"No se puede acabar con el 'narco', pero s¨ª arrinconarlo"
Como legendario jefe de la guerrilla salvadore?a, donde milit¨® durante 22 a?os, Joaqu¨ªn Villalobos dej¨® una imagen de brillante estratega. Hoy, a sus 57 a?os, vive en Oxford, volcado en sus actividades acad¨¦micas y como consultor para la resoluci¨®n de conflictos, al que ha recurrido la ONU o la Universidad de Harvard. Experto en temas de seguridad y geopol¨ªtica en Latinoam¨¦rica, desde hace tres a?os investiga el fen¨®meno del narcotr¨¢fico en M¨¦xico. Ha participado esta semana en Madrid en un foro sobre las relaciones entre Europa, Am¨¦rica Latina y EE UU.
Pregunta. ?Puede M¨¦xico acabar con el narcotr¨¢fico, o acabar¨¢ el narcotr¨¢fico con M¨¦xico?
Respuesta. El combate al narcotr¨¢fico es muy complejo, porque no puedes partir de la idea de que vas a acabar con ¨¦l. Para ello habr¨ªa que suprimir la demanda, iniciar un debate serio sobre la legalizaci¨®n, y nada de esto tiene bases sustantivas. Lo que puedes hacer es arrinconarlo y reducir significativamente el nivel de da?o. En ese escenario trabaja M¨¦xico: si descubres ratones en tu casa, que se pasean c¨ªnicamente frente a ti en la cocina, en la sala y en el ba?o, tienes que hacer un esfuerzo por echarlos.
P. ?Cu¨¢l es la relaci¨®n de fuerzas entre el Estado mexicano y el crimen organizado?
R. En M¨¦xico, el poder del Estado era superior al de los delincuentes, y esto le permit¨ªa actuar cuando cruzaban ciertos l¨ªmites. La corrupci¨®n afectaba a poca gente y, sobre todo, en niveles bajos. El consumo no era significativo. Se ve¨ªa como "un problema de los gringos". Las cosas cambian con el aumento constante de la demanda y la diversificaci¨®n de los productos, con la aparici¨®n de las drogas sint¨¦ticas. El flujo financiero de los narcos aumenta tanto que les permite comprarse polic¨ªas locales completas. Y se da la situaci¨®n inversa: el Estado se ve sometido y aterrorizado. Cuando se desatan las guerras entre los carteles, tiene que intervenir.
P. ?Cu¨¢l es la estrategia del Gobierno de M¨¦xico?
R. [El presidente Felipe] Calder¨®n da un aut¨¦ntico giro. Durante los a?os de Ronald Reagan, se intenta desarticular las cabezas de las redes criminales. Pero las cabezas se reproducen. Ahora la estrategia es otra: atacar la rentabilidad del negocio, mientras se retoma el control territorial. Por eso en una primera etapa los datos son contundentes: se han incautado 170 millones de d¨®lares en efectivo, casi 300 aviones, m¨¢s de 6.000 veh¨ªculos, centenares de lanchas, adem¨¢s de miles de toneladas de droga. Esto empieza a distorsionar el negocio, y se agudiza la conflictividad entre los carteles, y aumenta la violencia. Ahora los capos han empezado a caer, porque hay una descomposici¨®n interna, se denuncian, se matan.
P. Precisamente ese incremento de la violencia (alrededor de 5.000 muertos en 2008) ha desatado la alarma social.
R. La violencia preocupa a la opini¨®n p¨²blica, pero hay que tener claro que hay dos M¨¦xicos, y que esa violencia se circunscribe a seis Estados. Por otra parte, cuando decides combatir el narco, generas un proceso autodestructivo. El narco se rige por la violencia, el crimen y la muerte. A medida en que vas teniendo ¨¦xito, los vas conduciendo a niveles de degradaci¨®n m¨¢s profundos y a un mayor nivel de violencia, lo que genera un problema pol¨ªtico. La intensidad de ese proceso es una de las manifestaciones de que el Estado se ha hecho presente.
