"Berlusconi aspira al poder absoluto"
Italia vive los d¨ªas del fango. El jefe de Gobierno, Silvio Berlusconi, ha decidido embestir contra los que todav¨ªa osan criticarle y no parece dispuesto a hacer prisioneros. La primera v¨ªctima de su ofensiva de oto?o, judicial y medi¨¢tica, ha sido Dino Boffo, director del diario de los obispos, Avvenire, quien dimiti¨® el jueves tras el feroz ataque del peri¨®dico de la familia Berlusconi, Il Giornale, basado en una nota an¨®nima que le acusaba de homosexual.
Ezio Mauro (Tur¨ªn, 1948), director de La Repubblica desde 1996, ha sufrido ya las dos vertientes de la ofensiva: Berlusconi ha denunciado a su diario por las diez preguntas que le formula desde el mes de mayo sobre sus relaciones con menores y prostitutas, e Il Giornale ha intentado desacreditarle personalmente acus¨¢ndole de haber evadido impuestos al comprar su casa romana. Mauro ha demostrado que las imputaciones son falsas, y afirma que Berlusconi ha emprendido una estrategia de "matonismo medi¨¢tico para enviar un amenaza doble: a la Iglesia y a los directores de peri¨®dicos".
Pregunta: Boffo ha sido la primera v¨ªctima. ?Cree que habr¨¢ m¨¢s?
Respuesta: Boffo ha sufrido un ataque personal feroz y violent¨ªsimo por criticar al jefe del Gobierno. Su dimisi¨®n demuestra que la estrategia es eficaz: se a¨ªsla a las v¨ªctimas, se hace el silencio, nadie da el nombre del que ordena el ataque, y el miedo se extiende. Boffo solo es culpable de haber respondido a las cartas de los p¨¢rrocos y las bases cat¨®licas que ped¨ªan explicaciones a la Iglesia por su reacci¨®n tibia al comportamiento de Berlusconi. Lo hizo de forma prudente y discreta. A cambio, Il Giornale ha desenterrado una historia vieja, publicada hace a?os por Panorama, otra publicaci¨®n de Berlusconi, para enviar as¨ª dos mensajes: a la Iglesia, invit¨¢ndola a no criticarle, y a los otros directores de peri¨®dicos, dici¨¦ndoles que caminen con la mirada baja y que hablen de otra cosa.
P. Parece una inquietante caza de brujas.
R. Es un acto grav¨ªsimo de matonismo medi¨¢tico basado en un ap¨®crifo: han publicado un an¨®nimo como si fuera un papel adjunto a unas actas judiciales para acusar de homosexualidad a Boffo. Pero la responsabilidad pol¨ªtica es del jefe del Gobierno, embarcado en un nuevo abuso de poder como pol¨ªtico, como persona y como propietario para destruir a sus cr¨ªticos. La historia da vigor a nuestra novena pregunta: "?Ha usado o est¨¢ usando el jefe de Gobierno a los servicios secretos contra testigos, jueces, periodistas? Los hechos hablan por s¨ª mismos.
P. ?Y no cree que el ataque a la Iglesia puede volverse en su contra?
R. Berlusconi ataca a la Iglesia porque concibe su poder como un poder absoluto, ajeno a todo control. Esa l¨®gica no acepta rebajarse a cumplir los pactos con la Iglesia y pedir excusas. Prefiere demostrar su fuerza, expandir el miedo y luego eventualmente negociar. La ruptura con la Iglesia ampliar¨¢ sin duda la brecha de la que habl¨¦ tras las elecciones europeas. Sus mentiras sobre sus relaciones femeninas han distanciado a Berlusconi del pa¨ªs y de la realidad. Veremos d¨®nde llegara esa brecha en el futuro. Le costar¨¢ volver a una relaci¨®n normal con la Iglesia, de la que ha sido aliado privilegiado. La Iglesia domina el arte de la diplomacia, pero tambi¨¦n vive de los ritos y los s¨ªmbolos, y conoce bien la figura del chivo expiatorio. Es seguro que exigir¨¢ una reparaci¨®n.
