiomas distintos. En los nueve a?os transcurridos desde su creaci¨®n se han hecho m¨¢s de 20.000 millones de emparejamientos; por t¨¦rmino medio, cada d¨ªa se deslizan 1.500 millones de pantallas y cada semana se conciertan un mill¨®n de citas entre personas que se han gustado (Iqbal 2019). Tinder es una tecnomercanc¨ªa emocional, es decir, una mercanc¨ªa que proporciona emociones y utiliza la tecnolog¨ªa. Y es una tecnomercanc¨ªa emocional que altera profundamente las formas corrientes de socializaci¨®n.
Se ha hablado mucho de la disrupci¨®n como principio econ¨®mico. El consultor Clayton Christensen acu?¨® el t¨¦rmino en 1995, y despu¨¦s lo han adoptado con entusiasmo el mundo empresarial y la comunidad tecnol¨®gica para designar la innovaci¨®n propiamente dicha, un modelo de negocio disruptivo o una alteraci¨®n de las infraestructuras que sostienen la tecnolog¨ªa. En el caso que nos ocupa, Tinder altera sobre todo la infraestructura de las citas ¡ªc¨®mo, d¨®nde y con qu¨¦ rapidez se conoce a gente¡ª y, en ese sentido, es una disrupci¨®n de las relaciones rom¨¢nticas que, adem¨¢s, altera el propio tejido de la socializaci¨®n en general. Mientras que la destrucci¨®n elimina las normas existentes sobre las relaciones, la disrupci¨®n conserva las normas anteriores ¡ªcomo el amor rom¨¢ntico¡ª pero cambia hasta tal punto la infraestructura de los encuentros que altera de forma constante la propia infraestructura emocional b¨¢sica del amor. El ideal se mantiene, pero los recursos y las infraestructuras sociales para vivir o alcanzar ese ideal cambian, a menudo de manera radical. ?C¨®mo funciona esta disrupci¨®n? ?Y en qu¨¦ consiste? La tecnomercantilizaci¨®n de las emociones que hace Tinder perturba la socializaci¨®n: los m¨¦todos que emplea la aplicaci¨®n para utilizar las emociones de la gente y su deseo de experiencias emocionales se convierten en recursos del capitalismo contempor¨¢neo.
La visualidad de lo individual
La caracter¨ªstica m¨¢s destacada de las aplicaciones para ligar como Tinder es quiz¨¢ la importancia de lo visual en los modos de presentarse y evaluar. Desde luego, los encuentros en persona eran casi siempre visuales, pero la visualidad virtual altera la visualidad cara a cara porque en ella interviene la fotograf¨ªa y, m¨¢s en concreto, la fotograf¨ªa que se hace la persona a s¨ª misma para presentarse a los dem¨¢s. Tinder se basa en una interacci¨®n con una imagen fija de cada persona que ella misma ha dise?ado meticulosamente.
Se puede considerar que las im¨¢genes que cada uno presenta de s¨ª mismo en Tinder adoptan las convenciones iconogr¨¢ficas de la publicidad y la marca personal, como comprobaron las soci¨®logas Gaby David y Carolina Cambre en 2016. Es una visualidad derivada de la simbiosis de las industrias de la belleza, la moda y los medios de comunicaci¨®n, que generan modelos de atractivo y sensualidad reproducibles hasta el infinito, difundidos a trav¨¦s de los grupos sociales asociados a esas industrias. Dise?adores de moda, estilistas, modelos, actores, fot¨®grafos, responsables de revistas femeninas, esteticistas, peluqueros, cineastas y otros muchos promueven desde hace d¨¦cadas la apariencia visual como mercanc¨ªa comercializable y son el motor de lo que en 2019 llam¨¦ capitalismo esc¨®pico: un capitalismo que crea un enorme valor econ¨®mico a trav¨¦s de la conversi¨®n de la sexualidad en espect¨¢culo y su transformaci¨®n en una imagen que circula en diferentes mercados. La visualidad convierte el cuerpo en una mercanc¨ªa, un objeto consumible que, por tanto, se rige por una l¨®gica de consumo. Lo transforma en un activo dentro del ¨¢mbito laboral productivo, como imagen que se vende en diversas industrias visuales; y puede difundirse en las tecnolog¨ªas medi¨¢ticas gracias a una econom¨ªa de la atenci¨®n y la reputaci¨®n. Es decir, en el capitalismo esc¨®pico, la ¡°mirada¡± es una forma de invertir en uno mismo que recorre las redes del dinero y la sexualidad. Estas redes producen mercados esc¨®picos, en los que el valor se crea mediante la evaluaci¨®n de las im¨¢genes de cuerpos sexuales destinadas a que la mirada las consuma.
