La revoluci¨®n de la credibilidad
El salario m¨ªnimo ha de llegar al 60% del salario medio para cumplir la promesa electoral
En los a?os setenta del siglo pasado, casi 9 de cada 10 economistas asum¨ªan como verdad incontestable que el salario m¨ªnimo ten¨ªa un efecto negativo sobre el empleo. En los ochenta ¡ªes el esplendor de la revoluci¨®n conservadora¡ª, el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, dirigi¨® la pol¨ªtica econ¨®mica convencido de que ¡°nada ha creado m¨¢s miseria y desempleo desde la Gran Depresi¨®n que el salario m¨ªnimo¡±. El establecimiento de un salario m¨ªnimo fue radicalmente puesto en cuesti¨®n por los defensores de la ortodoxia econ¨®mica desde que comenz¨® a ser implantado. Sus razones eran que equival¨ªa a encarecer el precio del trabajo y ello conllevaba inexorablemente a la disminuci¨®n de la demanda en el empleo.
No fue as¨ª. Lo cuenta el catedr¨¢tico Juan Torres L¨®pez en el pr¨®logo al libro seminal sobre el tema, titulado Mito y medici¨®n (Deusto), de dos grandes economistas laborales: Alan Krueger, que lleg¨® a ser presidente del Consejo de Asesores Econ¨®micos de la Casa Blanca con Obama, y David Card, premio Nobel de Econom¨ªa en el a?o 2021. En el a?o 2014, m¨¢s de 600 acad¨¦micos americanos firmaron una carta de apoyo a la subida del salario m¨ªnimo interprofesional (SMI) que hab¨ªa propuesto la C¨¢mara de Representantes un a?o antes, y algo m¨¢s de 500 economistas suscribieron otra en contra, incluy¨¦ndose entre los adherentes de ambas misivas economistas de gran prestigio y que hab¨ªan recibido el Nobel. Las cosas iban cambiando.
En su libro, Krueger y Card llegan a la conclusi¨®n de que no est¨¢ corroborado por la realidad que el establecimiento de un salario m¨ªnimo reduzca la demanda de empleo. Adem¨¢s, abren un nuevo terreno de discusi¨®n al proclamar que el SMI es un eficaz instrumento para distribuir la renta y luchar contra la pobreza. Sus conclusiones fueron corroboradas por un buen n¨²mero de trabajos emp¨ªricos y de experimentos sociales realizados sobre todo en EE UU, pero tambi¨¦n en otros pa¨ªses. Realizaron un conjunto de pruebas que apuntan a que los aumentos del SMI incrementaron la retribuci¨®n de los trabajadores con salarios bajos y no causaron un descenso apreciable del empleo. Es dif¨ªcil encontrar ideolog¨ªa expl¨ªcita en el libro citado. M¨¢s bien sus autores se apoyan en la denominada ¡°revoluci¨®n de la credibilidad¡±, que concede a los an¨¢lisis emp¨ªricos (demostrables) un papel mucho m¨¢s relevante que antes en el terreno econ¨®mico.
El sindicalista alem¨¢n Thorben Albrecht, director de pol¨ªtica del poderoso sindicato metal¨²rgico alem¨¢n IG Metall, vino la pasada semana a Espa?a a dar una conferencia y declar¨® que con la subida del salario m¨ªnimo en Alemania (recientemente ha subido de 12 a 15 euros la hora) han aumentado los puestos de trabajo (EL PA?S del 15 de diciembre). No suele ser tan sencillo. El debate fue reabierto en el a?o 2021 cuando el Banco de Espa?a public¨® un estudio (Los efectos del salario m¨ªnimo interprofesional en el empleo: Nueva tendencia para Espa?a) que evaluaba el incremento del SMI en el a?o 2019 de un 22%. B¨¢sicamente, su principal conclusi¨®n fue que ese aumento tuvo efectos adversos sobre el empleo, especialmente entre los trabajadores de 45 a 64 a?os.
Se generaron otros muchos textos, algunos propiciados por el Ministerio de Trabajo, que matizaban las conclusiones del Banco de Espa?a, aunque el mayor desmentido lo dieron las cifras de empleo (creci¨®) y de paro (disminuy¨®). Uno de ellos lo elabor¨® la Fundaci¨®n ISEAK. Sara de la Rica, una de sus responsables, escrib¨ªa la pasada semana en este mismo peri¨®dico (suplemento Negocios) que a corto plazo esa subida del SMI no aument¨® el riesgo de p¨¦rdida de empleo en los primeros seis meses, pero que entre los 6 y los 12 meses se observ¨® un crecimiento de dicho riesgo aunque con un impacto muy modesto.
Este es un debate muy importante dado que el Gobierno ha de tomar la decisi¨®n pol¨ªtica de aumentar el SMI en las pr¨®ximas semanas para cumplir una promesa electoral: elevarlo hasta que al final de la legislatura alcance el 60% del salario medio neto, teniendo en cuenta la Carta Social Europea.
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