La regeneraci¨®n democr¨¢tica consiste en hacer de las conquistas sociales derechos fundamentales
Un grupo de acad¨¦micos propone blindar las conquistas sociales como derechos fundamentales
El presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, sali¨® de su agujero espiritual de cinco d¨ªas con una idea fuerza: la regeneraci¨®n democr¨¢tica. Pero desde entonces apenas ha desarrollado en qu¨¦ consiste tal regeneraci¨®n. En Espa?a los regeneracionistas eran, habitualmente, unos hombres barbados muy pesados, encabezados por el aragon¨¦s ...
El presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, sali¨® de su agujero espiritual de cinco d¨ªas con una idea fuerza: la regeneraci¨®n democr¨¢tica. Pero desde entonces apenas ha desarrollado en qu¨¦ consiste tal regeneraci¨®n. En Espa?a los regeneracionistas eran, habitualmente, unos hombres barbados muy pesados, encabezados por el aragon¨¦s Joaqu¨ªn Costa, que intentaban poner remedio a la decadencia de nuestro pa¨ªs, incluso exager¨¢ndola, tras el enorme impacto del ¡°desastre del 98¡å. Desde entonces, el regeneracionismo ha sido transversal, habiendo tanto de cu?o conservador como progresista.
Convertir las principales conquistas sociales de las ¨²ltimas d¨¦cadas en derechos fundamentales, blind¨¢ndolos con mayores garant¨ªas ante cualquier intento de limitarlas o sajarlas es la tesis que propone un grupo de profesores coordinado por Diego L¨®pez Garrido, en un muy interesante libro publicado por el Centro de Estudios Pol¨ªticos y Constitucionales (Los nuevos derechos sociales fundamentales. Una propuesta de reforma constitucional).
Se trata concretamente del derecho a la salud, medio ambiente, pensiones, vivienda y la protecci¨®n a la privacidad. En la mayor parte de los casos son tratados en la Constituci¨®n espa?ola apenas como principios rectores que informan la pr¨¢ctica de los poderes p¨²blicos, y habr¨ªa que dotarlos de mayor seguridad dado el papel central que han ocupado en Espa?a y en las naciones m¨¢s avanzadas del planeta en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Ello significar¨ªa cambiarlos de sitio en la Constituci¨®n y trasladarlos al lado del resto de los derechos fundamentales, en el cap¨ªtulo II del t¨ªtulo primero de la Constituci¨®n. Una idea ut¨®pica dada la actual correlaci¨®n de fuerzas del Parlamento, pero que puede ir madurando con el tiempo si se la debate.
Esas conquistas sociales forman parte del concepto de ciudadan¨ªa instalado en nuestras sociedades: un ciudadano lo es si es triplemente ciudadano: el elemento civil, que se compone de los derechos necesarios para la libertad individual (libertad de expresi¨®n, de manifestaci¨®n, de religi¨®n,¡), el elemento pol¨ªtico que es el derecho a participar en el ejercicio del poder pol¨ªtico (libertad para elegir y ser elegido), y la pata social, que abarca desde el derecho a la seguridad y a un m¨ªnimo bienestar econ¨®mico al de compartir plenamente la herencia social y vivir la vida de un ser civilizado conforme los est¨¢ndares predominantes de la ¨¦poca. El siglo XVIII habr¨ªa sido el de la gran batalla por la ciudadan¨ªa civil, en el siglo XIX se obtuvo, en general, el sufragio universal, y el siglo XX es el del Estado de bienestar. La propuesta de los profesores da un paso m¨¢s all¨¢ y hace de los derechos sociales unos derechos fundamentales que no tienen posibilidad de marcha atr¨¢s porque estar¨ªan integrados en el primer nivel de la Constituci¨®n.
Esta protecci¨®n es necesaria dado que todos los movimientos progresistas en la historia han venido seguidos, con mayor o menor ¨¦xito, de movimientos ideol¨®gicos de sentido contrario. La onda larga que estamos viviendo parece concluir que estamos en uno de esos momentos hist¨®ricos de retroceso. La pareja acci¨®n-reacci¨®n funciona a partir de la tercera ley del movimiento de Newton que dice que siempre que un objeto ejerce una presi¨®n sobre un segundo objeto, ¨¦ste ejerce una fuerza de igual magnitud y duraci¨®n sobre el primero, pero en sentido opuesto. Esta ley se utiliza tambi¨¦n en las ciencias sociales, aunque es discutible si la reacci¨®n ser¨¢ de igual fuerza que la acci¨®n; si es superior, la contrarrevoluci¨®n triunfar¨¢; si es menor persistir¨¢n las reformas y los avances.
El Estado de bienestar ha sido uno de esos progresos, que conviene blindar. La afirmaci¨®n de que es una amenaza a la libertad, como defiende el exaltado presidente argentino Javier Milei, no era cre¨ªble ni en los a?os cuarenta del siglo pasado, cuando fue creado por la acci¨®n combinada de los socialdem¨®cratas y los conservadores democratacristianos. Entonces era una inversi¨®n que fortalec¨ªa al capitalismo. Ahora se plantea en algunos sitios como una derrota del mismo.
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