En el ojo del hurac¨¢n
Este vasco fibroso y trabajador es el nuevo juez estrella de la Audiencia Nacional, pero ¨¦l huye de las entrevistas. Hace una excepci¨®n para proclamar su apuesta por una Espa?a tolerante, moderna y en paz, donde poder decir libremente que es vasco y espa?ol, y que est¨¢ casado con Gorka
Son las ocho de la tarde, acaba de llegar a casa desde la Audiencia y nada m¨¢s entrar se ha quitado la corbata. Sigue manteniendo el rigor del traje gris plomo, de la camisa blanca. Es menudo, pero fibroso, y parecer¨ªa mucho m¨¢s joven de los 43 a?os que ha cumplido si no fuera por las muchas canas que tiene. Pelo gris, cejas grises, ojos que tambi¨¦n parecen grises, todo un continuo crom¨¢tico que se funde con el color de su sobrio traje. Est¨¢ muy p¨¢lido y parece cansado. Es un hombre muy atractivo, y as¨ª, con la camisa entreabierta, tiene todo el aspecto del vividor que regresa a su apartamento al amanecer llevando los excesos de la noche adheridos al rostro. Pero no: esa mala cara tan interesante se la ha fabricado el juez Grande-Marlaska quem¨¢ndose las pesta?as de tanto estudiar los papeles de sus causas. De hecho, tiene fama de ser un hombre de orden, enormemente trabajador, meticuloso y preciso en sus resoluciones, impecable en sus instrucciones. Un tipo de costumbres moderadas y sencillas: est¨¢ casado y le encanta la m¨²sica, el cine, leer novelas. Lo normal.
"No iba abocado a la judicatura. Me hice abogado economista, mi intenci¨®n era entrar en el mundo de la empresa"
"Las palabras a veces resultan muy significativas. Tanto Gorka como yo nos peleamos por llamarnos marido"
"La cultura vasca y el euskera son de todos los vascos. No pueden convertirse en elemento de exclusi¨®n y de tribu"
Lo que no es nada normal es su dimensi¨®n p¨²blica. Desde que lleg¨® a la Audiencia Nacional en abril de 2004, Fernando Grande-Marlaska ha ido ganando m¨¢s y m¨¢s protagonismo medi¨¢tico, hasta convertirse en el juez estrella del momento. Nunca da entrevistas (¨¦sta es una excepci¨®n), pero su nombre no hace m¨¢s que aparecer en las portadas de los peri¨®dicos. A este juez vasco le ha tocado dirimir los temas m¨¢s candentes de ETA y HB. Entre otras cosas, impidi¨® que asesinos clamorosos como De Juana Chaos pudieran salir de la c¨¢rcel y prohibi¨® el congreso de HB. A finales de marzo tuvo que dictar un auto hist¨®rico con respecto a Otegi. ETA hab¨ªa declarado el alto el fuego y todo el pa¨ªs parec¨ªa aguantar la respiraci¨®n a la espera de la resoluci¨®n de Grande-Marlaska: ?le mandar¨ªa a la c¨¢rcel o no? La decisi¨®n del juez fue salom¨®nica: prisi¨®n y 250.000 euros de fianza. Adem¨¢s, ahora tiene entre sus manos el caso de supuesta estafa masiva de F¨®rum Filat¨¦lico.
?C¨®mo puede aguantar una presi¨®n semejante? La comparecencia de Otegi debi¨® de ser tremenda. Parec¨ªa que el futuro de este pa¨ªs dependiera de su resoluci¨®n. ?C¨®mo vivi¨® ese d¨ªa?
