Texto ¨ªntegro del discurso de Bush
Siguiendo ¨®rdenes m¨ªas, las Fuerzas Armadas estadounidenses han comenzado los ataques contra los campos de entrenamiento de terroristas de Al Qaeda y contra las instalaciones militares del r¨¦gimen talib¨¢n en Afganist¨¢n.
Estas acciones, cuidadosamente seleccionadas, est¨¢n destinadas a impedir el uso de Afganist¨¢n como base de operaciones terroristas y para atacar la capacidad militar del r¨¦gimen talib¨¢n.
Estamos unidos en esta operaci¨®n con nuestro fiel amigo, el Reino Unido. Otros amigos cercanos, incluyendo a Canad¨¢, Australia, Alemania y Francia han desplegado fuerzas seg¨²n la operaci¨®n se desarrolla.
M¨¢s de 40 pa¨ªses de Oriente Medio, Africa, Europa y Asia han garantizado la apertura de su espacio a¨¦reo para el tr¨¢nsito y aterrizaje de aparatos.
Muchos pa¨ªses m¨¢s han compartido su informaci¨®n. Estamos apoyados por la voluntad colectiva del mundo.
Hace m¨¢s de dos semanas, d¨ª a los l¨ªderes talib¨¢n una serie de peticiones claras y espec¨ªficas. Cerrar los campos de entrenamiento, entregar a los l¨ªderes de la red Al Qaeda y liberar a los ciudadanos occidentales, incluyendo a los ciudadanos estadounidenses injustamente detenidos.
Ninguna de estas exigencias ha sido cumplida. Y ahora, los talib¨¢n pagan el precio.
Destruyendo los campos y cortando sus comunicaciones, haremos m¨¢s dif¨ªcil que la red terrorista entrene a nuevos activistas y coordine sus mal¨¦volos planes.
Al principio, los terroristas podr¨¢n esconderse en cuevas y otros sitios. Pero nuestra acci¨®n militar est¨¢ tambi¨¦n dise?ada para despejar el camino a operaciones m¨¢s amplias y sostenidas que les hagan salir y comparecer ante la justicia.
Al mismo tiempo, el pueblo oprimido de Afganist¨¢n conocer¨¢ la generosidad de Am¨¦rica y sus aliados. Al tiempo que bombardeamos objetivos militares, dejaremos caer comida, medicamentos y suministros para los hambrientos hombres, mujeres y ni?os de Afganist¨¢n.
Estados Unidos es amigo del pueblo afgano y somos amigos de los casi mil millones de personas que profesan la religi¨®n isl¨¢mica en el mundo.
Estados Unidos es enemigo de aquellos que ayudan a los terroristas y de los b¨¢rbaros que profanan esta gran religi¨®n cometiendo asesinatos en su nombre.
Esta acci¨®n militar es parte de nuestra campa?a contra el terrorismo, otro frente de una guerra que incluye la diplomacia, la inteligencia, el bloqueo de activos financieros y los arrestos de conocidos terroristas mediante el refuerzo de las leyes en 38 pa¨ªses.
Dada la naturaleza y alcance de nuestros enemigos, ganaremos este conflicto mediante la paciente acumulaci¨®n de ¨¦xitos, enfrentando una serie de retos con determinaci¨®n y voluntad.
Hoy nos centramos en Afganist¨¢n, pero la batalla es m¨¢s amplia.
Todas las naciones tienen una opci¨®n que tomar. En este conflicto, no hay terreno neutral. Si alg¨²n Gobierno patrocina a los criminales y a los asesinos de inocentes, se convertir¨¢ en criminal y asesino. Y tomar¨¢ por su cuenta este camino asumiendo el peligro que conlleva.
Les hablo desde la Sala de Tratados de la Casa Blanca, un lugar donde los presidentes Americanos han trabajado por la paz.
Somos una naci¨®n pac¨ªfica. Sin embargo, como hemos podido comprobar de forma repentina y tr¨¢gica, no puede haber paz en un mundo de terror imprevisto. Ante esta nueva amenaza, el ¨²nico camino para perseguir la paz es perseguir a aquellos que la amenazan.
No hemos pedido esta misi¨®n, pero la vamos a completar.
El nombre de la operaci¨®n militar de hoy es Libertad Duradera.
No s¨®lo defendemos nuestras preciosas libertades, sino tambi¨¦n la libertad de todo el mundo que quiere vivir y criar a sus hijos libres de miedos.
S¨¦ que muchos americanos sentir¨¢n miedo hoy. Y nuestro Gobierno est¨¢ tomando fuertes precauciones. Todas las agencias de inteligencia y de defensa de la ley est¨¢n trabajando en Am¨¦rica, en todo el mundo y las 24 horas del d¨ªa.
A petici¨®n m¨ªa, muchos gobernadores han puesto en alerta a la Guardia Nacional para reforzar la seguridad de los aeropuertos. Hemos llamado a las reservas para reforzar nuestra capacidad militar y asegurar la protecci¨®n de nuestra patria.
En los meses venideros, nuestra paciencia ser¨¢ una de nuestras fuerzas, paciencia para con las largas esperas que resultar¨¢n del refuerzo de la seguridad, paciencia y comprensi¨®n de que la consecuci¨®n de los objetivos llevar¨¢ su tiempo, paciencia para todos los sacrificios que puedan venir.
Hoy, los miembros de nuestras fuerzas armadas, defedi¨¦ndonos desde muy lejos de casa, y sus familias
son los que afrontan estos sacrificios.
Un comandante en jefe env¨ªa a los hijos e hijas de Am¨¦rica a la batalla en un pa¨ªs extranjero, pero con el mayor de los ciudados y despu¨¦s de muchas oraciones.
Les pedimos mucho a los que visten nuestro uniforme. Les pedimos que abandonen a sus seres queridos, que viajen muy lejos, que se arriesguen a ser heridos, incluso que se preparen para el supremo sacrificio de sus vidas.
Ellos tienen dedicaci¨®n. Son honorables. Representan lo mejor de nuestro pa¨ªs y les estamos agradecidos.
A todos los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas, a cada marino, a cada soldado, a cada piloto, a cada guardacostas, a cada marine, les digo esto: vuestra misi¨®n es clara. Los objetivos son claros. Vuestro objetivo es justo. Ten¨¦is mi plena confianza y ten¨¦is a vuestra disposici¨®n todos los instrumentos para llevar a cabo vuestro deber.
Recientemente he recibido una carta que dice mucho sobre el estado de Am¨¦rica en estos tiempos dif¨ªciles, una carta de una ni?a de cuarto cuyo padre est¨¢ en el ej¨¦rcito.
"Tanto como no quiero que mi padre luche", escribe la ni?a, "estoy dispuesta a d¨¢rtelo". Este es un precioso regalo. El mayor que esta ni?a puede dar. Esta ni?a sabe c¨®mo est¨¢ Am¨¦rica.
Desde el 11 de septiembre, una generaci¨®n entera de j¨®venes americanos ha obtenido una nueva comprensi¨®n del valor de la libertad y del coste que implica en deber y en sacrificios.
La batalla ha comenzado en muchos frentes. No vacilaremos, no descansaremos, no faltaremos, no fallaremos.
La paz y la libertad prevalecer¨¢n.
Gracias. Quiera Dios seguir bendiciendo a Am¨¦rica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.