La crueldad en el v¨¦rtice de Europa: Meloni, migrantes y pol¨ªtica
El estado de emergencia italiano es una vergonzosa vuelta de tuerca en las pol¨ªticas antinmigraci¨®n europeas. Un an¨¢lisis racional considerar¨ªa la llegada de trabajadores como un remedio ante el envejecimiento demogr¨¢fico
El Gobierno de extrema derecha de Giorgia Meloni ha planteado sus pol¨ªticas en materia de migrantes bajo la ense?a de la inhumanidad. Empezando por la verg¨¹enza del estado de emergencia, que permitir¨¢ a la presidenta del Gobierno italiano emitir ¨®rdenes ministeriales sin debatirlas en el Consejo de Ministros y mucho menos en el Parlamento. ?rdenes que, antes de ser objeto de improbables impugnaciones por parte de los migrantes ante la justicia admi...
El Gobierno de extrema derecha de Giorgia Meloni ha planteado sus pol¨ªticas en materia de migrantes bajo la ense?a de la inhumanidad. Empezando por la verg¨¹enza del estado de emergencia, que permitir¨¢ a la presidenta del Gobierno italiano emitir ¨®rdenes ministeriales sin debatirlas en el Consejo de Ministros y mucho menos en el Parlamento. ?rdenes que, antes de ser objeto de improbables impugnaciones por parte de los migrantes ante la justicia administrativa, podr¨¢n muy bien violar derechos y principios constitucionales. Se trata de un acto de pura demagogia, ¨²nicamente dirigido a exhibir la ferocidad del Gobierno ante el electorado de derechas, para satisfacer sus instintos xen¨®fobos.
Adem¨¢s del estado de emergencia, las pol¨ªticas del Gobierno de Meloni tienen expresi¨®n en otras dos ¨®rdenes de disposiciones. La primera es un decreto-ley de 23 de febrero de 2023, dirigido a sabotear lo m¨¢s posible las operaciones de salvamento de los migrantes en el mar. Este texto normativo condiciona la habilitaci¨®n de los barcos de las organizaciones no gubernamentales para salvar a las personas que est¨¢n naufragando a variados e insensatos requisitos burocr¨¢ticos; introduce obst¨¢culos absurdos a los llamados ¡°salvamentos m¨²ltiples¡±, autorizando a cada nave a realizar un solo salvamento antes de atracar en los puertos, y prev¨¦, para la violaci¨®n de estas prescripciones, sanciones administrativas de 10.000 a 50.000 euros, la inmovilizaci¨®n durante dos meses y, en caso de reincidencia, la confiscaci¨®n de la nave utilizada.
La segunda disposici¨®n es una medida tan insensata como cruel. Consiste en la abolici¨®n de la llamada protecci¨®n especial que hasta hoy hab¨ªa permitido la acogida, la integraci¨®n y, en muchos casos, el acceso a un empleo a millares de inmigrantes sin asilo pol¨ªtico y en condiciones de grave penuria y de vulnerabilidad. Privar a estas personas de tal clase de protecci¨®n equivale a convertirlas en irregulares y clandestinas y, por consiguiente, a impulsarlas a la ilegalidad, entreg¨¢ndolas al control de las mafias, acentuando desigualdades y opresiones y, al mismo tiempo, el odio hacia nuestra sociedad y nuestras instituciones.
No hay duda de que, en todos estos aspectos, la pol¨ªtica del Gobierno de Meloni expresa y satisface el racismo latente en su electorado. Constre?ido por la crisis econ¨®mica a abandonar los proyectos antieurope¨ªstas proclamados en la campa?a electoral, este Gobierno hace ostentaci¨®n de su identidad autoritaria y parafascista ensa?¨¢ndose con los m¨¢s d¨¦biles: aboliendo o, al menos, reduciendo la modesta renta de ciudadan¨ªa introducida por el precedente Gobierno de Conte, que hab¨ªa salvado del hambre y de la pobreza absoluta a millones de personas, y, sobre todo, exhibiendo indiferencia y desprecio por los migrantes, vistos todos como enemigos potenciales.
En estas pol¨ªticas contra los migrantes se manifiesta una inversi¨®n perversa y parad¨®jica de las formas del propio populismo en materia de seguridad. El viejo populismo penal se apoyaba en el miedo a la criminalidad callejera, es decir, a fen¨®menos sobredimensionados, si bien ciertamente ilegales, con objeto de generar temor y obtener consenso para medidas in¨²tiles y demag¨®gicas, aunque jur¨ªdicamente leg¨ªtimas, como la exasperaci¨®n de las penas. Por el contrario, el nuevo populismo xen¨®fobo se apoya en la instigaci¨®n al odio, en la difamaci¨®n y en la criminalizaci¨®n de conductas, no solo l¨ªcitas, sino moralmente virtuosas, como el salvamento de vidas humanas en el mar o las formas espont¨¢neas de acogida por parte de ciudadanos comunes, todo con el fin de alimentar miedos y racismos y obtener la aprobaci¨®n social de medidas en s¨ª mismas ilegales, tales como el cierre de los puertos m¨¢s pr¨®ximos, las impuestas omisiones de socorro, los secuestros de las personas salvadas y, en general, las lesiones de los derechos humanos de los migrantes.