Hombre, pues sabiendo que existe toda esa tensi¨®n, porque vives en este mundo y, aunque no quieras escuchar todo lo que se dice, inevitablemente algo te llega. Evidentemente era imposible que la situaci¨®n me pudiera pasar desapercibida. Pero cuando est¨¢s en un sitio como la Audiencia Nacional, y ya llevas ah¨ª determinado tiempo, y sabes que tus resoluciones siempre van a ser miradas con lupa en uno u otro sentido, pues? no s¨¦, ya est¨¢s acostumbrado. Eso no quita que, en este caso en concreto, yo mismo supiera que esta resoluci¨®n ten¨ªa un inter¨¦s social y medi¨¢tico mucho m¨¢s importante. Pero esto lo ¨²nico que hace es que tengas que invertir a¨²n m¨¢s energ¨ªas en intentar contrarrestar toda esa presi¨®n y tratar de evitar que afecte tu discernimiento.
?Y lo consigue?
S¨ª, sin duda alguna. Si en alg¨²n momento yo hubiera visto que la presi¨®n social me hubiera mediatizado, tanto en este caso como en cualquier otro, me habr¨ªa preocupado much¨ªsimo. Y no me preocupo.
?Le ha quitado alguna vez el sue?o una sentencia?
No, no. Quitar el sue?o, no. Hombre, ha habido algunas que me han hecho pensar mucho, much¨ªsimo? Pero no me refiero a estos casos ¨²ltimos y medi¨¢ticos? De ¨¦stos, ninguno. Me refiero a otras resoluciones m¨¢s antiguas?
Y de ¨ªndole m¨¢s personal.
S¨ª. Me acuerdo, por ejemplo, de un caso? Yo no llevaba mucho tiempo en la carrera y era un cr¨ªo que, en una excursi¨®n, hab¨ªa tenido una ca¨ªda tonta y se hab¨ªa quedado parapl¨¦jico. Sin control de esf¨ªnteres y con su vida sexual alterada antes mismo de que la hubiera podido comenzar, en fin, una cosa terrible. Ten¨ªa 14 a?os. Y entonces el problema era c¨®mo iba yo a indemnizar a esa persona, es decir, c¨®mo iba a establecer una indemnizaci¨®n con la compa?¨ªa de seguros para que ese chico pudiera estar cubierto toda su vida. Y eso s¨ª que me quit¨® el sue?o, te lo aseguro. Antes lo normal era dar una cantidad alzada, no s¨¦, 60 o 70 millones de pesetas. Pero yo lo que hice es que le dieran una parte en met¨¢lico, pero que con la otra parte se constituyera un capital para que le dieran al mes por lo menos el doble del salario m¨ªnimo interprofesional durante toda su vida, m¨¢s otra cantidad para gastos m¨¦dicos. Adem¨¢s as¨ª se evitaba el hipot¨¦tico caso de que la familia pudiera aprovecharse del dinero y que luego el cr¨ªo no estuviera cubierto. Esto fue en 1990, y me quit¨® el sue?o porque por entonces no estaba muy en boga eso de capitalizar y constituir una pensi¨®n.
Supongo que lo que le llev¨® a la judicatura fue precisamente esto, esa posibilidad de reordenar el mundo, de enmendar las injusticias causadas por los seres humanos o por el mero azar?
Pues la verdad es que, durante la carrera, yo no iba abocado a la judicatura. Me hice abogado economista y mi intenci¨®n era entrar en el mundo de la empresa. Termin¨¦ la carrera en 1985 y entonces estaba muy de moda lo de estudiar derecho comunitario y hacerte funcionario de la UE. De modo que ped¨ª una beca para ir a estudiar al colegio de Brujas, que era el m¨¢s importante en derecho comunitario. Pero no me la dieron. Entonces trabaj¨¦ un a?o en una empresa de exportaci¨®n, y a los seis meses descubr¨ª que aquello no era lo m¨ªo, que no me gustaba. Y dej¨¦ el trabajo y decid¨ª preparar las oposiciones a juez, como una opci¨®n m¨¢s. No es que tuviera una vocaci¨®n definida.
Sac¨® las oposiciones y en 1988 lleg¨® a Santo?a, en Cantabria, su primer destino como juez. Podr¨ªa haberle pasado lo mismo que con la empresa de exportaci¨®n y haber descubierto que el trabajo no le gustaba nada?
