Una infancia trans o 20.000 maneras de ser lo mismo
Las historias, tambi¨¦n las de la b¨²squeda de la identidad, pueden contarse a trav¨¦s de la intimidad y no del trauma
Leo bastante literatura contempor¨¢nea, veo todas las pelis que puedo, m¨¢s series de las que deber¨ªa y leo m¨¢s peri¨®dicos de los que quisiera. Pero en todos estos g¨¦neros observo un denominador com¨²n: el de la v¨ªctima como protagonista del relato contempor¨¢neo, ya sea en novelas, pel¨ªculas o partidos pol¨ªticos. Distintas voces que comparten el lugar desde el que legitiman su discurso: comunicar el trauma ante el p¨²blico o el electorado. Y aunque no juzgo si esta tendencia produce mejores o peores obras, lo cierto es que empiezo a echar de menos nuevas perspectivas. Quiz¨¢ por eso me ha alegrado tanto el ¨¦xito de 20.000 especies de abejas, la ¨®pera prima de Est¨ªbaliz Urresola nominada a 15 Premios Goya: una historia sobre la b¨²squeda de la identidad de g¨¦nero contada a trav¨¦s de la intimidad y no del trauma. Una peque?a revoluci¨®n.
Porque si les digo que 20.000 especies de abejas cuenta la historia de una ni?a trans de ocho a?os, ?qu¨¦ se imaginan? ?La infancia de una ni?a o la de una v¨ªctima? ?El descubrimiento de una identidad o el de un trauma? Notar¨¢n que no necesitan haber visto la peli para responder. Y eso es porque nos hemos ido acostumbrando a que la tragedia ti?a lo cotidiano para ganar atenci¨®n, legitimidad e incluso verdad. A veces leo (o me escucho decir) que un libro o una peli es bueno porque golpea, duele, molesta o denuncia. Porque sucede que, en un contexto pol¨ªtico donde tanto las creencias como las ideolog¨ªas (y hasta la autoridad intelectual) han perdido importancia, la legitimidad ya no recae en la clase social ni en la revoluci¨®n, sino en el estatuto de v¨ªctima.
Sin embargo, 20.000 especies de abejas me ha hecho pensar que quiz¨¢ el arte m¨¢s comprometido sea, precisamente, el que se atreve a entrar en la intimidad de los problemas desde la delicadeza de lo cotidiano. Porque para comprender un conflicto ¡ªya sea ¨ªntimo o pol¨ªtico, all¨ª donde se diferencian¡ª hay que entender lo que pasa en el d¨ªa a d¨ªa, en ese espacio tan dif¨ªcil de transitar y de nombrar. Y, desde all¨ª, ser capaz de emocionar con eso que no tiene ni reto ni conflicto ni batalla ni victoria, ni protagonista siquiera. Y as¨ª resulta que para contar la historia de Luc¨ªa (la ni?a trans que interpreta una deslumbrante Sof¨ªa Otero), Est¨ªbaliz Urresola entra en la intimidad de su madre, de su hermano, de su hermana, de su padre, de su abuela, de su t¨ªa, de su pueblo¡ Y de paso nos recuerda que los protagonistas de una historia no son solo aquellos que la sufren, sino quienes les quieren, sus parientes, sus amigos, tambi¨¦n el pasado de todos ellos y los espacios que juntos habitan.
Todos estamos en la vida y todos tenemos que aprender. Y esta ense?anza alcanza una propuesta existencial en esta pel¨ªcula que va m¨¢s all¨¢ del aprendizaje de la ni?a protagonista y nos compromete a todos. Quiz¨¢ por eso es capaz de acercarnos a trav¨¦s de la diferencia. Pienso que a lo mejor por eso se titula as¨ª: 20.000 especies de abejas, porque est¨¢ nombrando distintas formas de ser lo mismo. Y pienso que ojal¨¢ esta narrativa salpique otros relatos, especialmente los pol¨ªticos, tan faltos de imaginaci¨®n y de empat¨ªa. Deseo, por ejemplo, que Netanyahu la vea y comprenda que su estatus de v¨ªctima no le da derecho a ser el ¨²nico protagonista de su historia. Que todos sintamos que solo si nos contamos distinto seremos capaces de pensar distinto. Y que falta nos hace.
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