P. ?Se volver¨¢ algo end¨¦mico?
R. En absoluto. La violencia va a tener un ciclo descendente, a no ser que el Gobierno se eche para atr¨¢s, y en ese caso se reproducir¨¢ con m¨¢s virulencia. Es cierto que no faltan voces en la sociedad mexicana que piden "buscar otras v¨ªas", como la negociaci¨®n. El problema es que no hay otra v¨ªa. El narco deja al Estado sin poder coercitivo y le disputa espacios de poder. De ah¨ª la decisi¨®n de Calder¨®n de actuar.
P. ?Los narcos siguen siendo h¨¦roes para un sector de la sociedad mexicana?
R. No. A pesar de que hay una cultura criminal (telenovelas o narcocorridos que ensalzan una imagen de triunfador del traficante), las cosas van cambiando. Ser narcotraficante no es ya tan glamuroso ni tan divertido. A medida en que el Estado va actuando, se les va acortando las perspectivas de un retiro c¨®modo: saben que acabar¨¢n muertos o presos. Ya no son un modelo. Resulta que el negocio dej¨® este a?o 5.000 muertos, y son muertos que trabajaban en el b¨ªsnes.
P. M¨¦xico ha reclamado a EE UU una mayor implicaci¨®n.
R. Las actuaciones de Colombia y M¨¦xico contra el narcotr¨¢fico han obligado a reaccionar a Estados Unidos, que ten¨ªa una visi¨®n hip¨®crita del problema: "Nos envenenan a nuestros hijos. Los malos son ellos, los del Sur, los productores". Y el Sur dec¨ªa: es problema de ellos, y no hacemos nada. A partir de un esfuerzo propio por recuperar su seguridad, M¨¦xico y Colombia han forzado a EE UU a reconocer su culpa: que ellos est¨¢n armando a los narcos, que ellos los financian, y que el principal problema es el consumo. Calder¨®n y Colombia han obligado a Washington a implicarse. Eso no hab¨ªa ocurrido antes.
P. ?Qu¨¦ aporta la Iniciativa M¨¦rida?
R. La corresponsabilidad de EE UU es el principio pol¨ªtico fundamental. Despu¨¦s podemos hablar de tecnolog¨ªa y de los millones. La clave es que tanto M¨¦xico como Colombia han aplicado su propia estrategia a la lucha contra la droga. Al contrario de lo que dec¨ªan los norteamericanos, el problema de Colombia no era la droga, sino un Estado d¨¦bil. Los colombianos optaron por controlar su propio territorio e implantar el Estado donde no exist¨ªa. Colombia ha tenido un encadenamiento positivo de varios Gobiernos, desde Gaviria, cuando se inicia la batalla contra Escobar y los carteles urbanos (como pasa ahora en M¨¦xico), hasta ?lvaro Uribe, cuya pol¨ªtica de Seguridad Democr¨¢tica tuvo efectos en apenas 18 meses, con el incremento de la seguridad y de la actividad econ¨®mica. En M¨¦xico no hab¨ªa Estado ausente, sino Estado cooptado. El grueso del poder coercitivo del Estado est¨¢ a nivel local, en los m¨¢s de mil cuerpos policiales. El plazo para que se note la mejor¨ªa ser¨¢ proporcional al tiempo que tome el desarrollo de fuerzas federales y la renovaci¨®n de la polic¨ªa local.
P. ?Qu¨¦ viene despu¨¦s?
R. La ¨²ltima fase es la construcci¨®n del Estado y de la ciudadan¨ªa. Medell¨ªn o Bogot¨¢ son ejemplos de ciudades recuperadas. Pero para que eso ocurriera, antes tuvo que crearse seguridad y confianza. M¨¦xico est¨¢ en la etapa de guerra, en la fase de construcci¨®n de esa fuerza necesaria para recuperar el territorio y el control. En ambos casos, el Ej¨¦rcito ha sido imprescindible.
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