Pero es que me gust¨®. Me gust¨® much¨ªsimo. Fue una experiencia incre¨ªble. Ah¨ª es cuando de verdad comprend¨ª lo que era ser juez. En esos primeros momentos de la carrera es cuando m¨¢s ganas tienes y compensas tu falta de experiencia con el entusiasmo, con una especie de imprudencia o de ingenuidad positiva que hace que te salgan bien las cosas? Incluso te salen mejor que despu¨¦s, cuando sabes m¨¢s. Porque con los a?os, y eso pasa en todas las profesiones, te burocratizas. Por eso creo que es importante no anclarse en un destino, sino ir cambiando cada cierto tiempo.
Y, d¨ªgame: ?es tan ordenado en su vida como en sus resoluciones? ?Tiene para todo esa mente meticulosa y rigurosa que emplea como juez?
No, no. En primer lugar, ni siquiera s¨¦ si tengo esa mente para el trabajo. Y luego en casa, pues? Lo que s¨ª te puedo decir es que en mi educaci¨®n me han inculcado el amor al esfuerzo, siempre le he dado mucha importancia al trabajo, al estudio, a cumplir con las cosas. Eso s¨ª que lo tengo. Pero luego soy un desordenado? O al menos lo soy para algunas cosas. Y para otras puedo ser m¨¢s infantil, como todo el mundo. Creo que quien me conoce bien probablemente sabe que tengo partes m¨¢s infantiles y partes m¨¢s maduras.
Ahora pienso que no es s¨®lo el cansancio lo que atiranta su rostro: es que est¨¢ nervioso. Es evidente que no le gusta hacer entrevistas y, aunque oculta su tensi¨®n de una manera muy competente bajo una apariencia de fr¨ªa serenidad, se puede advertir all¨¢ a lo lejos el bullicio de sus emociones. Cira, una perrita de hocico afilado, corretea nerviosamente a nuestro alrededor, toda ella temblando de entusiasmo; pero, adem¨¢s de Cira, Grande-Marlaska tambi¨¦n tiene un gato, Otto, al que no he podido conocer, porque es un mis¨¢ntropo que se oculta en un rinc¨®n remoto en cuanto llega una persona extra?a. Y de pronto se me ocurre que este juez al mismo tiempo juvenil y canoso, prudente y audaz, infantil y maduro, como ¨¦l dice, tal vez est¨¦ parad¨®jicamente representado en algunas de las caracter¨ªsticas de estos animales: la extremada reserva de Otto, pero tambi¨¦n la emocionalidad de Cira. No s¨¦ si este hombre p¨¢lido y modoso es un sentimental que se contiene o un racionalista que se permite los sentimientos.
Ha hecho usted una carrera fulgurante. En 1999, con s¨®lo 37 a?os, lleg¨® a la Audiencia Provincial de Vizcaya. Y cuando los periodistas le comentaron lo joven que era, usted contest¨®: "Ser¨¢ que no hay gente delante de nosotros en el escalaf¨®n que quiera venir aqu¨ª", unas palabras que crearon cierto impacto.
Pues s¨ª, pero es que eso era cierto. No sab¨ªa qu¨¦ contestar, pero es que adem¨¢s es la respuesta l¨®gica. Si alguien m¨¢s antiguo en el escalaf¨®n hubiera pedido ese puesto me lo hubiera quitado. Esto es una obviedad y me dieron la plaza por esa raz¨®n, no hice ning¨²n otro m¨¦rito.
Por esa raz¨®n y porque tuvo el coraje de ocupar el puesto. El primer a?o que usted estuvo en la Audiencia Provincial, ETA asesin¨® a 23 personas. Y en noviembre de 2000 la polic¨ªa le comunic¨® que hab¨ªan detenido al 'comando' Vizcaya y que ten¨ªan fotos y documentaci¨®n sobre usted en la que le tachaban de "protector de fusilamientos". A partir de entonces le pusieron escolta. Supongo que fue muy duro.
