Israel deporta a palestinos desde Cisjordania a Gaza
Los traslados forzosos quiebran la vida familiar de matrimonios y provoca situaciones esperp¨¦nticas
Un palestino de una ciudad ¨¢rabe-israel¨ª no puede casarse con una palestina de Cisjordania y residir en Israel. El veto a la reunificaci¨®n familiar es un pilar b¨¢sico de la pol¨ªtica demogr¨¢fica de los Gobiernos de Tel Aviv. Y ahora se aplica tambi¨¦n a los territorios ocupados. Desde noviembre del a?o pasado tampoco los palestinos pueden contraer matrimonio y fijar residencia libremente en Cisjordania o Gaza. Dos ONG israel¨ªes, B'tselem y Hamoked, han denunciado este mi¨¦rcoles las draconianas medidas adoptadas por el Ejecutivo de Ehud Olmert, unas iniciativas que violan los convenios de Ginebra y los Acuerdos de Oslo firmados por Israel a partir de 1993. "Palestinos que seg¨²n los registros israel¨ªes, no actualizados desde 2000, tienen residencia en Gaza y viven desde hace a?os en Cisjordania son trasladados forzosamente a la franja", seg¨²n los portavoces de ambas ONG.
Las deportaciones provocan traum¨¢ticas separaciones familiares. Maya Johnston, activista de Hamoked, relata a Efe uno de los numerosos casos de los que se tiene constancia: "Hace unos meses, una madre y su hija fueron detenidas en un control militar. Al comprobar en sus documentos que su residencia original era Gaza, fueron introducidas en un veh¨ªculo y llevadas a la franja con lo puesto. Ahora no se les permite regresar a Cisjordania, donde viven su marido y el resto de sus hijos". Dirigirse a las autoridades israel¨ªes supone someterse a otro suplicio.
Los afectados pueden solicitar permisos a las autoridades israel¨ªes para viajar desde Cisjordania a Gaza. Sin embargo, el laberinto burocr¨¢tico convierte su obtenci¨®n en una tarea ¨ªmproba. Para conseguirlo, debe demostrarse lo siguiente: que el peticionario ha vivido continuamente durante los ¨²ltimos ocho a?os en Cisjordania; que est¨¢ casado y tiene hijos, y que los cuerpos de seguridad israel¨ªes no albergan sospechas sobre el demandante. Y la autorizaci¨®n tiene una vigencia de tres meses.
Aun cumpliendo los requisitos, denuncian las citadas ONG, el Ej¨¦rcito puede denegar el permiso. A juicio de B'tselem, las medidas suponen un incumplimiento de los Acuerdos de Oslo -firmados entre la OLP y el Gobierno israel¨ª, en 1993-, que establecen que s¨®lo la Autoridad Palestina ser¨¢ la encargada de actualizar los cambios de residencia.
La casu¨ªstica raya en ocasiones el esperpento. En una de las demandas presentadas ante el Tribunal Supremo israel¨ª, Hamoked reclamaba que se permitiera a una mujer de Gaza trasladarse a Cisjordania para casarse. Los abogados del Estado exigieron que "la novia y los padres podr¨ªan desplazarse a Cisjordania para la ceremonia con la condici¨®n de que abonaran un dep¨®sito de 4.000 euros para garantizar el retorno a Gaza de las tres personas, incluida la esposa reci¨¦n casada".
Muchas familias -las ONG no proporcionaron cifras exactas- viven ahora separadas. Y para muchos c¨®nyuges se plantea un dilema atroz porque las exigencias de la Administraci¨®n israel¨ª no dejan de agravar la situaci¨®n. Seg¨²n B'tselem, el Gobierno israel¨ª ha cancelado la posibilidad de que los palestinos puedan viajar a Gaza para reunirse con sus esposas o maridos para regresar despu¨¦s a Cisjordania. La ¨²nica opci¨®n es viajar a la franja para no volver a Cisjordania.
Desde la erupci¨®n de la segunda Intifada, en septiembre de 2000, las Administraciones israel¨ªes se embarcaron en un proceso de separaci¨®n de las poblaciones de Cisjordania y Gaza. Mark Regev, portavoz actual de la Oficina del Primer Ministro, comentaba hace meses que el Gobierno israel¨ª pretende convertir los territorios palestinos en una suerte de Alemania Federal y Alemania Democr¨¢tica: una Cisjordania pr¨®spera y una Gaza anclada en la miseria. La pobreza extrema es ya un hecho en la franja, pero la econom¨ªa de Cisjordania sigue estancada. Tampoco dejan los l¨ªderes israel¨ªes de proclamar su intenci¨®n de negociar la creaci¨®n de un Estado palestino, pero al mismo tiempo fomentan la divisi¨®n creciente entre ambos territorios.
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