Semejante criminalizaci¨®n de la virtud y de la solidaridad est¨¢ produciendo, adem¨¢s de las muertes en el mar, un da?o grav¨ªsimo a las bases sociales e ideales de nuestra democracia, que es la quiebra masiva del sentido moral. Cuando la inhumanidad, la inmoralidad y la indiferencia ante los sufrimientos y las muertes en el mar se practican y ostentan por las instituciones no solo resultan legitimadas, sino tambi¨¦n secundadas y alimentadas. Se convierten en contagiosas y se normalizan. Sin esta corrupci¨®n del sentido moral operada mediante la exhibici¨®n de la inmoralidad en los v¨¦rtices del Estado no se entender¨ªa el consenso masivo de que gozaron el fascismo y el nazismo, y del que han disfrutado y disfrutan, en sus pa¨ªses, aut¨®cratas como Trump y Bolsonaro, Orb¨¢n y Erdogan. Estas pol¨ªticas crueles han envenenado y pervertido a nuestras sociedades. Han sembrado el miedo y el odio hacia los diferentes. Han desacreditado la pr¨¢ctica elemental consistente en socorrer a aquel cuya vida peligra y, con ella, los normales sentimientos de humanidad que constituyen el presupuesto fundamental de la democracia. En s¨ªntesis, est¨¢n fascistizando el sentido com¨²n y reconstruyendo las bases ideol¨®gicas del racismo.
Por otra parte, las pol¨ªticas xen¨®fobas contra los migrantes, m¨¢s all¨¢ de la propaganda parafascista utilizada en su apoyo por el Gobierno italiano, son sustancialmente compartidas, en distintas formas y medidas, por todos los pa¨ªses europeos, unidos por una guerra cruel contra los migrantes. La Uni¨®n Europea hab¨ªa nacido contra los racismos y los nacionalismos, contra los genocidios y los campos de concentraci¨®n, los muros, el alambre de espino, las opresiones y las discriminaciones raciales. Hoy esta identidad est¨¢ en quiebra junto con los ¡°nunca m¨¢s¡± proclamados hace 70 a?os contra los horrores del pasado. En toda Europa est¨¢ manifest¨¢ndose una estridente contradicci¨®n entre los principios constitucionales de libertad e igualdad que informan nuestras democracias y nuestras pol¨ªticas de exclusi¨®n que son la clamorosa negaci¨®n de tales principios. Es una contradicci¨®n que, de no resolverse, har¨¢ impronunciables los derechos fundamentales, que son universales e indivisibles o no son, y que pronto no podr¨¢n seguir siendo proclamados con decencia como los ¡°valores de Occidente¡± mientras son violados en perjuicio de gran parte del g¨¦nero humano.
No se olvide que el mismo derecho a emigrar es un derecho fundamental vigente, establecido por la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos, por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Pol¨ªticos de 1966 y por el art¨ªculo 35 de la Constituci¨®n italiana. Es tambi¨¦n el m¨¢s antiguo de los derechos humanos, al haber sido formulado en el siglo XVI por Francisco de Vitoria en apoyo de la conquista del ¡°nuevo mundo¡± y despu¨¦s reivindicado por John Locke, que lo puso en la base del derecho a la supervivencia garantizada a todos ¡ªescribi¨®¡ª por la posibilidad de emigrar ¡°en las tierras salvajes de Am¨¦rica¡±, al haber ¡°en el mundo tierra suficiente para abastecer al doble de sus habitantes¡±. A partir de entonces, el derecho a emigrar se convirti¨® en una norma fundamental del derecho internacional consuetudinario en apoyo de las colonizaciones. Entonces eran los europeos quienes pod¨ªan ejercerlo, para invadir y depredar el resto del planeta, gracias tambi¨¦n al derecho de promover la guerra contra cualquiera que se opusiese a su leg¨ªtimo ejercicio. Algo que se llev¨® a cabo con la destrucci¨®n de las civilizaciones precolombinas y la masacre de decenas de millones de ind¨ªgenas. Hoy, cuando se ha invertido la asimetr¨ªa, y ya no son los europeos quienes ejercen el derecho a emigrar, sino los que huyen de los pa¨ªses empobrecidos por nuestras pol¨ªticas depredadoras, este derecho se ha transformado en delito y se le reprime con la misma dureza con la que fue blandido en los or¨ªgenes de la edad moderna con fines de conquista, rapi?a y colonizaci¨®n.