Pues s¨ª, pero? Yo soy vasco, he residido hasta los 40 a?os en Bilbao y he vivido toda mi vida el problema de ETA y del terrorismo de ETA y, como los dem¨¢s ciudadanos del Pa¨ªs Vasco, lo he vivido en primera persona, es decir, no era algo que le¨ªa en los peri¨®dicos sino que estaba ah¨ª. Y eso hizo que? Bueno, esto que voy a decir resulta muy duro, pero eso hizo que la situaci¨®n no es que me pareciera normal, claro, porque no lo era, que te amenazaran era algo anormal, pero desde luego no era algo extraordinario. Con lo cual cuando me lo comunicaron pues? Es como alguien que est¨¢ enfermo y que sabe que alg¨²n d¨ªa le pueden dar una mala noticia y en efecto un d¨ªa se la dan.
Vamos, que se lo esperaba.
Es que era una posibilidad. Aunque no te la plantearas conscientemente, estoy seguro de que siempre la llevabas ah¨ª detr¨¢s. De manera que cuando te lo comunican pues? Es una mala noticia, pero tampoco es un trauma. La cuesti¨®n es adaptar luego eso a la vida de uno, aprender a vivir con escolta y esas cosas.
Debe de ser dif¨ªcil.
Las dos primeras semanas lo de la escolta es muy duro. Es como no saber moverte, como tener que llevar muletas cuando no las sabes manejar, te haces un l¨ªo mental. Los primeros d¨ªas no sabes si tienes que ir al lado de ellos, si tienes que hablar con ellos, si puedes ir a tu aire y ellos van detr¨¢s? Las primeras semanas te dices, ?pero qu¨¦ es esto? Y te sientes un in¨²til. Pero luego ya lo normalizas y lo asumes. E incluso intentas sacar lo positivo de la situaci¨®n, porque tambi¨¦n tiene sus cosas buenas. Por ejemplo, yo antes ten¨ªa la responsabilidad de sacar a la perra por lo menos el 50% de las veces, y ahora es Gorka quien est¨¢ empleado en sacar a Cira por las ma?anas, a mediod¨ªa y por la noche, y te aseguro que muchas veces se agradece no tener que ponerte un jersey y un pantal¨®n y el chubasquero cuando est¨¢ diluviando y salir a la calle, eso se agradece much¨ªsimo. Y a veces incluso juegas con eso: oye Fernando, ?no podr¨ªas sacarla? Ah, no, no, no, ya sabes, son normas de seguridad.
Gorka es su marido.
Exacto.
Como en todo cambio social, la normalizaci¨®n de las palabras viene despu¨¦s. Hoy d¨ªa ya no choca absolutamente nada que una pareja de homosexuales se llamen novio el uno al otro, pero la palabra marido todav¨ªa resulta rara. ?Ustedes la utilizan entre s¨ª?
Intentamos utilizar la palabra marido, s¨ª, porque en eso somos peleones, y aunque las palabras a veces son tontas, en otros casos resultan muy significativas. Y ahora peleamos por utilizar la palabra marido tanto uno como el otro. Pero lo que ocurre es que muchas veces no nos sale, porque llevamos viviendo juntos nueve a?os y nos casamos el pasado mes de octubre, y antes siempre dec¨ªamos mi novio o mi pareja, y a menudo nos sigue saliendo as¨ª.
?Por qu¨¦ cree que ha habido tan pocos matrimonios homosexuales desde la promulgaci¨®n de la ley?
