Olivia Laing, ensayista: ¡°El para¨ªso, para m¨ª, es un jard¨ªn que no excluye a nadie¡±
La escritora brit¨¢nica, que convierte sus ensayos en algo parecido al arte, vuelve con uno sobre los jardines. Dice que frente a las plantas aut¨®ctonas, prefiere lo multicultural
Olivia Laing (Brighton, 47 a?os) entra en la cafeter¨ªa del Museo del Jard¨ªn, en la orilla sur del T¨¢mesis, como un hermoso girasol, ¨¢gil, sonriente y a la b¨²squeda de luz. Cr¨ªtica de arte y ensayista, tiene una prosa deslumbrante y luce esa habilidad tan brit¨¢nica de convertir un ensayo literario en una divagaci¨®n circular que tiene mucho de obra de arte. Deslumbr¨® con La ciudad solitaria (Capit¨¢n Swing), donde retrat¨® la...
Olivia Laing (Brighton, 47 a?os) entra en la cafeter¨ªa del Museo del Jard¨ªn, en la orilla sur del T¨¢mesis, como un hermoso girasol, ¨¢gil, sonriente y a la b¨²squeda de luz. Cr¨ªtica de arte y ensayista, tiene una prosa deslumbrante y luce esa habilidad tan brit¨¢nica de convertir un ensayo literario en una divagaci¨®n circular que tiene mucho de obra de arte. Deslumbr¨® con La ciudad solitaria (Capit¨¢n Swing), donde retrat¨® la soledad que sinti¨® en una gran metr¨®polis como Nueva York a pesar de estar rodeada de seres humanos, un sentimiento muy extendido. Y lo volvi¨® a lograr en Todos los cuerpos (Paid¨®s), donde analiz¨® la libertad que conquistamos y perdemos y c¨®mo cada generaci¨®n debe luchar por mantenerla.
Ahora reaparece con El jard¨ªn contra el tiempo. En busca de un para¨ªso com¨²n (de Capit¨¢n Swing). Su af¨¢n por devolver a la vida el jard¨ªn abandonado de su casa de Suffolk (al este de Londres, a dos horas de tren), al principio de la pandemia, es la excusa para cuestionar el pasado y plasmar una visi¨®n radical del futuro. Para hablar de para¨ªsos perdidos y so?ados. Como esos jardines ingleses de aspecto pretendidamente salvaje, Laing divaga sobre flores, plantas, paisajes, libertad, homosexualidad, colonialismo, cambio clim¨¢tico y su propia vida para concluir con una propuesta radical: el futuro es un jard¨ªn abierto.
Pregunta. El jard¨ªn como met¨¢fora del para¨ªso. El para¨ªso perdido y el para¨ªso com¨²n posible.
Respuesta. La palabra para¨ªso deriva de la lengua av¨¦stica de la antigua Persia. Significa ¡®jard¨ªn amurallado¡¯. La palabra emigr¨® al griego primero y luego al lat¨ªn. En el Antiguo Testamento se usa para describir, primero el jard¨ªn del Ed¨¦n, y luego el cielo divino. El lugar m¨¢s maravilloso y perfecto que los humanos pueden imaginar es un jard¨ªn.
P. Y el poeta Milton, un personaje central en el libro, habla en El para¨ªso perdido del jard¨ªn que Ad¨¢n y Eva pierden, pero tambi¨¦n del ¡°mundo entero ante ellos¡± que se abre cuando son expulsados.
R. Milton era un revolucionario que tuvo que hacer frente a la realidad de que su bando, que aspiraba a la rep¨²blica inglesa, hab¨ªa sido derrotado. Sus sue?os y ambiciones de un mundo mejor hab¨ªan fracasado. Nosotros hemos luchado contra el auge del fascismo, la p¨¦rdida del ideal democr¨¢tico, de los sue?os liberales. Hemos visto el retroceso de conquistas en el siglo XX. Un lector del siglo XXI quiz¨¢ no conozca bien la topograf¨ªa del Ed¨¦n, del para¨ªso y del cielo, pero intuir¨¢ que hay algo muy cercano en ese poema.
P. Hay jardines privados que son todo lujo y exclusi¨®n. Otros aspiran a un bien com¨²n.
R. Estamos en el Museo del Jard¨ªn, y sus responsables acaban de obtener permiso para ampliar su terreno y convertirlo en un nuevo jard¨ªn, un espacio p¨²blico. Es una zona de la ciudad m¨¢s bien pobre. Hay jardineros con una visi¨®n cada vez m¨¢s pol¨ªtica y comprometida con el cambio clim¨¢tico cuya visi¨®n del futuro ya no contempla jardines privados, sino p¨²blicos. Escribo sobre la b¨²squeda del para¨ªso, que para m¨ª es un jard¨ªn que no excluya a nadie.
P. El libro surge al principio de una pandemia que encerr¨® a millones. Fueron muchos los que se refugiaron en plantas y flores. Pero temo que todo aquello fue ef¨ªmero.
