Ceda el paso, ceda sus datos
El comprador de un producto paga dos veces: con dinero y con informaci¨®n personal; pero el segundo pago no reduce el primero
Alguien dijo que ¡°los datos son el petr¨®leo del siglo XXI¡±. Pero no encuentro qui¨¦n fue, porque no dej¨® sus datos.
Hoy casi todas las operaciones comerciales, bancarias o inform¨¢ticas implican que el ofertante del servicio intente a toda costa hacerse con informaci¨®n personal del cliente: su correo, su m¨®vil, su tarjeta, su empleo, su edad, su ubicaci¨®n. Le ofrecer¨¢ para ello un texto destinado a plasmar la contraprestaci¨®n, en el que aparecer¨¢ una cl¨¢usula ¨Cemboscada como ladr¨®n¨C mediante la cual permite que esos datos sean cedidos a unos terceros que nadie le ha presentado.
Ciertas compa?¨ªas est¨¢n llegando al punto de no concluir una venta si el usuario rechaza ceder a terceros sus datos. Ya les importa m¨¢s obtener esa materia prima que colocar su producto. Alg¨²n d¨ªa nos pedir¨¢n el DNI y el correo para vendernos el pan.
En otros casos, los vendedores esperan que el cliente suscriba todo sin darse cuenta. Y cuando proteste ante alg¨²n servicio de atenci¨®n personal (o sea, esos que dicen ¡°si tiene catarro, marque 3¡å), le responder¨¢n finalmente que nunca nadie hab¨ªa reaccionado as¨ª; pero al cabo le entregar¨¢n el producto porque sus compradores de datos todav¨ªa no les pagan tanto como para perderse esa venta.
En muchas de esas ocasiones, la cl¨¢usula habla de ¡°cesi¨®n de datos personales¡±. ?Y qu¨¦ es una cesi¨®n?: La ¡°renuncia de algo, posesi¨®n, acci¨®n o derecho, que alguien hace a favor de otra persona¡±. Y aqu¨ª ¡°cesi¨®n¡± equivale a entrega gratuita. La empresa vendedora le da al comprador un producto, y este a cambio paga dos veces: con su dinero y con sus datos; pero de tal forma que el segundo pago no reduce el primero.
La palabra ¡°cesi¨®n¡± adquiere, pues, un papel encubridor, dado su valor habitual. Porque implica que alguien pase a disponer de algo que no era suyo, pero esto se refiere normalmente a bienes que no forman parte del mercado. Cedemos el asiento, cedemos el turno, cedemos el paso. Y si se cede algo de valor tasado, la acci¨®n termina en un plazo y a menudo produce alg¨²n beneficio por el camino. Ceder una obra de arte o un terreno puede implicar un descuento fiscal; la cesi¨®n de un futbolista a un club inferior servir¨¢ para que retorne con m¨¢s experiencia. Sin embargo, en la cesi¨®n de datos no se produce beneficio alguno para el cedente, que adem¨¢s ya perder¨¢ para siempre el rastro del uso que se hizo de ellos.
Por tanto, deber¨ªamos olvidarnos en estos casos de la palabra ¡°cesi¨®n¡± y hablar ya con claridad de ¡°regalo¡±. Porque acudimos al verbo ¡°regalar¡± si entregamos algo sometido a precio o evaluaci¨®n, pero no cuando contamos que ofrecimos a otro pasajero nuestro asiento en el autob¨²s; y tampoco regalamos el turno en la pescader¨ªa, ni regalamos el paso a otro veh¨ªculo. En todas esas situaciones usamos el m¨¢s apropiado ¡°ceder¡±.
As¨ª pues, los valiosos datos que nos reclaman tantos vendedores de servicios son un aut¨¦ntico regalo, porque no recibimos nada a cambio. Y si asumimos por fin que entregamos un regalo, no daremos tan f¨¢cilmente esa informaci¨®n privada. Porque solemos regalar algo ¡°en muestra de afecto o consideraci¨®n¡±, seg¨²n el Diccionario. Cuando veamos que entregar esos datos equivale a hacer un regalo, nos preguntaremos enseguida que a qu¨¦ ¡°afecto o consideraci¨®n¡± nos habr¨ªan de mover, pongamos por caso, una empresa de lejana sede fiscal o una de esas grandes compa?¨ªas de trato tan distante con sus clientes que no quieren ya ni verlos.
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