Huelga infantil contra la deportaci¨®n
Gesto desesperado de dos ni?os nicarag¨¹enses ante la inminente salida de su madre - 600 chicos presentan una demanda para exigir soluciones a Obama
Cecia Sosa tiene 12 a?os y es delgadita. Su hermano Ronald, nueve. Los dos est¨¢n desde ayer en huelga de hambre en Miami como ¨²ltimo grito de desesperaci¨®n ante la inminente deportaci¨®n de su madre, nicarag¨¹ense en situaci¨®n migratoria ilegal, prevista para hoy mismo. Ambos son estadounidenses, pero pueden ser el ¨²ltimo y desgarrado ejemplo de los muchos ni?os y j¨®venes que sufren el tremendo trance de tener que separarse de sus padres. De verlos regresar a su pa¨ªs de origen porque les ha sido imposible conseguir la legalizaci¨®n en el lugar donde sus hijos han nacido.
El pasado fin de semana, la Fraternidad Americana, una activa organizaci¨®n de defensa de los inmigrantes, present¨® ante la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos una demanda colectiva en nombre de 600 ni?os para exigir al nuevo Gobierno de Barack Obama el respeto de los derechos de los ni?os nacidos en el pa¨ªs y cuyos padres han sido deportados o est¨¢n en v¨ªas de serlo por las autoridades de inmigraci¨®n.
Durante la Administraci¨®n de George W. Bush se present¨® otra demanda que ped¨ªa la suspensi¨®n temporal de las deportaciones, pero fue rechazada. Ahora, seg¨²n Alfonso Oviedo, el abogado que redact¨® la nueva demanda, se pide a la Corte Suprema un "mandato extraordinario" que permita a los tribunales federales aceptarla.
Nora S¨¢ndigo, directora ejecutiva de la Fraternidad Americana, tambi¨¦n escribi¨® al presidente Obama para que ayude a "los millones de ni?os que se encuentran en esta situaci¨®n". "No estamos en su contra", ha dicho repetidamente. "Esta demanda es para que pueda usar su autoridad y emitir una orden ejecutiva para suspender las deportaciones si es aprobada. Los ni?os siguen sufriendo al ser separados de sus padres y como ciudadanos estadounidenses tienen derecho a una vida plena y sana junto a su familia en este pa¨ªs. La deportaci¨®n de uno de sus padres o de los dos tiene consecuencias negativas irreversibles".
El Congreso derog¨® en 1996 una disposici¨®n legal seg¨²n la cual los padres de ni?os nacidos en Estados Unidos incluso pod¨ªan recibir ayuda mientras su situaci¨®n legal se encontraba bajo el ep¨ªgrafe de "suspensi¨®n de deportaci¨®n".
Cecia no para de llorar. "Es muy dif¨ªcil vivir sin mi mam¨¢", dice. Fue detenida el pasado 19 de diciembre y s¨®lo pod¨ªa visitarla cada domingo en el centro de Pompano Beach, unos 60 kil¨®metros al norte de Miami. Su hermano Ronald ya lo avis¨® el viernes: "No vamos a comer". Fue ya muy duro para ellos tener que pasar separados las Navidades. Desde el lunes no van a la escuela y no comen.
Cecia y Ronald son ahora la punta del iceberg del grav¨ªsimo problema migratorio que sufre Estados Unidos. Multitud de casos y dramas familiares se han repetido en los ¨²ltimos a?os siempre a la espera de una reforma migratoria que no llega, pero parece obligada.
Dramas
En la misma presentaci¨®n de la demanda, en la sede de la Fraternidad la semana pasada, hab¨ªa j¨®venes que ya han pasado por el drama: Michel y Ashley Guerra, de 14 y 12 a?os, se han tenido que ir a vivir a casa de su abuela, porque su madre, sola, no pod¨ªa mantener la suya tras ser deportado su marido a Guatemala. Viven m¨¢s el problema econ¨®mico. Katherine Ram¨ªrez, de 13 a?os, en cambio, sufre especialmente la separaci¨®n de su madre, deportada en 2007 a Colombia. La espada de Damocles de la deportaci¨®n tambi¨¦n puede caer en cualquier momento sobre su padre, otro indocumentado.
En los dos ¨²ltimos a?os, dos casos han sido especialmente sonados en Miami, porque afectaron a universitarios ya integrados, aunque no nacidos en Estados Unidos. En 2007, los hermanos ?lex y Juan G¨®mez, de 20 y 18 a?os, consiguieron al menos el permiso para terminar sus estudios este a?o. Pero sus padres y su abuela, ya con 85, fueron montados en un avi¨®n hacia Bogot¨¢. Llevaban 17 a?os ilegalmente en el pa¨ªs. En 2008, de nada sirvieron las protestas de sus compa?eras de universidad. Liliana, de 19 a?os, y sus padres fueron enviados a Lima. Llevaban 13 a?os.
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