R. Los editores de Ucrania me explicaron que este sue?o del jard¨ªn significaba mucho para ellos. Me pidieron que escribiera una introducci¨®n especial para un pueblo que estaba en guerra. Me result¨® conmovedor, reflejaba los dos polos de la experiencia humana. Declaras la guerra o construyes un jard¨ªn. Para quien se ve atrapado en la guerra en contra de su voluntad, el sue?o de un jard¨ªn, de un espacio pac¨ªfico y bello donde conversar, significa mucho. Aquel momento en el que muchos se volcaron en sus jardines acab¨®. Pero la idea del jard¨ªn como un espacio de posibilidades permanece.
P. Algunos se han sentido molestos al recordar que tras jardines suntuosos puede haber una historia de esclavitud y explotaci¨®n.
R. Siempre tiene que ver con el dinero. Y resulta interesante de rastrear. ?De d¨®nde viene ese dinero? ?De d¨®nde proced¨ªa este terreno? ?Qui¨¦n fue excluido de su disfrute? ?Qui¨¦n pudo disfrutarlo? Puedes tener esta discusi¨®n pol¨ªtica sobre los jardines sin convertirla en esa conversaci¨®n binaria tan propia de las redes. En ese enfrentamiento tan deprimente que hemos presenciado en los ¨²ltimos a?os. Dos bandos que se chillan entre s¨ª. Por eso quise escribir un libro hermoso, enriquecedor, tranquilo¡ Para que personas con ideas diferentes pudieran participar. Para hacerles pensar sobre la esclavitud o sobre el cercado [apropiamiento] de tierras y que sacaran sus propias conclusiones.
P. El jard¨ªn como refugio y lugar seguro y solidario para los perseguidos. Muchos personajes de su libro, William Morris, Cedric Morris o Derek Jarman, son homosexuales.
R. Muchos de ellos construyeron estos jardines en ¨¦pocas con leyes muy opresivas. Pienso en Cedric Morris y el jard¨ªn de Benton End. Era un momento en el que muchos hombres acababan en prisi¨®n. ?l se dedica, literalmente, a recoger a esos hombres reci¨¦n salidos de la c¨¢rcel y llevarlos a un lugar seguro como su jard¨ªn, aliment¨¢ndoles con sopa. No era la met¨¢fora de un refugio, era un refugio aut¨¦ntico. Es una historia que me impact¨® mucho, por mis propias vivencias personales. Y te lleva a concluir que los jardines no son solo lugares donde aislarte y disfrutar del lujo. Pueden ser un lugar de retiro por razones realmente necesarias.
P. El jard¨ªn de Derek Jarman es un proyecto casi imposible entre guijarros en la costa de Dungeness. Es un s¨ªmbolo de libertad.
R. Crec¨ª en una familia gay, durante los a?os de la ¡®secci¨®n 28¡ä [las leyes de Thatcher que prohibieron la promoci¨®n de la homosexualidad en los ayuntamientos y frenaron en seco las ayudas a muchas asociaciones]. Derek Jarman fue b¨¢sicamente la ¨²nica persona contagiada con el virus del VIH que durante esos a?os habl¨® abiertamente de ello. Ten¨ªa una elegancia y un sentido del humor incre¨ªbles. Dio un rostro humano a la comunidad homosexual. Escribi¨® Naturaleza moderna unos cinco a?os antes de morir, y es un libro que cambi¨® mi vida.
P. Hay una cr¨ªtica sutil de la pol¨ªtica en un libro que, a diferencia de otros suyos, ha huido de los asuntos contempor¨¢neos.
R. Quer¨ªa situar al lector en un lugar hermoso para que, de un modo gradual, se diera cuenta de que en realidad est¨¢bamos hablando de c¨®mo se ha organizado el mundo. De forma sutil, sin pretender algo did¨¢ctico.
P. El colonialismo ingl¨¦s y su af¨¢n por coleccionar flores y plantas enriqueci¨® los jardines. No le gusta a usted mucho ese af¨¢n por potenciar las especies aut¨®ctonas.
R. Sospecho bastante de esos discursos que proclaman que deber¨ªamos cultivar especies nativas. Suele haber un tono supremacista que subyace a esos deseos. Me siento m¨¢s c¨®moda con algo multicultural. Adem¨¢s, nuestro clima est¨¢ cambiando. Lo que antes crec¨ªa bien aqu¨ª ya no tiene necesariamente que seguir creciendo bien.
P. Uno piensa en la pol¨¦mica de nuestros tiempos con la inmigraci¨®n.
R. Es una analog¨ªa perfecta. Por eso me irrita tanto esa ret¨®rica, suena igual que la ret¨®rica contra la inmigraci¨®n. ¡®Que no vengan aqu¨ª¡¯, ¡®queremos que este lugar sea puro¡¯. Esa pureza es una fantas¨ªa. Una fantas¨ªa peligrosa. Sigo creyendo en el multiculturalismo.