Ha habido pocos matrimonios porque casarse es la salida del armario definitiva. Casi todo el mundo conoce a esas t¨ªpicas parejas de dos hombres o dos mujeres que viven juntos, que simplemente parece que comparten piso pero que es evidente que lo que comparten es una vida afectiva en com¨²n. Pero la sociedad ha sido muy cruel, no ha sido f¨¢cil, y la manera de esconder eso ha sido as¨ª, diciendo que son amigos que conviven. Nosotros, Gorka y yo, nunca hemos ocultado nuestra relaci¨®n, sin hacer proselitismo ni exhibicionismo siempre lo hemos llevado normalmente, como cualquier pareja heterosexual. Es decir, si vivo con mi pareja, es mi pareja y no mi compa?ero de piso. Pero hay muchos que nunca han dado el paso de manifestarlo a sus vecinos y a veces ni a sus amigos, aunque todo el mundo lo sospeche, pero es algo que ellos no dicen abiertamente, por ese miedo al rechazo, a la incomprensi¨®n. Y creo que muchas de estas personas ahora no se atreven a casarse, porque ser¨ªa como tener que admitir que han estado enga?ando a todos durante este tiempo. Me parece que a muchos les da la sensaci¨®n de que tendr¨ªan que explicarle a un mont¨®n de gente por qu¨¦ no lo hab¨ªan dicho antes. Y quiz¨¢ muchas de esas parejas est¨¦n ahora haciendo la reflexi¨®n y digiri¨¦ndolo.
En realidad es una ley con un valor pedag¨®gico.
En efecto, es una ley pedag¨®gica para los de ahora, para esas parejas a las que antes nos refer¨ªamos, y sobre todo para los que vienen detr¨¢s. Que las nuevas generaciones vean ese modelo de vida como algo normalizado. Que los chavales vean que los vecinos de enfrente son un matrimonio y no pasa nada. De manera que si luego hay un chico que siente algo as¨ª, que no piense: soy el rarito, soy el extra?o. Ya me hubiera gustado a m¨ª ver matrimonios homosexuales cuando ten¨ªa 17 o 18 a?os, seguro que me hubiera ayudado.
Porque tambi¨¦n usted tuvo problemas?
No es que haya tenido problemas importantes pero s¨ª, claro que los tuve, y he perdido a?os de mi vida? Mira, en mi familia somos una verdadera pi?a. Mi padre, que era funcionario del Ayuntamiento de Bilbao, muri¨® cuando yo ten¨ªa 21 a?os, y mis dos hermanas y mi madre siempre estuvimos muy unidos. Cuando conoc¨ª a Gorka, al mes decidimos vivir juntos. Y entonces pens¨¦ que ten¨ªa que dec¨ªrselo a mi madre. En ese momento yo ya lo hab¨ªa manifestado en el trabajo, ante los amigos, ante mis hermanas? S¨®lo faltaba mi madre. Y el 3 de febrero de 1998, son d¨ªas que no se te olvidan, fui a comer a su casa y despu¨¦s en el caf¨¦ se lo dije. Y mi madre en un primer momento no lo acept¨®. Pero yo creo que si mi madre no lo acept¨® en un primer momento no fue por ella?
Sino por miedo al rechazo social.
Eso es, por miedo a lo que dir¨ªa la gente. Ella ha sido siempre una persona muy luchadora, ha trabajado siempre much¨ªsimo por todos nosotros, para que pudi¨¦ramos estudiar carrera. Mi madre es una persona conservadora pero muy feminista en este sentido, porque siempre ha tenido su independencia. Ten¨ªa un taller de costura, era modista. Y trabaj¨® un mont¨®n, y todo por nosotros. Quiz¨¢ es por eso por lo que yo he aprendido a valorar el esfuerzo, como antes te dec¨ªa? Y se sac¨® el carnet de conducir a los 50 a?os, y ahora tiene 84 y est¨¢ jubilada, pero hasta el a?o pasado iba a la universidad a hacer cursos de literatura? Es una mujer muy activa, pero no lo acept¨®. Y entonces la vida nos separ¨® un tiempo. Por ejemplo, como no invitaban a Gorka a la cena de Navidad, yo dej¨¦ de ir. Estas cosas enrarecieron la relaci¨®n familiar durante algunos a?os. Hasta que en 2004 la cosa se normaliz¨® completamente. Pero hubo esa distancia de algunos a?os en una familia que se quiere mucho. Son peajes que se pagan.
