Un intento desestabilizador
El asesinato de Fran?ois el Hajj golpea en el peor momento a la ¨²nica instituci¨®n respetada de L¨ªbano: el ej¨¦rcito
Cinco muertos, cuatro muertos, dos muertos... Hasta ahora mismo las cifras cambian, baja el n¨²mero de fallecidos, de heridos. Se busca a un desaparecido. Tr¨¢gicamente, la cantidad resulta irrelevante, aunque la masacre constituye un condenable disparate desde el punto de vista humano. Pero es irrelevante por la sencilla raz¨®n de que L¨ªbano ha sido golpeado esta vez en el coraz¨®n de la ¨²nica de sus instituciones que a¨²n mantiene el respeto del pueblo: el Ej¨¦rcito. Y porque ello ocurre en el peor momento de la historia reciente de este pa¨ªs, tan h¨¢bil en acumular peores momentos, tanto por el mal hacer de sus pol¨ªticos como por las injerencias extranjeras.
El general Fran?ois el Hajj, de 55 a?os -su chofer tambi¨¦n muri¨®; hay varios heridos, quiz¨¢ no tantos como se tem¨ªa al principio- reun¨ªa en su figura una triple corona que le convert¨ªa en la v¨ªctima ideal de quienes colocaron el BMW con 35 kilogramos de explosivos que se llev¨® por delante otra parte del futuro de este pa¨ªs. Fue Hajj, como jefe de operaciones, quien realiz¨® el hist¨®rico despliegue del Ej¨¦rcito liban¨¦s al sur del r¨ªo Litani, tras la guerra de Hezbol¨¢ con Israel, el verano pasado; algo que ocurr¨ªa por primera vez, que los militares tuvieran, al menos oficialmente, el control de todo el pa¨ªs. Segunda diadema: fue el art¨ªfice de la victoria contra los terroristas del campo palestino de Nahed el Bared, hace s¨®lo unos meses. Por ¨²ltimo, se daba por seguro que suceder¨ªa como comandante en jefe del Ej¨¦rcito a Michel Suleiman, candidato supuestamente consensuado por el bloque 14 de Marzo, en el Gobierno, y la oposici¨®n de Hezbol¨¢ y del partido cristiano de Michel Aoun, tras largas semanas de interminables e in¨²tiles reuniones espoleadas por la diplomacia occidental.
Quienquiera que se encuentre detr¨¢s del atentado -y las acusaciones y los rumores y las hip¨®tesis son inagotables: de Siria a Israel, pasando por asuntos internos del propio Ej¨¦rcito y facciones del ala dura maronita-, ha cortado el cuello a esa palabra que aqu¨ª se pronuncia tanto y vale tan poco: consenso. El hecho de que la explosi¨®n se haya producido en Hadath -cerca de la municipalidad-, en la regi¨®n de Baabda, sede de embajadas y del hoy vac¨ªo palacio presidencial, indica hasta qu¨¦ punto este atentado ha sido planeado para desestabilizar este pa¨ªs en el que cada facci¨®n tiene sus armas y sus respaldos internacionales. El comandante en jefe Michel Suleiman declar¨® ayer que su misi¨®n y la de sus hombres, cuando le elijan presidente, ser¨¢ dirigir "la resurrecci¨®n" de L¨ªbano. Ni siquiera ha podido evitar que sea eliminado su elegido in pectore para sucederle en el cargo.
Han sido tocadas en la l¨ªnea de flotaci¨®n las ya pocas expectativas de di¨¢logo y de acuerdo entre los l¨ªderes pol¨ªticos para que elijan de una vez un presidente de confesi¨®n maronita -tal como indica la Constituci¨®n, de la que los pol¨ªticos se acuerdan cuando les conviene- contra el que nadie tenga especiales agravios, figura que Suleiman parec¨ªa encarnar hasta que, el pasado martes, fecha designada -por octava ocasi¨®n- para proceder a la elecci¨®n, ¨¦sta fue aplazada al pr¨®ximo d¨ªa 17. En horas que precedieron al atentado de hoy las posturas de las partes enfrentadas se han ido endureciendo.
Entre im¨¢genes de horror y de sangre, a las que el pueblo liban¨¦s est¨¢ ya tan habituado, hay quienes todav¨ªa se aferran a un par de esperanzas. Una, que lo ocurrido vuelva sensatos a quienes manejan este pa¨ªs, y les obligue a proclamar presidente a Suleiman con car¨¢cter de urgencia. Otra, que quienes han asesinado a Fran?ois el Hajj sean los terroristas que escaparon de Nahed el Bared.
Qu¨¦ alivio, que la culpa fuera, una vez m¨¢s, de los otros. Entre tanto, las calles vac¨ªas, el miedo en el cuerpo. Y esperar.
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