Las mujeres en la medicina y la investigaci¨®n patriarcal
La investigaci¨®n biosanitaria ha priorizado el cuerpo masculino. A pesar de los avances, las mujeres son discriminadas en el campo de la ciencia y la medicina. Una desigualdad que afecta a sus derechos en el acceso a la salud
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Un reportaje publicado a principios de a?o en Am¨¦rica Futura evidenciaba c¨®mo la ciencia sigue siendo un mundo hostil para las mujeres. La desigualdad sexista no solo las afecta en este ¨¢mbito profesional, sino que empeora su acceso a la atenci¨®n de muchas enfermedades. Un estudio en The Lancet el pasado septiembre conclu¨ªa que, al menos 1,5 millones de muertes de mujeres podr¨ªan evitarse mediante estrategias de prevenci¨®n primaria o detecci¨®n precoz del c¨¢ncer. La onc¨®loga mexicana Mar¨ªa Teresa Bourlon, una de las coautoras del estudio, revelaba en una entrevista a este medio lo ligado que est¨¢n estos datos con el patriarcado.
En algunos pa¨ªses latinoamericanos la realidad es todav¨ªa m¨¢s preocupante, especialmente en mujeres ind¨ªgenas y afrodescendientes, que suelen tener los peores resultados en salud y una esperanza de vida m¨¢s corta debido a la deficiente o nula atenci¨®n que sufren. Lo que refleja hasta qu¨¦ punto las mujeres siguen enfrentando la desigualdad en derechos b¨¢sicos conquistados frente a los hombres.
Recuerdo muy bien el momento en el que entend¨ª hasta qu¨¦ punto la perspectiva machista gobierna tambi¨¦n el ¨¢mbito de la salud y la ciencia. Fue el d¨ªa que entrevist¨¦ a Carme Valls, endocrin¨®loga impulsora de la inclusi¨®n de mujeres en los ensayos cl¨ªnicos hace m¨¢s de dos d¨¦cadas en Espa?a; pionera tambi¨¦n en plantear las diferencias en mortalidad entre sexos en la investigaci¨®n, entre otros muchos m¨¦ritos. A ra¨ªz de una conversaci¨®n con ella me enter¨¦, entre tantos otros aspectos de desigualdad en el ¨¢mbito sanitario, que hasta mediados de los noventa no exist¨ªan trabajos de investigaci¨®n que consideraran a las mujeres en la medicina cardiovascular: se las exclu¨ªa directamente de los estudios. Tambi¨¦n que, a pesar de las diferencias a nivel bioqu¨ªmico, gen¨¦tico, celular y fisiol¨®gico que existen, seg¨²n el sexo, muchos trabajos todav¨ªa muestran una baja o nula inclusi¨®n de poblaciones femeninas en la investigaci¨®n biom¨¦dica.
Autora de varios libros sobre el tema, Valls ha dedicado su trayectoria a visibilizar c¨®mo la medicina y la investigaci¨®n han priorizado el cuerpo del hombre sobre el de la mujer, y a reivindicar la necesidad de aplicar la biolog¨ªa diferencial por sexo como uno de los grandes retos en el ¨¢mbito de la salud, incluyendo la necesidad de acciones afirmativas consecuentes.
Entre tantas especialistas sanitarias, todav¨ªa muchos ensayos sobre mortalidad en cardiolog¨ªa y tratamientos se dise?an mayoritariamente con varones. Esta priorizaci¨®n de la poblaci¨®n masculina por parte del sistema de investigaci¨®n y atenci¨®n cl¨ªnica tiene como consecuencia que muchas mujeres pierdan la vida por no haber sido consideradas en el dise?o de ensayos experimentales ni en las consultas. As¨ª lo vislumbra otro informe de la revista Lancet del 2021, publicaci¨®n que documenta c¨®mo en torno a las enfermedades cardiovasculares, la poblaci¨®n femenina sigue siendo poco estudiada, infradiagnosticada y tratada de manera insuficiente.
En M¨¦xico, otra problem¨¢tica similar lo ejemplifica el VIH y las pol¨ªticas p¨²blicas formuladas para luchar contra su incidencia y afectaci¨®n de vidas, las cuales excluyen a las mujeres en la prevenci¨®n y tratamiento de la infecci¨®n, aunque la discriminaci¨®n y la violencia machista las haga m¨¢s vulnerables a contraerla.
