El escarmiento sovi¨¦tico
Lo esencial es durar. El pensamiento cr¨ªtico aprovecha los aniversarios para el cuestionamiento. El pensamiento dogm¨¢tico, en cambio, para afirmarse en la duraci¨®n. Con frecuencia no son las nostalgias del pasado sino las dudas respecto al futuro las que conducen a celebrarla.
La Uni¨®n Sovi¨¦tica cumpli¨® 60 a?os en 1977. Cuando alcanz¨® los 70, en 1987, s¨®lo faltaban dos para que el estruendo de la ca¨ªda del muro berlin¨¦s condujera a su liquidaci¨®n dos a?os despu¨¦s: no lleg¨® a cumplir los 74, la duraci¨®n de una vida humana. Nada de esto suceder¨¢ con la Rep¨²blica Popular China. Llega a este 60 aniversario que hoy celebra mucho m¨¢s fuerte y lozana que la URSS, el modelo sobre el que se fund¨®, cuando ten¨ªa la misma edad. Las celebraciones que ha preparado el r¨¦gimen se encargar¨¢n de demostrarlo. El r¨¦gimen de Mosc¨² se hallaba en 1977 en fase de decrepitud creciente, en estagnaci¨®n econ¨®mica y dirigido por un enfermo de 71 a?os que era Le¨®nidas Breznev; mientras que la China actual es el motor del crecimiento econ¨®mico mundial y est¨¢ dirigido con mano de hierro por una c¨²pula comunista, presidida por Hu Jintao, un gris ingeniero de 67 a?os, con el que se ha conseguido organizar ordenadamente el cuarto relevo generacional en el poder supremo de la Rep¨²blica e incluso preparar el quinto para 2012.
Los dirigentes chinos siempre han estudiado con detenimiento los pasos realizados por quienes fueron sus inspiradores e incluso compa?eros dentro del movimiento comunista mundial. Y lo han hecho incluso despu¨¦s de la ruptura de relaciones entre Mosc¨² y Pek¨ªn en 1963, en cuyo hueco anid¨® la genial idea de la apertura americana a China, obra personal del por tantos otros conceptos denostado presidente Nixon. Pero en cada ocasi¨®n las lecciones tomadas de la experiencia les ha conducido a optar por el camino contrario al que eligieron los dirigentes de Mosc¨². Los levantamientos de Budapest en 1956 y la primavera de Praga en 1968 fueron analizados con gran atenci¨®n en Zhongnanhai, el recinto cerrado donde viven y trabajan los l¨ªderes comunistas chinos. De las dudas y torpezas sovi¨¦ticas ante los levantamientos contra los reg¨ªmenes comunistas sali¨® el implacable aplastamiento militar de la revuelta estudiantil en la plaza de Tiananmen.
La disgregaci¨®n de la URSS y su conversi¨®n sin orden ni concierto al capitalismo tambi¨¦n han sido objeto de profunda reflexi¨®n china. No puede entenderse la reacci¨®n de la c¨²pula comunista ante los sucesos del T¨ªbet o de Xin Jiang sin las lecciones aprendidas en 1991 de las independencias de las rep¨²blicas b¨¢lticas y de la implosi¨®n sovi¨¦tica que gener¨® un buen pu?ado de nuevas rep¨²blicas independientes.
Pero no basta con aprender de los errores del otro. La fundaci¨®n de la Rep¨²blica Popular en 1949, nada tiene que ver con la toma del poder por el partido bolchevique. Mientras que estos ¨²ltimos se hab¨ªan propuesto implantar un r¨¦gimen socialista y liquidar las clases sociales por la fuerza, lo que quer¨ªan los dirigentes chinos era terminar con cien a?os de divisiones internas y dependencia externa, crear una rep¨²blica e imponer una reforma agraria en un pa¨ªs donde el 87% de la poblaci¨®n viv¨ªa y depend¨ªa del campo. Los primeros eran internacionalistas y en sus or¨ªgenes al menos pensaban en exportar la revoluci¨®n; los chinos en cambio ni ahora ni hace 60 a?os eran internacionalistas, aunque se acogieran nominalmente al r¨®tulo.
Mao Zedong, el fundador, como todos los progresistas chinos, cre¨ªa en las ventajas de la modernidad y deseaba que su pa¨ªs se beneficiara de ellas. Como todos los nacionalistas, pensaba que su pa¨ªs sal¨ªa de un siglo de humillaciones a cargo de las potencias europeas. A estas ideas hab¨ªa que a?adir su peculiar comprensi¨®n del marxismo sovi¨¦tico y su adhesi¨®n dogm¨¢tica y feroz al estalinismo y a sus propias formas, trasladadas mec¨¢nicamente a todos los aspectos de la vida p¨²blica, desde la est¨¦tica y la arquitectura hasta la econom¨ªa y la estructura del partido. La moda sovi¨¦tica, que compr¨® entera en 1949, era a sus ojos lo m¨¢s avanzado del momento; como lo era la de Estados Unidos en 1972, cuando recibi¨® a Nixon, abriendo las puertas a la simbiosis econ¨®mica actual. Los sucesores de Mao, que hoy aplaudir¨¢n la exhibici¨®n de poder¨ªo militar en Tiananmen, son tambi¨¦n unos nacionalistas chinos, adictos al progreso, que saben incompatible la unidad y la estabilidad que quieren para su pa¨ªs con la libertad que se les debe a sus ciudadanos y a esos pueblos tan felices, 27 etnias, que dicen vivir en celestial armon¨ªa en el imperio de la etnia han que les engulle.
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