La norma masculina y el problema de ¡°la ciencia limpia¡±
La medicina ha estudiado uno de los cuerpos y ha dispensado tratamientos como si las mujeres fu¨¦semos hombres. Y eso por no hablar de que casi todos los estudios se dan en personas cisg¨¦nero

Como mujer dir¨ªa que el hecho de tener ¨²tero ha tenido un importante peso en mi vida, tambi¨¦n mis ovarios, la menstruaci¨®n, la leche caliente que mamaron mis hijas, el tama?o y la forma de mis pezones, el tejido adiposo que teje mi cuerpo como una membrana. Ahora bien, como sujeto cient¨ªfico, descubro que mi cuerpo no ha existido para la ciencia. La investigadora Cat Bohannon lo demuestra en su ensayo EVA (traducido por Aurora Echevarr¨ªa para Seix Barral), una recent¨ªsima y urgente correcci¨®n a toda la historia de la evoluci¨®n humana, centrada hasta hoy en el cuerpo del hombre. No es un decir. En las ciencias biol¨®gicas todav¨ªa se impone la llamada ¡°norma masculina¡± y la mayor¨ªa de las veces los laboratorios solo estudian cuerpos de machos, ya sean ratones o humanos.
Por ejemplo, de 1996 a 2006, m¨¢s del 79% de los estudios realizados con animales de la revista cient¨ªfica Pain se centraban en sujetos de sexo masculino. La cosa ha ido mejorando en los ¨²ltimos 15 a?os, pero en 2025 seguimos sin respuestas sobre cuestiones que determinan nuestra vida. ¡°?Por qu¨¦ menstruamos? ?Por qu¨¦ vivimos m¨¢s? ?Por qu¨¦ somos m¨¢s proclives a padecer alzh¨¦imer? ?Por qu¨¦ las ni?as sacan mejores notas que los chicos hasta la pubertad, cuando estas se desploman? ?Existe realmente ¡®cerebro femenino¡¯? ?Y por qu¨¦, en serio, por qu¨¦ tenemos que empapar las s¨¢banas de sudor todas las noches durante la menopausia?¡±, se pregunta Bohannon en un ensayo que ha fascinado al premio Nobel de Qu¨ªmica Walter Gilbert o a los editores de la revista Nature, entre otros.
Nos faltan respuestas y al mismo tiempo padecemos f¨ªsicamente las consecuencias. La medicina moderna sigue recetando las mismas dosis de medicamentos a hombres y a mujeres, a pesar de que hay indicios de que los efectos cambian de una fisiolog¨ªa a otra. Nos tratan como si fu¨¦ramos hombres porque la mayor¨ªa de los medicamentos solo se han estudiado en sus cuerpos. Y por esto una mujer tiene m¨¢s posibilidades de morir de un infarto de miocardio que un hombre (a pesar de ser menos proclives a sufrirlos); los s¨ªntomas son distintos en cada sexo, pero la medicina solo los contempla en uno de ellos. ?C¨®mo es posible que la historia de la evoluci¨®n humana haya olvidado mi cuerpo?
La respuesta no est¨¢ solo en el sexismo, sino tambi¨¦n en la vagancia y en el imperio de la ¡°ciencia limpia¡±, que es m¨¢s r¨¢pida y barata. El ovario ha sido considerado en s¨ª mismo como un ¡°factor de confusi¨®n¡± y, evidentemente, estudiar un cuerpo que se inunda c¨ªclicamente de hormonas es m¨¢s dif¨ªcil que estudiar uno m¨¢s estable. As¨ª que la ciencia ha estudiado solo uno de esos cuerpos y se ha dedicado a dispensar medicamentos bas¨¢ndose en las variables edad y peso corporal, como si todas las mujeres que habitamos la tierra fu¨¦semos hombres. Eso por no hablar de que casi el 100% de los estudios se dan en sujetos cisg¨¦nero, aunque la comunidad cient¨ªfica est¨¢ de acuerdo en que, en humanos, el sexo biol¨®gico y la identidad de g¨¦nero son diferentes y por tanto las personas trans merecen tambi¨¦n su espacio de estudio. Pero, claro, imag¨ªnate, todo ser¨ªa m¨¢s lento y caro. Lo m¨¢s barato es que seamos todas hombres, aunque muramos literalmente en el intento. Pues eso, que la historia de la evoluci¨®n humana est¨¢ hasta los mism¨ªsimos ovarios.
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