Marina Otero, la bailarina argentina que lleva al l¨ªmite el cuerpo y la provocaci¨®n
Una hernia de disco interrumpi¨® su carrera. Ahora dirige montajes con marcado sello autobiogr¨¢fico. La int¨¦rprete y core¨®grafa ha presentado en Madrid, donde ahora vive, sus dos ¨²ltimas obras: ¡®Fuck me¡¯ y ¡®Love me¡¯
En 2019 el cuerpo de la bailarina y core¨®grafa argentina Marina Otero (Buenos Aires, 1984) se rompi¨®. El diagn¨®stico: una hernia de disco. El dolor la paraliz¨®. Tuvo que someterse a varias operaciones. Cojeaba. No pod¨ªa bailar. La lesi¨®n la hizo tomar conciencia de la vulnerabilidad del cuerpo y la oblig¨® a renunciar a su protagonismo esc¨¦nico. Al a?o siguiente, cinco bailarines interpretaron aquello que ella ya no pod¨ªa en Fuck Me, un potente proyecto biodram¨¢tico que qued¨® interrumpido por la pandemia en Argentina, pero, en cambio, le ha abierto las puertas de Europa ¡ª acaba de estrenarse en el Festival de Oto?o de Madrid¡ª. Hasta ese momento, Otero no hab¨ªa tenido demasiada conciencia de la p¨¦rdida de la juventud ni de los l¨ªmites del cuerpo. Obsesiva y met¨®dica, entrenaba a diario. Se exig¨ªa m¨¢s, m¨¢s.
¡°C¨®mo no excederse cuando una sabe que es la ¨²ltima vez que va a hacer algo¡±. Era 2012, era la primera obra de Marina Otero, Andrea, pero en esa reflexi¨®n arrojada desde el escenario al p¨²blico se ve¨ªa ya uno de los pilares sobre los que construye su universo creativo esta core¨®grafa que se ha convertido en uno de los referentes de la nueva generaci¨®n de la escena art¨ªstica argentina en el exterior. Bailaba en esa obra unipersonal con las v¨¦rtebras sin aire. Lloraba. Se golpeaba. Se romp¨ªa. Se pervert¨ªa. Se avergonzaba. El cuerpo era all¨ª un objeto de trabajo compartido por la bailarina y por la prostituta que representaba. Un cuerpo sobreexigido, llevado al l¨ªmite, esta vez por decisi¨®n propia y no por la de un director de los que antes y despu¨¦s la dirigieron, como Pablo Rotemberg, al que Otero se acerc¨® porque se ve¨ªa tan reflejada en ¨¦l que lo consideraba un alma gemela. ¡°Lo da todo en escena, con gran inteligencia y con un bagaje t¨¦cnico formidable¡±, afirma Rotemberg. El director asegura que es una int¨¦rprete ¡°¨²nica e inolvidable¡± por todo lo que te genera cuando la ves. Hay espectadores que se enojan. Otros se horrorizan. Otros agradecen. ¡°Puede gustarte o no, pero no hay forma de que te deje indiferente¡±, dice una cr¨ªtica teatral argentina.
Otero dice que la danza ha estado presente en su vida desde que era ni?a. ¡°Como mi madre bailaba, me llevaba a ver clases de danza. En la escuela, en las reuniones familiares, siempre estaba coreografiando a mis primas, a mis amigas¡¡±. En un primer momento pens¨® en ser antrop¨®loga y comenz¨® esa carrera, pero la abandon¨®. Despu¨¦s curs¨® en la Universidad Nacional de las Artes (UNA), pero tampoco concluy¨® los estudios. Comenz¨® entonces a formarse con distintos maestros y maestras y de forma autodidacta.
El salto de la interpretaci¨®n a la direcci¨®n lo dio en 2012. Argentina entraba en un periodo de estancamiento econ¨®mico que derivar¨ªa en una nueva crisis, y nadie llamaba a Otero para bailar. Decidi¨® armar ¡°algo sola, por necesidad¡±. Andrea fue el germen de un proceso art¨ªstico que tiene a su cuerpo y su vida como objetos de investigaci¨®n; un trabajo en construcci¨®n permanente donde realidad y ficci¨®n se funden en un abrazo que los hace indistinguibles. De esa idea naci¨® Recordar 30 a?os para vivir 65 minutos (2015), en la que su cuerpo en movimiento dialogaba con v¨ªdeos caseros, fotos, canciones, relatos vividos y otros ficcionalizados. Un v¨ªdeo musicalizado con la canci¨®n Nada es para siempre, de Fabiana Cantilo, cerraba esa obra.
Ese primer proyecto biodram¨¢tico dio a Otero una voz propia como directora. Su consagraci¨®n nacional lleg¨® con 200 golpes de jam¨®n serrano (2018), protagonizada por el actor televisivo Gustavo Garz¨®n. ¡°Me di cuenta de que yo era un hombre sin cuerpo. Pura mente. Pura palabra. Un actor sin cuerpo. Y me dije: ¡®Quiero hacer algo desde el cuerpo¡¯. Quiero bailar, quiero cantar y quiero decir lo que se me cante el ojete. Quiero hacer una obra que surja de esta necesidad, de este desgarro emocional que siento. Donde no me importe la plata ni el cartel¡±, dijo Garz¨®n tras ponerse en las manos de Otero. Ella guio a Garz¨®n para reapropiarse de su cuerpo; en Fuck Me gu¨ªa a los bailarines para que se expresen en su lugar. Exhiben la potencia de su danza, la desnudez de sus cuerpos, la fragilidad por el paso del tiempo y la vulnerabilidad que implica someterse.
¡°Siempre lo sent¨ª y lo vi al rev¨¦s, con mi propio cuerpo y el cuerpo de todas las mujeres. Lamentablemente fuimos, somos y seremos cosificadas; se opina y se opinar¨¢ sobre nuestros cuerpos. Los hombres est¨¢n m¨¢s despojados de eso y me produce placer esa venganza, que se haga justicia por una hora, dar la posibilidad de imaginar que sea al rev¨¦s¡±, opina la directora sobre el impacto que genera ver a cinco hombres bailar desnudos sobre el escenario.
Su ¨²ltima obra, Love Me (2022) ¡ªprogramada esta noche en el Festival de Oto?o¡ª, es una continuaci¨®n de Fuck Me. ¡°Primero cogeme [f¨®llame], despu¨¦s hablemos de amor. El sexo es cuerpo. El amor no es tanto cuerpo como tiempo. O quiz¨¢s el amor sea un cuerpo sosteniendo el tiempo cuando la novedad queda a un lado. El permanecer, la paciencia¡±. La obra, creada con el director Mart¨ªn Flores C¨¢rdenas, habla de amor, pero tambi¨¦n de violencia, y es a su vez una despedida del lugar donde naci¨® y creci¨®. Desde marzo, Otero vive en Madrid, la ciudad que le resulta m¨¢s parecida a Buenos Aires.
C¨¢rdenas la describe como una int¨¦rprete y core¨®grafa apasionada. Una m¨¢quina sensible. Rota. Fallada. ¡°Su creatividad brota de esos cortes, de esas heridas¡±, asegura. El mismo estallido que la destruye, a su vez la inspira y la libera.
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