?Y cu¨¢ndo le dijo a su madre que se casaba?
Pues pensaba dec¨ªrselo antes de la boda, pero luego no pude por diversas circunstancias. Fue una boda muy simple, sin celebraci¨®n, y despu¨¦s nos fuimos una semana de viaje? Yo tem¨ªa que mi matrimonio le incomodara un poco, porque la familia de mi madre no sab¨ªa nada y ella se iba a ver obligada a explicarse. De modo que al volver del viaje me fui a Bilbao para cont¨¢rselo. Pero est¨¢bamos todo el rato rodeados de familia y no ve¨ªa el momento. Hasta que al final llev¨¦ a mi madre en coche y aprovech¨¦ la ocasi¨®n. Llov¨ªa torrencialmente y pens¨¦, lo mismo tenemos un accidente, porque como reaccione mal? Tengo que contarte que ya he regularizado mi situaci¨®n con Gorka, le dije, conduciendo y mirando para adelante. ?Sabes cu¨¢l fue la contestaci¨®n de ella?
Me lo esperaba.
Exacto. Me lo esperaba. Con esa tranquilidad y esa dignidad.
Oy¨¦ndole, me doy cuenta de lo mucho que cuesta todo.
S¨ª, llegar a ese punto no es nada barato. Y lo malo es que hay gente en situaciones verdaderamente duras. Si te soy sincero, es por eso por lo que me he decidido a dar esta entrevista. Porque yo no me siento modelo de nadie, pero hay muchos chavales que viven en peque?os pueblos y que lo tienen muy dif¨ªcil. Y con esto puede que se digan, mira, ese t¨ªo del que hablan tanto los peri¨®dicos tambi¨¦n es as¨ª, entonces lo m¨ªo no ser¨¢ tan raro, no ser¨¢ tan malo. Y no es que al d¨ªa siguiente lo vayan a tener m¨¢s f¨¢cil, pero creo que por lo menos se van a sentir un poquito mejor.
Dec¨ªan que ten¨ªa usted un poco escandalizados a los compa?eros m¨¢s reaccionarios de la Audiencia.
No es verdad. En realidad sucede todo lo contrario. Me siento una persona muy querida en la Audiencia Nacional. Casi me apabulla lo mucho que me quieren y lo mucho que me respetan.
Ser¨¢ tambi¨¦n porque dicen que usted es muy educado, muy amable, que jam¨¢s grita a un subordinado? Desde luego no parece usted de esos que dan pu?etazos en las mesas.
No creas, alguna vez s¨ª que he dado un pu?etazo. Pero no porque estuviera enfadado con una persona, sino por impotencia ante una situaci¨®n.
Uno de esos momentos de impotencia debi¨® de ser durante la ya citada comparecencia de Otegi. Delante de la Audiencia hab¨ªa un pu?ado de fachas y sus gritos entraban por las ventanas.
S¨ª, ¨¦sa fue una situaci¨®n de gran impotencia. Porque yo estoy convencido de que ya estamos en otra Espa?a, y adem¨¢s desde hace mucho tiempo. Pero, claro, escuchar a 10 o 20 personas gritando cosas como "euskal presoak c¨¢mara de gas", pues? A m¨ª eso me dol¨ªa, me dol¨ªa un mont¨®n, me dol¨ªa como espa?ol. Y m¨¢s en la situaci¨®n en la que me encontraba, que era tremenda. Era como estar entre dos polos. Yo no quiero ser la persona en la que se sientan respaldados esos tipos de las banderas con el aguilucho, eso yo no, no lo quiero nada en absoluto? "Qu¨¦ pena que no hayan insonorizado la Audiencia Nacional", dije. Esos gritos me her¨ªan. Que no identifiquen ni mi persona, ni mi trabajo, ni mis ideas, ni mi coraz¨®n con eso.
