El GAL de las Azores
Habr¨¢ que regresar a los escenarios del crimen, repasar una y otra vez las declaraciones, escudri?ar cada una de las frases para analizarlas a la luz de los nuevos hechos. En los mismos d¨ªas en que el Parlamento Europeo aprobaba su investigaci¨®n sobre los vuelos secretos de la CIA para el transporte ilegal de prisioneros, m¨¢s conocido como Informe Fava (1), se conoci¨® el intenso traj¨ªn de polic¨ªas, esp¨ªas y funcionarios espa?oles en la base militar norteamericana de Guant¨¢namo, desde pocos meses despu¨¦s de la creaci¨®n de la prisi¨®n en enero de 2002. Hasta ahora, se hab¨ªa documentado la utilizaci¨®n de territorio espa?ol para el transporte ilegal de prisioneros en manos de los estadounidenses, en un tr¨¢fico que incluye a Guant¨¢namo pero conduce tambi¨¦n a otros campos de detenci¨®n en terceros pa¨ªses. Pero la nueva oleada de datos permite ya concluir que Estados Unidos ofreci¨® a sus aliados la posibilidad de interrogar y extraer informaci¨®n de sus detenidos ilegales y que un buen n¨²mero de ellos lo aceptaron.
Vayamos por un momento a uno de los puntos ¨¢lgidos de esta historia, la cena de Bruselas en la que Condoleezza Rice propuso a los ministros de Exteriores europeos "enfrentarse con el gorila de 800 libras" (320 kilogramos), es decir, con el asunto maloliente de la lucha ilegal contra el terrorismo. La secretaria de Estado enunci¨® ante sus colegas cuatro reglas o principios, utilizando a la vez una poderosa t¨¦cnica de restricci¨®n mental:
1. EE UU se atiene a la ley y no ordena a sus ciudadanos que act¨²en fuera de la legislaci¨®n americana o de las obligaciones internacionales. (No significa que no permita e incluso organice que lo hagan otros fuera de Estados Unidos, en limbos legales como Guant¨¢namo o prisiones de terceros pa¨ªses. Tampoco que la ley americana no tenga una laxa interpretaci¨®n bajo la ¨®ptica de la autorizaci¨®n al presidente para utilizar todos los medios a su alcance en la guerra contra el terror, hasta el punto de permitir el secuestro y la detenci¨®n ilegal, legalizar la tortura o las escuchas sin control judicial).
2. EE UU tiene "la responsabilidad moral y la obligaci¨®n de no convalidar la tortura", en la que no va a comprometerse ning¨²n americano, dentro o fuera de EE UU. (Otros, no americanos, ser¨¢n quienes la practiquen y cuando sean funcionarios americanos lo har¨¢n siguiendo unas peculiares y dur¨ªsimas reglas de interrogatorio que los juristas de la Casa Blanca consideran que no pueden definirse como tortura, en contra del criterio de todas las organizaciones internacionales).
3. La inteligencia es secreta por naturaleza, por lo que no cabe seguir hablando de esta cuesti¨®n. (Este argumento extiende un velo argumental, de forma que permite ocultar todo lo que convenga a los aliados que lo convalidan. Condoleezza Rice lo explic¨® con enorme precisi¨®n en una declaraci¨®n le¨ªda antes de viajar a Europa: "Algunos Gobiernos han querido cooperar con EE UU en inteligencia, endurecimiento de la ley y asuntos militares. Es una cooperaci¨®n de doble v¨ªa. Compartimos inteligencia que ha ayudado a proteger a los pa¨ªses europeos de ataques, ayudando a salvar vidas europeas. Es cuesti¨®n de estos Gobiernos y sus ciudadanos decidir si desean trabajar con nosotros para prevenir estos ataques terroristas contra sus pa¨ªses u otros y decidir qu¨¦ informaci¨®n sensible hay que dar al p¨²blico".
4. Las convenciones de Ginebra sobre prisioneros de guerra, que cubren y protegen a los combatientes regulares, no lo hacen con los combatientes ilegales, que no pertenecen a ning¨²n Estado (stateless les llama), aunque el presidente Bush ha pedido que tambi¨¦n se les apliquen.
Antes de la foto de las Azores, en la que se declar¨® una guerra preventiva, sin autorizaci¨®n de organizaci¨®n internacional alguna, George Bush recab¨® y obtuvo un amplio consenso en su guerra global contra el terror declarada tras el 11-S, en la que tampoco iban a respetarse las reglas de la guerra utilizadas hasta entonces. Los servicios secretos de los pa¨ªses aliados fueron presumiblemente invitados a participar activamente en ella, cubiertos por el velo de silencio que los caracteriza. Y muchos pa¨ªses, incluso algunos de los que luego no participaron en la guerra, estuvieron ya en esa foto invisible de unas Azores sumergidas en las cloacas del Estado de derecho. Ahora no hay m¨¢s remedio que arrojar toda la luz sobre tanta infamia.
1.- Carlo Fava es el eurodiputado socialista italiano que actu¨® como ponente de la comisi¨®n de investigaci¨®n del Parlamento Europeo sobre los vuelos secretos de transporte de sospechosos de terrorismo por parte de la CIA a trav¨¦s de aeropuertos espa?oles y con destino en algunos casos a instalaciones tambi¨¦n europeas.
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