?Por qu¨¦ los diputados se empe?an en ser el altavoz de las mentiras de Villarejo y de ¡°sus¡± periodistas?
Es en los tribunales donde se debe exigir responsabilidades, tambi¨¦n a esos medios que difunden mentiras
¡°Debe de ser que les va la marcha a la hora de escuchar mentiras, ?no?¡±. La demoledora frase del excomisario del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa Jos¨¦ Manuel Villarejo resume perfectamente el nuevo y lamentable espect¨¢culo que tuvo lugar el pasado mi¨¦rcoles en la Comisi¨®n de Interior del Congreso de los Diputados. Por tercera vez, el exc...
¡°Debe de ser que les va la marcha a la hora de escuchar mentiras, ?no?¡±. La demoledora frase del excomisario del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa Jos¨¦ Manuel Villarejo resume perfectamente el nuevo y lamentable espect¨¢culo que tuvo lugar el pasado mi¨¦rcoles en la Comisi¨®n de Interior del Congreso de los Diputados. Por tercera vez, el excomisario corrupto y chantajista ha comparecido por voluntad de los representantes de los partidos pol¨ªticos de este pa¨ªs para montar un espect¨¢culo, defenderse y esparcir su inmundicia. El propio Villarejo parec¨ªa sorprendido de esa insistencia en facilitarle un altavoz, cuando los diputados ya tienen absolutamente claro que nada de lo que pueda decir tiene la menor credibilidad ni puede ayudar a establecer responsabilidades de ning¨²n tipo. Su tercera comparecencia no ayuda a saber qu¨¦ sucedi¨® (de eso se tienen que encargar los tribunales), pero s¨ª a desprestigiar a¨²n m¨¢s un Parlamento que ya tiene sobrados problemas de estima p¨²blica.
El mismo Congreso que no es capaz de garantizar el funcionamiento correcto del ¨®rgano de gobierno de los jueces ¡ªsigue sin renovarse el Consejo General del Poder Judicial por veto del grupo popular¡ª pasa su tiempo aguantando las gracias de un personaje siniestro que representa algo realmente peligroso: la connivencia de aparatos del Estado para favorecer los intereses pol¨ªticos de un partido o de un ministro concreto (el extitular de Interior Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz y su equipo) o la puesta de esos aparatos del Estado al servicio de empresarios o banqueros dispuestos a utilizar en su provecho informaciones obtenidas mediante espionaje, chantaje y todo tipo de delitos. Ante los jueces, Villarejo no obtiene rendimiento de sus amenazas ni ventajas de sus espect¨¢culos, como s¨ª lo logra ante el altavoz de una comisi¨®n parlamentaria y diputados que, por muy expertos que se crean en interrogatorios, no disponen de los instrumentos necesarios para hacer frente a delincuentes semejantes.
El Parlamento debe exigir, claro que s¨ª, responsabilidades pol¨ªticas por la existencia de esa red ilegal dentro del aparato del Estado. Si durante a?os existi¨® una red de vigilancia de pol¨ªticos (independentistas o no), periodistas, empresarios y altos funcionarios dirigida por comisarios de polic¨ªa, es imprescindible determinar cu¨¢l fue el grado de conocimiento y complicidad de los cargos pol¨ªticos bajo cuyo mandato se desarroll¨® semejante espanto. El control parlamentario exige determinar qu¨¦ autoridades permitieron o encargaron la elaboraci¨®n de informes pol¨ªticos y qu¨¦ engranajes llevaron a la corrupci¨®n de un n¨²mero elevado de funcionarios p¨²blicos.
Es saludable tambi¨¦n averiguar y demostrar qui¨¦nes se prestaron a difundir esos chantajes y acusaciones falsas, pero la fuente para destapar semejantes apoyos en determinados medios de comunicaci¨®n no puede ser el jefe de los chantajistas. As¨ª no se hace avanzar la lucha contra la corrupci¨®n, la profesionalidad de los medios ni el prestigio del Parlamento. Es en los tribunales donde se debe exigir responsabilidades, tambi¨¦n a esos medios de comunicaci¨®n por difundir mentiras a sabiendas y a esos periodistas sinverg¨¹enzas por actuar con semejante deshonestidad. Se supone que los diputados, y los dirigentes de los grupos parlamentarios, tienen otro cometido.
Por ejemplo, va a acabar la legislatura sin que el Parlamento haya encargado a una comisi¨®n de expertos un estudio sobre el enorme problema que implica la falta de eficiencia burocr¨¢tica del Estado, demostrada una y otra vez a lo largo de a?os, un tema sobre el que los dipu?tados y ministros se atacan y defienden, pero que nunca ha sido objeto en el Congreso de un an¨¢lisis sereno y profundo que busque posibles mecanismos de mejora. Se acabar¨¢ la legislatura sin debatir seriamente sobre la ayuda militar a Ucrania o sobre el impacto del cambio clim¨¢tico y las sequ¨ªas venideras. Los grupos parlamentarios solicitan numerosas veces la comparecencia de ministros y altos funcionarios para que informen sobre temas de su competencia, pero no se utiliza la ocasi¨®n para profundizar en el conocimiento de esos temas o para encargar estudios independientes que permitan afrontar esos problemas con un informe compartido de datos, an¨¢lisis y propuestas, sino que todo se convierte en simples ocasiones de reproches por un lado y autoelogios por el otro. ?No hay forma de evitar que la C¨¢mara se convierta en un escaparate de agresiones y estupideces donde no se habla de la realidad, sino de escenarios deformados?
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