Se ha ido relajando a lo largo de la entrevista y ya no se le ve tan tenso ni tan serio. Ahora parece m¨¢s joven a¨²n, apenas un chaval. Un tipo tan cercano y tan normal que concuerda poco con la imagen t¨®pica del juez, quiz¨¢ m¨¢s convencional y poderosa. As¨ª como en su sencillo y bonito piso antiguo no hay apliques dorados ni muebles ostentosos, en su pechera tampoco lucen metaf¨®ricas medallas. Para bien de todos, Grande-Marlaska no es m¨¢s que uno de esos individuos coherentes que intentan cumplir con su deber, aunque sea dif¨ªcil.
Se vinieron a vivir a Madrid en 2003. Dejaba usted la Audiencia y ven¨ªa a un destino muy inferior, en los juzgados de la plaza de Castilla. ?Qu¨¦ les hizo abandonar el Pa¨ªs Vasco?
Nosotros somos vascos, pero en aquella sociedad todo gravita en exceso sobre el tema del nacionalismo. Las relaciones profesionales, las personales, el aire que respir¨¢bamos en la calle, todo estaba atrapado dentro del binomio nacionalismo s¨ª, nacionalismo no, ETA s¨ª, ETA no. Y al cumplir 40 a?os decidimos que quer¨ªamos vivir en una sociedad donde existieran otras perspectivas, en la que tu d¨ªa a d¨ªa no estuviera absolutamente acaparado por eso. Porque el fen¨®meno terrorista sigue siendo importante para nosotros, naturalmente, pero aqu¨ª podemos ocuparnos tambi¨¦n de otras cosas, no tenemos toda nuestra vida secuestrada por eso. Y a lo mejor habr¨¢ gente que dir¨¢: pero si es ahora, en la Audiencia Nacional, en donde est¨¢ todo el d¨ªa tratando esos temas? Pues s¨ª, pero eso es s¨®lo mi trabajo, pero no es mi vida. Y all¨ª, en el Pa¨ªs Vasco, era todo, era siempre. Por eso dimos ese paso, que adem¨¢s nos fue muy costoso, tuvimos que vender una casa, y yo me vine a la plaza de Castilla a un destino mucho m¨¢s esclavo, y Gorka, que es fil¨®logo, se vino sin trabajo y se tuvo que poner a opositar. Al final aprob¨® y ahora da clases en un centro de adultos, pero cuando vinimos todo eso era una inc¨®gnita. Pero es que lo de marcharnos era algo que se hab¨ªa convertido en una verdadera necesidad.
Gorka es 'euskaldun' y usted habla euskera.
Yo entiendo la lengua y no hablo con fluidez porque todav¨ªa tengo que pensar en castellano, pero Gorka es euskaldun pleno.
Lo digo porque parece como si los nacionalistas hubieran secuestrado la cultura y la lengua vasca, como si s¨®lo fuera de ellos.
Gorka siempre dice que le da rabia que el hecho de hablar euskera le identifique dentro de determinados t¨¦rminos pol¨ªticos. Y s¨ª, habr¨ªa que rescatar eso para todos. La cultura vasca y el euskera son de todos los vascos. No pueden convertirse en un elemento de exclusi¨®n y de tribu, que es lo que se ha hecho.
?C¨®mo ve la situaci¨®n actual del Pa¨ªs Vasco?
Es una cuesti¨®n que llevar¨¢ a?os, porque no consiste s¨®lo en terminar con la violencia, con la coacci¨®n, con la extorsi¨®n, sino que es necesario ense?ar a las nuevas generaciones que todos los vascos somos iguales. Hay que construir una verdadera identidad com¨²n, con las diferencias ideol¨®gicas que quieras, pero una identidad basada en la no exclusi¨®n. Y eso llevar¨¢ su tiempo.
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