Buenos Aires rica, Buenos Aires pobre
Datos oficiales revelan un aumento de los 'sin techo' en la capital argentina, a pesar de la bonanza econ¨®mica
Daniel se presenta como D¨¢niel, con acento en la "a", y lleva un a?o viviendo en la calle. Es un ciudadano argentino que ha vivido en Brasil, Suiza e Italia; dice que sabe cinco idiomas, pero a sus 32 a?os no encuentra trabajo. Ya ha entrado a formar parte del nuevo grupo de los sin techo de Buenos Aires.
En el ¨²ltimo a?o, el n¨²mero de indigentes que duermen en las calles porte?as pas¨® de 793 a 1.029, lo que supone un incremento del 29,7%, pese al crecimiento econ¨®mico y a la reducci¨®n del paro en Argentina.
"Hasta el mi¨¦rcoles, ten¨ªa trabajo montando exposiciones, pero discut¨ª con el jefe y me ech¨®", cuenta Daniel, mientras espera en una cola de cuatro personas para entrar en un comedor de las Hermanas Pobres Bonaerenses de San Jos¨¦. A Daniel le pagaban en dinero negro, pero le dejaban dormir en el trabajo y le daban de comer. Aquello dur¨® poco. "Busco un lugar tranquilo" para pernoctar, aclara. Con perilla y una llaga en su mano derecha, dice que le cuesta encontrar "laburo", porque los empleadores piden "dos o tres a?os de experiencia". Tampoco aspira a lograr ayuda de su familia: "Viven en Suiza y no me pueden pagar un pasaje".
El pasado lunes 5 de noviembre, desde las 22 horas hasta las 6 del d¨ªa siguiente, representantes del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires efectuaron un recorrido por las calles de la Capital Federal, de tres millones de habitantes, para contar a los sin techo. Descubrieron que hab¨ªa m¨¢s que hace un a?o, pero menos de los 1.300 contabilizados en los a?os de la crisis econ¨®mica, 2001 y 2002.
De los 1.029 que se observaron durmiendo en los vest¨ªbulos de edificios p¨²blicos y negocios, debajo de las autopistas o en las plazas, el 73% eran hombres; el 12%, mujeres, y los restantes no se pudieron identificar porque dorm¨ªan tapados por mantas o cartones. Un 25% eran j¨®venes de 18 a 30 a?os; el 42%, adultos de 31 a 55; el 17%, mayor de 56, y el resto tampoco pudo determinarse.
Como el estudio fue elaborado por un programa que atiende a los vagabundos, no se contabilizaron a los ni?os de la calle ni a los recogedores de basura, los llamados cartoneros, que pernoctan en la ciudad de Buenos Aires cuando no tienen tiempo ni dinero para regresar a sus casas, en los suburbios. Con todo, el informe detect¨® 11 familias con un total de 34 ni?os.
No existe una explicaci¨®n ¨²nica para el aumento de los sin hogar en la capital argentina, en un momento en que la econom¨ªa lleva cinco a?os de alto crecimiento y de descenso del paro, que ha pasado del 21% al 8%. El director del Sistema de Asistencia Inmediata y encargado del informe, Favio Pirone, no se asombra del incremento y considera que 1.000 es el n¨²mero "promedio para una ciudad como Buenos Aires". Para demostrarlo, asegura que en la ciudad espa?ola de Barcelona hay 2.000.
Pirone vincula el alza en la capital argentina a su crecimiento econ¨®mico, que lleva a que personas de los suburbios y de otras provincias migren buscando un presente mejor.
Tambi¨¦n la relaciona con la ola de desalojos que se desat¨® despu¨¦s de las elecciones municipales del pasado junio, cuando los jueces comenzaron a desahuciar a inquilinos morosos y okupas de unas propiedades en las que posiblemente se instalaron en tiempos de la crisis.
Adem¨¢s, menciona el fuerte aumento de los alquileres, que, seg¨²n la estad¨ªstica oficial de inflaci¨®n —cuestionada por subestimar los precios hasta casi la mitad—, se encarecieron en un 7% en los primeros 10 meses del a?o.
Por ¨²ltimo, pesan los motivos subjetivos, es decir, las rupturas de v¨ªnculos familiares, sociales y de amistad que suelen padecer las personas que terminan en la calle. Algunos de esos adultos permanecen en la v¨ªa p¨²blica s¨®lo por una temporada, hasta que mejoran sus condiciones sociales o personales, pero otros llevan a?os as¨ª.
En cambio, la vida de los ni?os de la calle es m¨¢s vol¨¢til, porque suelen ir y venir de la casa de sus padres. El a?o pasado, el Gobierno porte?o hab¨ªa contado a 400 chavales pernoctando en las calles. La pobreza, la violencia familiar y las drogas se mezclan en sus existencias. No es extra?o ver a grupos de cr¨ªos caminando por la principal calle peatonal de Buenos Aires, Florida, inflando y desinflando una bolsa con pegamento. Otros fuman paco, la pasta base de la coca¨ªna.
Tambi¨¦n duermen en la capital unos 1.500 cartoneros, seg¨²n c¨¢lculos extraoficiales. De los 8.000 que recorren la ciudad cada d¨ªa empujando sus carros en busca de basura reciclable, algunos de los que viven en el llamado Gran Buenos Aires terminan sus jornadas extenuados y prefieren entonces cerrar los ojos en cualquier vereda de la capital.
La suma de todos estos datos supone que, contando tanto a los sin techo censados en el informe oficial como los excluidos de ¨¦l, en las calles de esta capital suramericana duermen cada d¨ªa casi 3.000 personas.
Robos y desamparo familiar
En las distinguidas calles del Barrio Norte bonaerense, frente a la puerta del comedor de las monjas, Daniel espera sentado junto a Walter, de 31 a?os, oriundo de la localidad de San Mart¨ªn, en los alrededores de la capital.
Hace siete a?os que est¨¢ en el paro. "Trabajaba en un taller mec¨¢nico, pero el due?o se fundi¨®? ?Ten¨ªa m¨¢s deudas! Todo el tiempo ped¨ªa pr¨¦stamos", recuerda Walter, vestido con una camiseta que dice Arsenal pero lleva los colores del Boca. No consigue trabajo "ni para lavar coches" y tiene miedo de pasar la noche en la calle, porque "cualquiera te pega un fierrazo golpe] y te saca el bolso". Pero los 16 hogares y paradores p¨²blicos y religiosos de Buenos Aires suelen cerrarse a las seis de la tarde, cuando los sin techo suelen estar en alguna changa (trabajo informal).
"O hac¨¦s fila para entrar a dormir o te gan¨¢s un mango dinero] m¨¢s", reflexiona Carlos, de 49 a?os, que cuenta que lleva en la calle desde los tiempos de la ¨²ltima dictadura militar (1976-1983). Explica que no ve a su familia desde entonces y que quiz¨¢s todos est¨¦n muertos. Mientras, una joven de camiseta de tirantes y un rosario en el pecho se marcha al ver la presencia de la prensa. Es una de las pocas mujeres en una fila que ya componen 10 personas, incluida una anciana y otra muchacha custodiada por su pareja.
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