Paisaje despu¨¦s de la batalla
Teher¨¢n ha amanecido hoy impregnada con el olor ¨¢cido de la basura quemada. Muchos de los contenedores incendiados en las revueltas de anoche a¨²n humeaban. Hay menos coches en la calle y los empleados municipales tratan de reponer los sem¨¢foros y se?ales de tr¨¢fico destruidos. Las autoridades intentan tambi¨¦n controlar el flujo informativo. Han vuelto las razzias para confiscar antenas parab¨®licas con el objetivo de que no lleguen noticias del exterior y aunque esta ma?ana los m¨®viles e Internet funcionan de nuevo, sigue suspendido el servicio de SMS y la velocidad de acceso no permite adjuntar documentos o descargar im¨¢genes.
De madrugada, mi marido y yo salimos a dar un paseo por la avenida Val-i Asr, muy cerca de nuestra casa. El paisaje era desolador. Las protestas por lo que los partidarios de Musav¨ª perciben como un descarado fraude electoral han dejado la capital iran¨ª llena de cicatrices.
En el tramo de calle frente al parque Mellat, uno de los pulmones de la ciudad, el mobiliario urbano estaba totalmente destruido. Cabinas de tel¨¦fono y marquesinas de autob¨²s hab¨ªan perdido los cristales. No quedaba una sola se?al de tr¨¢fico en pie. E incluso las vallas de hierro de la mediana hab¨ªan sido arrancadas de cuajo. En la esquina de la calle Armaghan, una sucursal del Banco Pasargard hab¨ªa sido atacada. La puerta y varios cristales estaban rotos. La alarma no dejaba de sonar sin que los vigilantes sentados afuera parecieran o¨ªrla.
Los coches que todav¨ªa circulaban a esas horas ten¨ªan que esquivar las hogueras que los manifestantes hab¨ªan encendido con la basura en medio del asfalto. Aqu¨ª no hay, como en el mayo del 68 franc¨¦s, adoquines con los que bloquear las calles. Varias furgonetas con antidisturbios bajan desde el norte, aparentemente de retirada. Enseguida llegan refuerzos. Una veintena de motos, cada una con dos polic¨ªas vestidos de camuflaje marr¨®n, atraviesan la avenida en direcci¨®n opuesta. Entre ellos, algunos agentes de civil armados con bastones recuerdan la dur¨ªsima intervenci¨®n de los basiyis, la milicia de voluntarios, contra la protestas estudiantiles de julio de 1999.
Desde aquellos, yo no he visto disturbios semejantes en Teher¨¢n. Claro que entonces se circunscribieron a los campus universitarios y ahora los incidentes se han extendido por toda la ciudad. Ayer por la tarde, antes de que la red de telefon¨ªa m¨®vil se desconectara para impedir la coordinaci¨®n de los manifestantes, me llamaron amigos desde Sadat Abad, en el noroeste, hasta Tehran Pars en el este y las plazas de Val-i Asr y Enghelab en el centro. No s¨¦ si en el sur, tambi¨¦n ha habido alg¨²n incidente. Los portavoces oficiales est¨¢n explotando el t¨®pico del Norte acomodado y el sur pobre, para asociar las protestas a una pataleta de los "ni?os ricos". Pero la cosa parece algo m¨¢s complicada.
?Qu¨¦ va a pasara ahora? Nadie lo sabe. Mi impresi¨®n es que depende de lo que hagan los dirigentes del movimiento verde. ?Van a llevar su desaf¨ªo hasta el final? De momento, ni Musav¨ª ni su mentor, Rafsanyan¨ª, han dado la cara. Hay rumores de que los han puesto bajo arresto domiciliario. Al menos, media docena de sus colaboradores m¨¢s pr¨®ximos est¨¢n detenidos. De momento, Ahmadineyad ha decidido pasar a la ofensiva y nos ha convocado a celebrar su triunfo a primera hora de la tarde. El gesto puede ser interpretado como una provocaci¨®n por sus adversarios pol¨ªticos.
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