P. ?En forma de leyes y de dinero?
R. Naturalmente, Berlusconi pondr¨¢ sobre la mesa la ley del testamento vital, m¨¢s fondos para la escuela privada, las restricciones a la p¨ªldora abortiva, lo que haga falta. Har¨¢ ese intercambio por debajo de la mesa, de forma secreta, renunciando a la laicidad del Estado y exigiendo silencio. Al mismo tiempo, la ofensiva para callar a los disidentes dejar¨¢ en el camino a una parte del electorado moderado.
P. ?En qu¨¦ cree que consistir¨¢ esa ofensiva?
P. Mario Giordano, ex director de Il Giornale, lo avis¨® antes de ser despedido: "Me voy porque no estoy dispuesto a hurgar bajo las s¨¢banas de los directores y editores de los otros peri¨®dicos". Exactamente lo que ha sucedido tras la llegada de Vittorio Feltri al Giornale.
P. ?l dice que se ha limitado a hacer lo que han hecho otros con Berlusconi.
R. La diferencia es que nuestra investigaci¨®n nace de una denuncia p¨²blica de la mujer de Berlusconi, quien afirm¨® que frecuentaba a menores y estaba enfermo, y subray¨® la "basura pol¨ªtica" que supon¨ªa intercambiar favores sexuales por candidaturas. Ante eso, los peri¨®dicos tenemos el deber de investigar. Berlusconi es el jefe de Gobierno, un hombre p¨²blico, y se niega a responder a las preguntas; Boffo es un ciudadano y ha sido masacrado por criticarle.
P. La derecha dice que estamos en el puro cotilleo.
R. Es justo lo contrario, una batalla de libertad. ?Existe en Italia una relaci¨®n normal entre la prensa y el poder? ?Se puede criticar al primer ministro o no? ?sa es la cuesti¨®n que nace de la dimisi¨®n de Boffo, de las diez preguntas y de las denuncias contra Repubblica, L'Unit¨¤, EL PA?S y otros medios extranjeros.
P. Mucha gente en Europa mira a Italia, el pa¨ªs donde se invent¨® el fascismo, con preocupaci¨®n y miedo al contagio. Muchos ciudadanos esperan que la UE haga algo al respecto.
R. No s¨¦ qu¨¦ podr¨ªa hacer, pero s¨ª s¨¦ que Italia es una anomal¨ªa entre las democracias europeas y occidentales. Ni siquiera Nixon us¨® estos m¨¦todos contra la prensa.
P. ?Cree que la imagen del pa¨ªs se ha debilitado? Se dir¨ªa que hoy en d¨ªa los ¨²nicos aliados de Berlusconi son Putin y Gaddafi...
R. Esa es la triste realidad. Berlusconi est¨¢ da?ando grav¨ªsimamente la imagen del pa¨ªs.
P. En todo caso, ?no tiene la izquierda italiana gran parte de responsabilidad en este proceso?
R. La responsabilidad de la izquierda italiana es enorme. Siempre ha infravalorado la magnitud del fen¨®meno Berlusconi, nunca la ha entendido ni la ha contrastado como deb¨ªa. Desde el Gobierno, no fueron capaces de regular el conflicto de intereses. Ahora, desde la oposici¨®n, siguen infravalor¨¢ndole.
P. Quiz¨¢ haya un dato positivo en esta historia. A pesar del f¨¦rreo control de la televisi¨®n que ejerce Berlusconi, la batalla se juega en los peri¨®dicos.
R. La batalla pol¨ªtica es todav¨ªa cosa de los peri¨®dicos. El problema es que Berlusconi utiliza los suyos para tapar la boca a sus enemigos. Y eso no pasa en ning¨²n otro sitio.
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