Olivia Laing: ¡°Debe existir el consentimiento, ?pero c¨®mo sabes qu¨¦ te va a proporcionar placer?¡±
La heterodoxa ensayista brit¨¢nica, que afirma ser trans como forma de expresar las miles de derivas que ofrece la libertad sexual individual, disecciona en su nuevo libro los grandes debates del feminismo y la identidad. Sostiene que el cuerpo es la jaula y la palanca para entender el mundo
El cuerpo como prisi¨®n, como ¨²nico filtro con la realidad que nos rodea. El cuerpo como depositario de enfermedades y veh¨ªculo de goce sexual. El cuerpo tambi¨¦n como v¨ªctima de la libertad desatada de otros, y como condicionante pol¨ªtico de la realidad vital. Olivia Laing (Brighton, 45 a?os), escritora, pero ante todo cr¨ªtica de arte, ha producido un fascinante e hipn¨®tico ensayo, Todos los cuerpos. Un libro sobre la libertad (Paid¨®s), en el que utiliza la figura del psicoanalista de entreguerras Wilhelm Reich (y otras muchas figuras hist¨®ricas y contempor¨¢neas) para divagar sobre la libertad conquistada y perdida, que cada generaci¨®n debe esforzarse en defender. Laing se define a s¨ª misma como ¡°trans¡± o ¡°no binaria¡±, dos formas de declarar su rechazo a ser encajonada en un g¨¦nero concreto y de expresar los miles de derivas que ofrece la libertad sexual de cada persona. Despu¨¦s de su ¨¦xito La ciudad solitaria: aventuras en el arte de estar solo (Capit¨¢n Swing), traducido a 15 idiomas, Laing ha logrado demostrar ahora que la ruta de salida del debate m¨¢s envenenado de nuestro tiempo, el del g¨¦nero y la identidad, no est¨¢ en la biolog¨ªa ni en el activismo radical. Radica en utilizar el arte, la literatura, el psicoan¨¢lisis, la m¨²sica, la historia del feminismo o incluso la de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos para entender, con un estilo exquisito de escritura, que el cuerpo es la jaula y la palanca para entender el mundo. ¡°Imagina, por un minuto, lo que ser¨ªa habitar un cuerpo sin miedo, sin la necesidad de temor. Imagina lo que podr¨ªamos hacer y el mundo que podr¨ªamos construir¡±, escribe.
PREGUNTA.?En la era de Instagram, no es la frivolidad ¡ªo no¡ª de tener un cuerpo perfecto lo que a usted le preocupaba. Era m¨¢s bien la idea de alcanzar la libertad desde el l¨ªmite f¨ªsico que nos toca habitar.
RESPUESTA.?Quer¨ªa reflexionar sobre la experiencia de habitar un cuerpo, que es algo mortal y vulnerable. Quer¨ªa pensar en ello desde una perspectiva social y pol¨ªtica para entender lo que significa vivir dentro de unos cuerpos a los que se asigna categor¨ªas concretas. Y algunas de esas categor¨ªas sufren el odio, mientras otras disfrutan de un inmenso privilegio sin ser conscientes de ello. Claro que la apariencia externa es importante, mucho m¨¢s ahora. Pero no era ese aspecto el que a m¨ª me interesaba.
¡°Con Twitter el principio de solidaridad se disuelve, solo hay conflicto y esta? destrozando el feminismo¡±
P.?Wilhelm Reich es el psicoanalista en quien Sigmund Freud puso su confianza pero acabaron enfrentados. El hombre que so?¨® en el orgasmo como el principio liberador de las personas. ?Por qu¨¦ Reich?
R.?Al principio era uno m¨¢s de los personajes del libro. Reaparec¨ªa constantemente en cada uno de los aspectos en los que yo me adentraba. Fue un psicoanalista que desarroll¨® una psicoterapia orientada hacia el cuerpo. Y fue un activista pol¨ªtico, muy interesado en los factores pol¨ªticos y sociales que afectaban a nuestras vivencias corporales. En sus trabajos iniciales se interes¨® por las mismas cosas que yo. Era un antifascista muy interesado en el sexo y en la sexualidad. Tuvo una segunda fase de su vida muy extra?a, acab¨® muriendo en prisi¨®n.
P.?Tan contradictorio como el resto de personajes que desfilan por su libro: Susan Sontag, Malcolm X, Nina Simone, Andrea Dworkin, Ana Mendieta o Kathy Acker¡
R.?S¨ª, porque era un personaje realmente complicado. No estoy de acuerdo con todas sus ideas. Algunas de las cosas que hizo no me gustan en absoluto. Maltrat¨® a su mujer. Pero a la vez era hijo de un matrimonio donde hubo violencia de g¨¦nero. Entend¨ªa la misoginia y la violencia sexual de un modo muy profundo. La primera ola de feministas le admiraba realmente. Yo no quer¨ªa para mi libro un h¨¦roe o un santo. Quer¨ªa alguien que hubiera cometido errores graves tambi¨¦n.
