Fernando Grande-Marlaska, el ministro enrocado
El titular de Interior, como buen juez, no se mueve una vez decide. Lo demuestra su postura ante la tragedia de Melilla
Fernando Grande-Marlaska ha encadenado su futuro pol¨ªtico a la investigaci¨®n que sobre la tragedia de Melilla lleva a cabo la Fiscal¨ªa y cuyo resultado, previsiblemente, se sabr¨¢ antes de que termine el a?o. El ministro del Interior se la juega a todo o nada aferr¨¢ndose a una versi¨®n de una pieza. Podr¨ªa pensarse que el hombre que la defiende tambi¨¦n lo es. Pero eso no est¨¢ tan claro.
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Fernando Grande-Marlaska ha encadenado su futuro pol¨ªtico a la investigaci¨®n que sobre la tragedia de Melilla lleva a cabo la Fiscal¨ªa y cuyo resultado, previsiblemente, se sabr¨¢ antes de que termine el a?o. El ministro del Interior se la juega a todo o nada aferr¨¢ndose a una versi¨®n de una pieza. Podr¨ªa pensarse que el hombre que la defiende tambi¨¦n lo es. Pero eso no est¨¢ tan claro.
En la ma?ana del 24 de junio, cientos de personas se lanzaron al asalto del puesto fronterizo de Barrio Chino, entre Nador y Melilla, con la intenci¨®n de alcanzar el territorio espa?ol. Horas despu¨¦s se cuentan al menos 23 muertos. Hay cad¨¢veres y decenas de heridos amontonados al sol en medio de un patio. Y 77 desaparecidos a los que sus familias dan por muertos. Cinco meses despu¨¦s, el 30 noviembre, Grande-Marlaska se apresta a dar explicaciones en el Congreso a ra¨ªz de nuevas revelaciones period¨ªsticas que ponen en entredicho la posici¨®n espa?ola.
Hay elementos que apuntan a que al menos una persona muri¨® del lado espa?ol de la frontera. Pero Grande-Marlaska repite empecinadamente la ya sabida versi¨®n oficial, sin alterarla un ¨¢pice, sin aportar datos nuevos, sin desdecirse ni una vez: no se produjo ninguna muerte en Espa?a, la respuesta policial espa?ola fue proporcionada y los ¡°sucesos tr¨¢gicos¡± ocurrieron en otro pa¨ªs, aunque ese otro pa¨ªs est¨¦ a un par de metros de nosotros.
Fernando Grande-Marlaska naci¨® en Bilbao en 1962 en el seno de una familia modesta. Su padre era funcionario del Ayuntamiento. Su madre, la gran referencia de su vida, costurera, con un taller en su propia casa. ?l siempre la recordar¨¢ cosiendo, cortando, probando modelos a las clientas. A los 18 a?os, tras el 23-F, escribe una carta al Rey agradeci¨¦ndole su labor y pidi¨¦ndole una foto dedicada. A las pocas semanas le lleg¨® el sobre desde la Casa Real.
Estudi¨® Derecho. Trat¨® de salir al extranjero con una beca. Pero no la obtuvo. Tal vez, si la hubiera ganado, todo habr¨ªa sido distinto. Se decidi¨® por la judicatura. En 1987 era ya juez de primera instancia en Santo?a (Cantabria). Se estren¨® a lo grande: el suicidio en la c¨¢rcel de Rafael Escobedo, acusado del crimen de los marqueses de Urquijo.
En 1998, con 35 a?os, ya de vuelta a Bilbao, revel¨® a su madre su condici¨®n de homosexual y le inform¨® de que hac¨ªa un tiempo viv¨ªa con un hombre, Gorka Arotz, el que con el tiempo ser¨¢ su marido y la pareja de toda su vida. Su madre reaccion¨® mal: se meti¨® en la cama vestida y se encerr¨® en su habitaci¨®n durante 15 d¨ªas, en los que Grande-Marlaska fue diariamente a visitarla sin conseguir que le hablase. Estar¨ªan seis a?os casi sin verse. La respuesta de su madre, a la que ador¨® siempre y cuya influencia en ¨¦l ha sido enorme, su falta primera de comprensi¨®n y el desgarr¨®n afectivo de esos seis a?os le afectaron hondamente.
En 2003 se mud¨® a Madrid, escapando a la vez de las amenazas de ETA y de una sociedad vasca nacionalista de la que abomin¨® siempre. Un a?o despu¨¦s se incorpor¨® a la Audiencia Nacional. Desde ah¨ª abri¨® la investigaci¨®n del caso Fais¨¢n, enfrent¨¢ndose a la polic¨ªa y al Gobierno socialista de Zapatero y Rubalcaba. Una entrevista concedida a Rosa Montero en El Pa¨ªs Semanal en 2006, en la que hac¨ªa p¨²blica su homosexualidad, acab¨® de convertirle en famoso y en juez estrella, expresi¨®n de la que ¨¦l abjur¨® siempre. En 2013 es nombrado vocal del Consejo General del Poder Judicial a instancias del PP. Se le consider¨® desde entonces un juez conservador, pero ¨¦l supo siempre saltarse las etiquetas y trat¨® de dejar esto claro en un libro autobiogr¨¢fico titulado Ni pena ni miedo, un lema que lleva tatuado en la mu?eca.
Es orgulloso, susceptible y decidido. En sus a?os como ministro ha llevado a cabo destituciones pol¨¦micas, como las de los coroneles de la Guardia Civil Diego P¨¦rez de los Cobos y Manuel S¨¢nchez Corb¨ª, sin que le temblara la mano. Tambi¨¦n es meticuloso, trabajador y obsesivo. Odia llevar gafas, la verdura y la lluvia. Le gusta nadar a diario y ama los perros que adopta de la perrera. Ha dejado ordenado que cuando muera sus cenizas se guarden mezcladas con las de sus perros. Admira la Ilustraci¨®n y su esp¨ªritu; se declara deudor de Montesquieu, ?Rousseau y Diderot, y propugna una muy francesa separaci¨®n del Estado y la Iglesia. Prefiere decidir en solitario. ¡°En eso es muy juez: escucha, pero luego se aparta y toma su decisi¨®n. Y esta es inamovible. Una vez dado el paso, nunca se arrepiente¡±, explica alguien que ha trabajado con ¨¦l en el ministerio.
En mayo de 2018, Pedro S¨¢nchez, por entonces l¨ªder de la oposici¨®n, le propuso ser candidato a alcalde. Grande-Marlaska, reacio a jug¨¢rsela en unas elecciones inciertas, rechaz¨® el ofrecimiento. Meses despu¨¦s, el mismo S¨¢nchez le tent¨® con el dif¨ªcil Ministerio del Interior. El juez tildado de conservador, el hombre que en su libro hab¨ªa llegado a escribir la frase ¡°me gusta trabajar en lo p¨²blico, pero nunca querr¨ªa hacerlo teniendo demasiado poder¡±, acept¨® esta vez la oferta de un presidente socialista. Nadie es de una pieza.
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