Como demuestran tantos trabajos publicados, incluir investigadoras en el dise?o de ensayos cl¨ªnicos no solo impacta en que se estudien m¨¢s y mejor los problemas de salud que nos afectan a nosotras, sino que mejora los resultados cient¨ªficos. Al fin y al cabo, conformamos m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n mundial¡ Aun as¨ª, las mujeres siguen estando infrarrepresentadas en los ¨¢mbitos relacionados con la investigaci¨®n, constituyendo a nivel mundial poco m¨¢s del 30% de las autor¨ªas.
En Am¨¦rica Latina, donde apenas se han elaborado pautas que especifiquen la inclusi¨®n femenina en investigaci¨®n biom¨¦dica, cient¨ªficas de gran reputaci¨®n, como Brenda Crabtree, una de las mayores expertas en VIH, denuncian c¨®mo este porcentaje es todav¨ªa m¨¢s cr¨ªtico. Una realidad urgente de combatir con pol¨ªticas gubernamentales. La paridad en los equipos de investigaci¨®n permite que el sexo sea mejor considerado como factor diferencial para conocer, por ejemplo, de qu¨¦ forma distinta afecta el c¨¢ncer a hombres y mujeres, o las dosis limitantes de los f¨¢rmacos en funci¨®n del cuerpo a medicar.
La disparidad en la investigaci¨®n por sexo se traslada tambi¨¦n a algunos ensayos precl¨ªnicos con modelos animales. Al considerar que las ratas hembras son m¨¢s inestables, en los laboratorios se prefiere trabajar con muestras de machos. Una creencia de la experimentaci¨®n animal que Rebecca Shansky, neurocient¨ªfica de la Northeastern University en Boston, desmont¨® en un estudio publicado en la revista Science en 2019. Despu¨¦s de haber llevado a cabo varios experimentos con roedores en el campo de la neurociencia, los datos recopilados mostraron c¨®mo las hembras no variaron m¨¢s. En algunos casos, los resultados con machos fueron los m¨¢s cambiantes debido a los patrones de jerarqu¨ªa y dominancia entre ejemplares con distintos niveles de testosterona.
Un dato revelador del sistema patriarcal en la medicina es que dos de sus campos de investigaci¨®n donde m¨¢s estudios faltan los constituyen precisamente la salud sexual femenina y la reproductiva. Todav¨ªa existen muchos tab¨²es y mitos a la hora de hablar de la menstruaci¨®n o la menopausia. Todav¨ªa provoca verg¨¹enza hablar de nuestro placer. En esta entrevista de 2019, Helen O¡¯Connell, la primera mujer australiana que se especializ¨® en urolog¨ªa, destacaba c¨®mo a diferencia de los genitales masculinos, el cl¨ªtoris sigue siendo un gran ausente en las investigaciones. Tras leer las decoraciones de la cient¨ªfica que describi¨® por primera vez la anatom¨ªa completa de este ¨®rgano tan invisibilizado y repudiado ¡ªseg¨²n Unicef, m¨¢s de 4 millones de ni?as corren el riesgo de ser v¨ªctimas de la ablaci¨®n genital cada a?o¡ª, se me ocurri¨® hacer una b¨²squeda en Google. El mismo a?o en que la australiana hac¨ªa su gran descubrimiento, en 1998, se lanzaba al mercado la viagra. El mismo a?o en que se conoc¨ªa el mapa detallado del placer femenino, ya exist¨ªa un f¨¢rmaco para paliar un problema de disfunci¨®n sexual en los hombres. Una casualidad ir¨®nica que refleja, entre tantos ejemplos, c¨®mo la medicina ha priorizado el cuerpo masculino, tratando como semejante el de la mujer, a pesar de las grandes diferencias.
Mientras que, con muchos esfuerzos y perseverancia, vamos avanzando en el camino hacia la igualdad, el ¨¢mbito de la medicina y la investigaci¨®n deja patente, una vez m¨¢s, un supuesto del feminismo: cuando se trata de problemas y necesidades que afectan a las mujeres, somos nosotras quienes les ponemos atenci¨®n, quienes nos preocupamos y nos involucramos para cambiar las injusticias sociales que nos impactan.
Como en la salud, son demasiados los ejemplos que constatan dicha premisa: las mujeres nos acabamos salvando solo y siempre por otras mujeres.
Estos son nuestros art¨ªculos recomendados de la semana:
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