Por eso la necesidad de denunciar esta contradicci¨®n entre nuestras pol¨ªticas contra los migrantes y nuestra propia tradici¨®n. Porque, en el asunto de los migrantes, se juega la identidad democr¨¢tica no solo de Italia, sino tambi¨¦n de Europa y de todos los pa¨ªses ricos de Occidente; porque estas pol¨ªticas inhumanas ponen en cuesti¨®n, junto con el derecho a la vida y la dignidad de los n¨¢ufragos, tambi¨¦n la dignidad y la credibilidad democr¨¢tica de nuestros pa¨ªses y de toda Europa. En efecto, pues las leyes y las pr¨¢cticas contra los migrantes son responsables de la silenciosa masacre producida por los rechazos en las fronteras y por las prohibiciones de desembarco. Son muchos los millares de v¨ªctimas cuya ¨²nica culpa es haber nacido en pa¨ªses antes depredados por nuestras colonizaciones y despu¨¦s por nuestra globalizaci¨®n. Sus muertos, sus discriminaciones, sus opresiones son la negaci¨®n de todos nuestros proclamados valores. Y, mientras sigan produci¨¦ndose, habr¨¢n de pesar sobre nuestras conciencias como una verg¨¹enza intolerable.
Una pol¨ªtica racional y antirracista deber¨ªa partir, con realismo, de la evidencia de que los flujos migratorios son fen¨®menos estructurales e irreversibles, fruto de la actual globalizaci¨®n salvaje que ni las leyes ni los muros ni las polic¨ªas de fronteras podr¨¢n detener, sino solo forzar a la clandestinidad y dramatizar, condenando a los migrantes a la represi¨®n, la marginaci¨®n y la explotaci¨®n. Una pol¨ªtica racional tendr¨ªa que aceptar incluso el fen¨®meno migratorio como un remedio ben¨¦fico del declive demogr¨¢fico de los pa¨ªses ricos, donde los j¨®venes son cada vez menos y los viejos siempre m¨¢s. Por eso, deber¨ªa hacer exactamente lo contrario de lo que hacen hoy, no solo en Italia, casi todas las fuerzas pol¨ªticas: en vez de cabalgar y alimentar racismos y miedos, propiciar la inserci¨®n en el sentido com¨²n de la idea de que el fen¨®meno migratorio es hoy el aut¨¦ntico hecho constituyente ¡ªy el pueblo de los migrantes, el aut¨¦ntico sujeto constituyente¡ª de un futuro orden mundial que finalmente re¨²na a los pueblos divididos por las fronteras, por las leyes racistas y por los nacionalismos, armados unos contra otros, en un ¨²nico pueblo de la Tierra, mestizo y diferenciado, pero unido por la igualdad efectiva de todos los seres humanos, por el respeto asociado de todas sus diferencias y por la eliminaci¨®n o reducci¨®n de sus desigualdades.
Obviamente, la perspectiva de una superaci¨®n de las fronteras y de una efectiva universalizaci¨®n de los derechos fundamentales puede parecer hoy una utop¨ªa. Sin embargo, hay que reconocer que la historia de la civilidad es tambi¨¦n una historia de utop¨ªas (bien o mal) realizadas, mientras que, por el contrario, las fronteras, los muros y los alambres de espino son tan solo fr¨¢giles e in¨²tiles signos de nuestra inseguridad, con los que nos hacemos la ilusi¨®n de parar un fen¨®meno indetenible y de proteger nuestras privilegiadas condiciones de vida, separ¨¢ndonos del resto del mundo y evitando afrontar las causas de la emigraci¨®n masiva, provocada en gran parte por nuestras propias pol¨ªticas.
En la actualidad, la hip¨®tesis menos realista es la de que las desigualdades y la pobreza puedan seguir creciendo ilimitadamente, y que nuestras ricas democracias puedan a la larga continuar basando sus desaprensivos tenores de vida sobre el hambre y la miseria del resto del mundo. Todo esto es inveros¨ªmil. Aunque irrealista en el corto plazo, el proyecto de un constitucionalismo internacional basado en la igualdad de todos los seres humanos, ya normativamente instaurado en las diversas cartas internacionales de derechos, representa, a largo plazo, la ¨²nica alternativa realista al futuro de guerras, destrucciones ecol¨®gicas, fundamentalismos, racismos, conflictos inter¨¦tnicos, atentados terroristas y crecimiento del hambre y la miseria a que dar¨ªa lugar su fracaso.
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