La reconciliaci¨®n m¨¢s esperada
Hugo Ch¨¢vez y ?lvaro Uribe se reencuentran hoy en suelo venezolano, con la finalidad de pasar p¨¢gina en la tormenta diplom¨¢tica de la relaci¨®n bilateral
Los presidentes de Venezuela y Colombia, Hugo Ch¨¢vez y ?lvaro Uribe, respectivamente, intentar¨¢n concretar hoy una nueva reconciliaci¨®n en su ya largo camino de encuentros y rupturas. Ch¨¢vez recibir¨¢ oficialmente a Uribe en la ciudad de Coro, capital del Estado de Falc¨®n, en el noroeste de Venezuela, en lo que se espera sea un momento para pasar no una, sino varias p¨¢ginas de tormenta pol¨ªtica y diplom¨¢tica entre los dos pa¨ªses andinos.
Hace apenas unos meses, un encuentro entre Ch¨¢vez y Uribe parec¨ªa imposible. Las discrepancias surgidas en torno a la liberaci¨®n de varios secuestrados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) llevaron a los dos presidentes a asumir posturas aparentemente irreconciliables.
Ch¨¢vez lleg¨® a asegurar que no volver¨ªa a dirigirle la palabra a Uribe, a quien calific¨® de traidor. Jur¨® p¨²blicamente que Venezuela s¨®lo reanudar¨ªa las relaciones con Colombia cuando ya Uribe no estuviese en el poder. En el momento m¨¢s caliente de la confrontaci¨®n, Ch¨¢vez incluso moviliz¨® tropas hacia la extensa frontera colombo-venezolana.
Y Uribe no se qued¨® atr¨¢s. Tras el contundente triunfo que obtuvo sobre las FARC con la muerte del dirigente Ra¨²l Reyes en una incursi¨®n en territorio ecuatoriano, el Gobierno colombiano difundi¨® una informaci¨®n supuestamente hallada en el ordenador port¨¢til del l¨ªder guerrillero que compromet¨ªa a Ch¨¢vez como financiador y aliado de los insurgentes. Uribe lleg¨® a anunciar que denunciar¨ªa a Ch¨¢vez ante la Corte Penal Internacional.
Con todo, las discrepancias han ido suaviz¨¢ndose paulatinamente. A ello ha contribuido uno de los m¨¢s inesperados y radicales virajes que haya dado Ch¨¢vez en alg¨²n tema de gran trascendencia: su posici¨®n respecto a las FARC.
Hasta principios de este a?o, el l¨ªder venezolano hab¨ªa insistido en la conveniencia de que se le otorgase a las FARC el estatus de fuerza beligerante, de modo que pudiera aplicarse el derecho humanitario de guerra en el conflicto interno colombiano. En junio, Ch¨¢vez dej¨® literalmente al mundo entero ?y especialmente a sus partidarios? con la boca abierta al recomendar a las FARC que desistieran en la lucha armada y se incorporasen a la pugna pol¨ªtica pac¨ªfica.
Argument¨® en esa ocasi¨®n que la guerrilla era ya una expresi¨®n anacr¨®nica en Am¨¦rica Latina y que s¨®lo sirve para dar excusas a Estados Unidos a la hora de atacar a los Gobiernos de izquierda.
As¨ª las cosas, Uribe llegar¨¢ ma?ana a Venezuela en la cresta de una ola de popularidad con pocos antecedentes. El ¨¦xito de la liberaci¨®n de Ingrid Betancourt, tres estadounidenses y otras 11 personas, el pasado 2 de julio, permite al mandatario colombiano arribar al c¨®nclave fortalecido.
Ch¨¢vez, en cambio, ha vivido desde la derrota en el refer¨¦ndum de la reforma constitucional, en diciembre de 2007, uno de sus periodos m¨¢s opacos. Ha tenido que dar marcha atr¨¢s en varias pol¨ªticas p¨²blicas y medidas, como una reforma de los programas educativos y una ley de inteligencia estatal.
Caracas y Bogot¨¢ estuvieron al borde de la ruptura de relaciones en 2005, despu¨¦s de que un comando de la polic¨ªa colombiana detuviera ilegalmente en territorio venezolano al l¨ªder guerrillero Rodrigo Granda. Tras la reconciliaci¨®n, Uribe y Ch¨¢vez vivieron una ¨¦poca de intensa colaboraci¨®n econ¨®mica y de no agresi¨®n pol¨ªtica, que se rompi¨® a finales del a?o pasado con las referidas desavenencias sobre la liberaci¨®n de secuestrados.
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