Tras la desaparici¨®n de la ¡°nueva pol¨ªtica¡±, la anterior no est¨¢ para muchas alegr¨ªas
Las elecciones catalanas han certificado la desaparici¨®n de Ciudadanos y el independentismo de apariencia revolucionaria
Definitivamente, las elecciones catalanas han certificado la pr¨¢ctica desaparici¨®n de lo que se llam¨® ¡°nueva pol¨ªtica¡±. De Ciudadanos no ha quedado nada en el lugar donde naci¨® y donde desempe?¨® un papel muy interesante en sus comienzos; Podemos, que inyect¨® tanta vitalidad y novedad a la vida pol¨ªtica durante algunos a?os, no compareci¨® y tiene pocas expectativas con vistas a las elecciones europeas, seg¨²n las encuestas. Sumar ha resistido, en los huesos, gracias a los Comunes, pero Yolanda D¨ªaz tampoco tiene esperanzas de sobresalir en las elecciones de junio. Incluso el independentismo de nueva planta, que tom¨® una apariencia casi revolucionaria, ha quedado olvidado con el desesperado intento de recuperar nada menos que la Converg¨¨ncia de Pujol.
Ni tan siquiera Vox es realmente nuevo, aunque tampoco se trate de un simple heredero de Fuerza Nueva, sino que parece cada vez m¨¢s la secci¨®n espa?ola de una nueva internacional ultra, con estructuras organizadas en toda Europa y ayuda financiera de grandes think tanks estadounidenses. Es decir, algo mucho m¨¢s peligroso de lo que fue nunca el partido de Blas Pi?ar.
Las elecciones auton¨®micas catalanas han certificado la desaparici¨®n de la nueva pol¨ªtica espa?ola, y por mucho que sus protagonistas busquen culpables fuera de sus filas, lo cierto es que ha sido un triste proceso provocado por sus propias malas decisiones. El regreso a la antigua pol¨ªtica tampoco es una noticia que pueda provocar grandes alegr¨ªas, porque la situaci¨®n dentro de Espa?a y en Europa no es precisamente la misma que la que afrontaron aquellos pol¨ªticos. La sociedad espa?ola y la sociedad europea atraviesan un estado de ¨¢nimo muy diferente: dentro de cada pa¨ªs existe un claro des¨¢nimo democr¨¢tico y, a escala internacional, el mapa ha cambiado sustancialmente, con dos guerras muy cercanas y un claro enfrentamiento entre Estados Unidos y China. Y si los electores no lo remedian, las elecciones europeas nos trasladar¨¢n a un escenario pol¨ªtico europeo de bloques, tambi¨¦n antiguo y peligroso, dirigido por pol¨ªticos m¨¢s bien rancios.
Lo m¨¢s atractivo del resultado de las elecciones catalanas es que da por cerrado un debate que ha impedido casi cualquier otra discusi¨®n pol¨ªtica en Espa?a: la mayor¨ªa independentista en Catalu?a ha quedado desactivada. ?Hubiera sido posible lograrlo s¨®lo con indultos y sin amnist¨ªa? Imposible saberlo y, adem¨¢s, ahora poco importa. Lo importante es que esa desactivaci¨®n se ha producido y que, ocurra lo que ocurra a partir de ahora, el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, puede asegurar que gracias a sus pol¨ªticas el nacionalismo en Catalu?a no tiene mayor¨ªa ni en esca?os ni en votos por primera vez en 40 a?os y se ha cerrado una peligrosa crisis institucional.
Quiz¨¢s sea posible hablar ahora de otras cosas. Se supone que el Partido Popular no acudir¨¢ a las elecciones del d¨ªa 9 con un ¨²nico punto en su programa: la unidad de Espa?a. Lo normal ser¨ªa que se pronunciara sobre muchas de las cosas sobre las que se ha mantenido en silencio: bonos europeos para sufragar la defensa europea, l¨ªmites del control del d¨¦ficit, hasta qu¨¦ punto aceptar alianzas puntuales con la extrema derecha. Quiz¨¢s ser¨ªa bueno que sus estrategas recurrieran al podcast que mantiene un antiguo ministro popular, Gabriel Elorriaga, charlando semanal y calmadamente con un exministro socialista, Jordi Sevilla. Elorriaga no parece pensar que basta el ruido de las trompetas para que caigan las murallas de Jeric¨®.
En el plano pr¨¢ctico, es imposible saber c¨®mo se resolver¨¢ la situaci¨®n pol¨ªtica en Catalu?a hasta que pasen las elecciones el d¨ªa 9. La ¨²nica pista la dar¨¢ la negociaci¨®n para la elecci¨®n de presidente o presidenta de la C¨¢mara. Pero solo despu¨¦s del recuento europeo se podr¨¢ avanzar de verdad en esa negociaci¨®n. La opci¨®n m¨¢s probable es que ERC apoye la investidura de Salvador Illa y pase a la oposici¨®n. Esquerra ha anunciado la celebraci¨®n de un congreso en noviembre para resolver su complicada situaci¨®n interna y no parece muy l¨®gico que Oriol Junqueras, que aspira a hacerse con la direcci¨®n, ni nadie, quiera celebrar ese congreso despu¨¦s de otro fracaso en una repetici¨®n electoral. Pero ERC no siempre act¨²a con l¨®gica.
El ¨¦xito del PSC y el nombramiento de Salvador Illa no son suficientes para asegurar un futuro s¨®lido a Pedro S¨¢nchez al frente de La Moncloa. Habr¨¢ que esperar tambi¨¦n al resultado de las europeas. Es posible que los socialistas y socialdem¨®cratas no experimenten una bajada tan pronunciada como se anunciaba si el electorado se moviliza contra el fuerte aumento de la extrema derecha. Todo es posible.
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