P.?Una proclama contra la cultura de la cancelaci¨®n.
R.?Odio la idea de que no se permita a la gente cometer errores, cambiar, sostener una idea, aprender por experiencia propia que se trata de una idea equivocada, y cambiar de idea. Esa sensaci¨®n de que todo el mundo est¨¢ rastreando en internet para ver lo que esa persona pudo escribir cuando estaba en el colegio o en la universidad, para usar contra ella esa informaci¨®n. Es absurdo. Debemos permitir a los dem¨¢s cambiar, y adquirir nuevas ideas. Todos empezamos con ideas tontas y con una visi¨®n limitada del mundo, hasta que la ampliamos. Permitir que los dem¨¢s cometan errores es una parte fundamental para mejorar nuestras libertades.
P.??No tiene usted la sensaci¨®n de que la izquierda, con su debate sobre las identidades, con sus enfrentamientos internos, corre el riesgo de arruinar conquistas consolidadas?
R.?El problema reside en que las victorias de la izquierda han sido bastante limitadas. Y cuando surgen nuevos grupos que, bien por el color de su piel o por su g¨¦nero, dicen: ¡°Espera un momento, estas libertades no nos incluyen a nosotros¡±, hay una terrible tendencia en la izquierda a responder: ¡°?Qui¨¦nes sois vosotros? Dejad de quejaros, ya hemos asegurado todas estas conquistas¡±. Pero la realidad es que debemos seguir ampliando nuestras luchas, debemos seguir escuchando lo que la gente quiere expresar. No podemos dormirnos en los laureles. Pero es verdad que hay una terrible tendencia en la izquierda a las luchas internas. Ocurr¨ªa durante la d¨¦cada de los a?os treinta. Por eso no me canso de repetir que lo m¨¢s importante es la solidaridad. Uno puede permitir a otros llevar a cabo sus propias batallas sin tener la sensaci¨®n de que se superponen unas con otras. Tenemos enemigos m¨¢s importantes a los que combatir.
¡°Debe existir el consentimiento. ?Pero co?mo sabes que? es lo que te va a proporcionar placer?¡±
P.?Tiene usted una postura clara, generosa y conciliadora, en el actual debate sobre las personas trans.
R.?Ocurre tambi¨¦n en la izquierda, pero es particularmente doloroso con el feminismo, que se desgarra a s¨ª mismo una y otra vez. Ya pude comprobarlo al indagar sobre el feminismo de los a?os setenta. Y el asunto actual es la gente trans, y las feministas transf¨®bicas frente a las feministas transpositivas ¡ªcon las que me identifico claramente, como persona trans que soy¡ª. Encuentro todo esto muy triste, porque creo que hay toda una generaci¨®n de feministas que han sido sometidas al exilio y al ostracismo, porque no ha existido el suficiente di¨¢logo, la suficiente conversaci¨®n. Han tenido una reacci¨®n instintiva de defensa ante todo lo que est¨¢ ocurriendo: ¡°Tengo miedo de que est¨¦ cambiando la categor¨ªa misma de ser mujer, y no pueda controlarlo. Quiero controlarlo¡±, piensan. Y a la vez, la gente trans est¨¢ diciendo: ¡°Yo tambi¨¦n pertenezco a esta categor¨ªa. ?No podemos ampliarla y hacerla m¨¢s expansiva?¡±. De alg¨²n modo, esa conversaci¨®n no ha ocurrido en un espacio de generosidad donde puedan expresarse ideas que la otra parte considere dolorosas, s¨ª, pero buscar un espacio de maniobra desde ese punto.
P.??D¨®nde est¨¢ la causa de un desencuentro tan feroz?
R.?Se ha convertido en un conflicto imposible donde cada lado es m¨¢s y m¨¢s binario y enfrentado al otro. Y la culpa la tienen Twitter y las redes sociales, un espacio para expresar opiniones opuestas, pero donde es imposible construir un consenso. En una habitaci¨®n donde est¨¦s condenado a hablar y hablar puedes lograr ese consenso. Si realizas acciones de protesta conjuntas, encuentras modos de comunicarte. Pero con Twitter el principio de solidaridad se disuelve, solo hay conflicto y antagonismo, y creo que est¨¢ destrozando el feminismo.
