Obama hace suya la guerra contra el narcotr¨¢fico
El presidente de EE UU se compromete en M¨¦xico a luchar contra los carteles
Entre medidas de seguridad que no se diferencian mucho de las que le protegieron hace una semana en Irak, Barack Obama cruz¨® este jueves la frontera sur para expresar su voluntad de ganar una guerra m¨¢s cercana, m¨¢s violenta y de a¨²n m¨¢s inciertas perspectivas. En la capital de M¨¦xico, un lugar inusual para un presidente de Estados Unidos, Obama se comprometi¨® a hacer todo lo posible para derrotar a las mafias del narcotr¨¢fico, excepto prohibir la venta de armas de asalto dentro de su propio pa¨ªs.
"No se puede pelear esta guerra con una sola mano. Los dos pa¨ªses tenemos que estar coordinados y comprometidos. Nosotros tenemos tambi¨¦n nuestras responsabilidades y tenemos que esforzarnos por cortar el flujo de dinero y de armas hacia M¨¦xico", dijo el presidente norteamericano en una conferencia de prensa conjunta con su hom¨®logo mexicano, Felipe Calder¨®n, en la residencia oficial de Los Pinos, a la que no accede un invitado del norte desde hace 12 a?os.
Gran parte del objetivo de este viaje, el primero de Obama a Am¨¦rica Latina, era precisamente el de poner todo el peso de la popularidad y el prestigio del nuevo l¨ªder norteamericano en respaldo de Calder¨®n, cuya labor Obama calific¨® ayer de "valiente".
Calder¨®n, que gan¨® por un pu?ado de votos unas elecciones discutidas e involucr¨® despu¨¦s al ej¨¦rcito en una ofensiva contra el narcotr¨¢fico que se ha cobrado ya m¨¢s de 10.000 muertos, est¨¢ necesitado, por supuesto, de todo el apoyo que Obama sea capaz de ofrecer para sobrevivir con ¨¦xito a esa guerra.
Pero, aparte de eso, los progresos ostensibles son pocos y lentos. Obama no parece a¨²n en condiciones de satisfacer las principales demandas mexicanas, mientras que tampoco M¨¦xico es un aliado exento de complicaciones para el presidente norteamericano de cara a su pol¨ªtica dom¨¦stica.
Las relaciones entre M¨¦xico y Estados Unidos son un territorio complejo en el que se acumulan asuntos como la inmigraci¨®n, el comercio, los derechos humanos y la seguridad, todo ello aderezado por una larga historia de recelos y desavenencias mutuas. En estos momentos, esa agenda parece relegada a un segundo plano por la urgencia del combate al narcotr¨¢fico, que est¨¢ siendo ya una amenaza tambi¨¦n para muchas ciudades fronterizas del lado norteamericano.
Acuciado por esa presi¨®n, Obama ha tomado ya algunas medidas. La ¨²ltima, horas antes de llegar a M¨¦xico, fue la de incluir a tres carteles mexicanos en la lista negra de organizaciones mafiosas contra las que las autoridades norteamericanas pueden actuar congelando sus bienes y persiguiendo sus negocios dentro de Estados Unidos.
Pocos d¨ªas antes, la Administraci¨®n norteamericana hab¨ªa reforzado la presencia de agentes de seguridad en la frontera, incrementado los sistemas de control y hab¨ªa nombrado a Alan Bersin como nuevo responsable de todos los problemas derivados del narcotr¨¢fico mexicano, una especie de zar de la frontera. Y, ayer mismo, Obama anunci¨® que solicitar¨¢ al Senado la ratificaci¨®n de un tratado interamericano contra el tr¨¢fico de armas, que Bill Clinton firm¨® en 1997, pero que nunca confirm¨® el Congreso norteamericano.
Todo eso puede ayudar a incrementar algo la impermeabilidad fronteriza. Pero M¨¦xico quisiera acciones m¨¢s en¨¦rgicas en las dos ¨¢reas en las que la responsabilidad norteamericana es m¨¢s clara: el comercio de drogas y la venta de armas.
Se calcula que los carteles del narcotr¨¢fico obtienen cerca de 40.000 millones de d¨®lares al a?o por la venta de sus productos en Estados Unidos. Ese dinero es lavado all¨ª o trasladado impunemente de vuelta a M¨¦xico.
A¨²n m¨¢s sangrante resulta el caso de las armas. En Estados Unidos existen cerca de 80.000 puntos legales de venta de armas, muchos de ellos en ciudades pr¨®ximas a la frontera donde las leyes para su compra y exportaci¨®n son extraordinariamente permisivas. S¨®lo en Houston (Texas) los narcotraficantes pueden elegir entre cerca de 1.500 diferentes establecimientos en los que comprar legalmente fusiles AK-47, cargarlos en el maletero y cruzar la frontera, casi siempre libre de inspecciones en direcci¨®n sur.
El Gobierno mexicano ha aprehendido en los dos ¨²ltimos a?os y medio m¨¢s de 35.000 armas compradas en Estados Unidos. Las autoridades de este pa¨ªs calculan, sin que lo discutan en el norte, que el 90% del armamento en poder de los carteles es adquirido al otro lado de la frontera.
La medida m¨¢s obvia para evitar ese tr¨¢fico ser¨ªa la de imponer mayores controles a la venta de armas de asalto, al menos en los Estados fronterizos. Pero eso cuenta con una fuerte oposici¨®n de parte de la poblaci¨®n de esos estados -por tradici¨®n y por negocio- y del principal lobby de ese sector, la Asociaci¨®n Nacional del Rifle, que considera que, si se restringe la venta de armas, los narcotraficantes encontrar¨ªan otros medios para abastecerse mientras que los ciudadanos quedar¨ªan m¨¢s indefensos.
Obama se pronunci¨® en la campa?a electoral a favor de volver a implantar una prohibici¨®n de venta de armas de asalto que fue levantada por George Bush en 2004. Pero ayer reconoci¨® que por ahora "no va a ser f¨¢cil" cumplir con su palabra durante la campa?a.
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