Seg¨²n GlobalWebIndex (GWI), el 85% de los usuarios de Tinder est¨¢ de acuerdo con la afirmaci¨®n ¡°cuido mi aspecto/imagen¡±, al 63% le gusta ir a la ¨²ltima moda y el 58% se considera mucho m¨¢s acomodado que la media. En otras palabras, Tinder, en su estructura b¨¢sica, convierte a sus usuarios en mercanc¨ªas dise?adas con arreglo a modelos esc¨®picos de belleza y moda y en grandes consumidores de la imagen de los dem¨¢s. Tinder no es una plataforma para mostrar a los dem¨¢s qui¨¦n eres, sino para intensificar la adaptaci¨®n del yo a las fotograf¨ªas, la presi¨®n para parecerse a las fotos inspiradas por los ideales de la publicidad y las industrias medi¨¢ticas. Es decir, se produce una ¨®smosis entre el yo de Tinder y la cultura de consumo que lo genera.
La visualizaci¨®n tambi¨¦n est¨¢ estrechamente ligada a otra caracter¨ªstica fundamental de esta aplicaci¨®n: la rapidez de valoraci¨®n. La visualizaci¨®n impulsa evaluaciones r¨¢pidas e instant¨¢neas, decisiones sobre objetos que se captan y se eval¨²an visualmente en mil¨¦simas de segundo. Como han demostrado los psic¨®logos cognitivos, una evaluaci¨®n visual es un tipo de cognici¨®n r¨¢pida y frugal, que utiliza y necesita poca informaci¨®n para formar la preferencia por un objeto. Debido a la rapidez de la evaluaci¨®n visual, los participantes tienden a buscar y preferir los rasgos convencionalmente atractivos, que han quedado codificados en las im¨¢genes de los medios de comunicaci¨®n y los sectores relacionados con la moda (escote, cinturita, piernas largas, pelo rubio, piel clara y suave, delgadez, etc¨¦tera). La rapidez de la evaluaci¨®n visual tambi¨¦n hace que la evaluaci¨®n sexual sea relativamente no interactiva. A diferencia del reconocimiento tradicional, que exige un intercambio simb¨®lico y social, la evaluaci¨®n visual, en principio, puede hacerse sin ninguna interacci¨®n significativa y ser unilateral. Utiliza solo la mirada del evaluador, que decide en un instante qui¨¦n es atractivo y qui¨¦n no.
Una tercera caracter¨ªstica de la evaluaci¨®n visual, tambi¨¦n relacionada con su rapidez, es que transforma la asignaci¨®n de valor en un proceso binario: una persona es sexi o no, es atractiva o no. Se espera que los usuarios sepan al instante si se sienten atra¨ªdos por alguien (tal como se presenta en su foto de perfil) o no; si pueden sentir algo hacia ese alguien o no. Esta l¨®gica emocional binaria se parece mucho m¨¢s al funcionamiento de un procesador inform¨¢tico (con sus 0 y sus 1) que a lo que tradicionalmente se considera una comunicaci¨®n que relaciona a dos personas.
De hecho, la principal innovaci¨®n tecnol¨®gica de Tinder consiste precisamente en facilitar la rapidez y el car¨¢cter binario. El deslizamiento a la derecha o a la izquierda exige del consumidor una evaluaci¨®n veloz y abrumadoramente basada en lo visual, lo que permite la rapidez de selecci¨®n e interacci¨®n y una mayor eficacia a la hora de orientarse hacia las parejas sexualmente deseables. Las personas se convierten en cuerpos, los cuerpos que hablan y se mueven se convierten en im¨¢genes fijas y la propia evaluaci¨®n se convierte en una valoraci¨®n inmediata de una imagen fija, lo que convierte la atracci¨®n emocional y sexual en un ¡°s¨ª¡± o un ¡°no¡± instant¨¢neo, r¨¢pido y discreto, y crea una armon¨ªa sin fisuras entre la visualizaci¨®n cosificadora de la persona sexual y la tecnolog¨ªa.
Es decir, la velocidad, la unilateralidad y el car¨¢cter binario de la representaci¨®n visual se est¨¢n formalizando e institucionalizando mediante aplicaciones de citas como Tinder y convierten a las personas en tecnomercanc¨ªas emocionales, promesas consumibles de una experiencia emocional (y sexual). En el caso de Tinder, la emoci¨®n y el capitalismo se vinculan a trav¨¦s del capitalismo esc¨®pico; el ¨¦nfasis en la visualidad es una forma de obtener valor de las emociones de las personas de manera r¨¢pida y eficaz.
?Por qu¨¦ las representaciones visuales son tan disruptivas? Por una sencilla raz¨®n: conocer a otras personas, con su voz, su cuerpo, sus gestos, su tono, sus vacilaciones y su forma particular de hablar es conocer a un ser humano completo, con sus defectos y su belleza. Los encuentros son ambivalentes y plenos. Esa mezcla de ambivalencia y plenitud es la que capta nuestra atenci¨®n. Las personas, a veces, irrumpen en nosotros sin que lo queramos. No las deseamos especialmente, pero, por su generosidad o su encanto, encuentran la forma de entrar en nuestra vida. Descubrimos la alteridad de los dem¨¢s a trav¨¦s de nuestra propia ambivalencia. Y esa ambivalencia y esa alteridad ¡ªque se introduzcan en nuestra vida¡ª desaparecen por completo cuando navegamos en busca del rostro y el cuerpo perfectos. El encuentro se queda encerrado en nuestras propias fantas¨ªas privadas.
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