P.?Rechaza esa parte casi puritana del feminismo de Dworkin, incapaz de admitir que la imaginaci¨®n en el sexo puede llevar a terrenos ambiguos. ?Es necesario el consentimiento sexual expreso en una relaci¨®n?
R.?Es un asunto clave, y entramos en ¨¢reas realmente complicadas. Es necesario el detalle fino. Puede parecer que la respuesta simple sea la de que el consentimiento es lo m¨¢s importante. Debe existir el consentimiento. ?Pero c¨®mo sabes por adelantado qu¨¦ es lo que te va a proporcionar placer? Ah¨ª tenemos un problema, y es algo muy duro de admitir por las feministas, que reclaman que haya un consentimiento absoluto. Debe haber espacio para poder decir que no a lo que en un principio has consentido, y al rev¨¦s¡ En eso consiste la ambigua madurez de las relaciones sexuales. Aunque entiendo la necesidad de intentar proporcionar seguridad a las mujeres en sus encuentros sexuales. No hay una respuesta operativa simple.
¡°Fui criada por una pareja gay. Tengo la conviccio?n de que los padres gais tienen derecho a tener hijos¡±
P.?Resulta fascinante el modo contradictorio en que Andrea Dworkin y Angela Carter analizan y estudian la obra del Marqu¨¦s de Sade. La primera, para condenar al autor, sin dudar de la verosimilitud de sus aberraciones; la segunda, como un triunfo de la fantas¨ªa.
R.?Fue un momento y un debate muy interesante en la segunda ola del feminismo. El porno provoc¨® divisi¨®n. Una parte que aseguraba que era imposible representar de ese modo la actividad sexual, que se trataba de un puro ejercicio de misoginia que, por tanto, deb¨ªa ser prohibido. Yo nunca podr¨ªa situarme en ese bando, niegan la posibilidad de que haya un mundo de la imaginaci¨®n distinto del mundo f¨ªsico del cuerpo. Hay un mundo en el que puedes ensayar cosas, probar cosas, sin que por ello resulte una r¨¦plica directa de las estructuras de abuso de poder que tenemos en el mundo real. Vivir en un mundo en el que todo sea real y nada pueda ser imaginario resultar¨ªa bastante desagradable.
P.?El cuerpo como ¨²nico medio de alcanzar la libertad, pero tambi¨¦n como condicionante vital. Lo vemos actualmente, con una vuelta a cierto supremacismo racista.
R.?Escuchar, como hemos escuchado ¨²ltimamente, que a los refugiados se les describe como cucarachas¡ Es interesante ver c¨®mo ha vuelto a cambiar el lenguaje. Y parece algo bueno, pero tiene tambi¨¦n un punto racista. Estos son cuerpos blancos, y les damos la bienvenida en nuestros hogares. Esto no ocurri¨® con los refugiados sirios. A eso me refiero cuando hablo del tipo de cuerpos en los que las personas habitan. Esas son las ideas que hist¨®ricamente han surgido al referirse a distintos tipos de cuerpos. Ideas pol¨ªticas de las que hablamos constantemente, pero tienen detr¨¢s algo visceral y f¨ªsico. De eso es de lo que quiero hablar.
P.?Maternidad subrogada o vientre de alquiler, seg¨²n como lo vea cada uno. No cabe mayor debate sobre el cuerpo y su libertad.
R.?Vengo de una familia gay. Fui criada por una pareja gay. As¨ª que mi opini¨®n va a estar siempre muy influida por mi convicci¨®n de que los padres gais tienen derecho a tener hijos. Pero es complicado, no me va a encontrar en una postura muy definida porque creo que en este asunto hay una zona gris muy interesante. Pero si alguien se muestra dispuesto, creo que es una transacci¨®n posible.
¡°?Que no se pueden mezclar dinero y sexo? Lo importante es que la prostitucio?n sea segura¡±
P.??No acaba siendo un modo de explotar a las mujeres pobres?
R.?Bueno, pero en ese caso, hablemos de pobreza y de c¨®mo solucionarla. No pensemos en ellas solo como posibles recept¨¢culos, sino como personas que tienen capacidades, ideas, su deseo de ayudar a alguien, o incluso su voluntad de conseguir dinero a cambio de algo que pueden hacer.
P.?Tambi¨¦n hay una fuerte corriente contra la prostituci¨®n.
R.?No me pueden meter en ese saco. Cuando el feminismo acaba compartiendo cama con la derecha, siento que las cosas comienzan a ir terriblemente mal. No comparto ese proteccionismo que dice a las mujeres lo que pueden o no pueden hacer. ?Qu¨¦ es eso de decirles que no pueden mezclar dinero y sexo? Me resulta incluso ingenuo. Lo verdaderamente importante es que la prostituci¨®n sea algo seguro.
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