Los Sin Tierra, una espina para Lula
Unas 300 familias de campesinos brasile?os arrancan cerca de 12.000 naranjos en la finca de la mayor productora mundial de zumo de naranja
La destrucci¨®n que llevaron a cabo el mi¨¦rcoles unas 300 familias del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) en la finca, de unas 300.000 hect¨¢reas, de la empresa c¨ªtrica Cutrale -la mayor productora mundial de zumo de naranja- en el Estado de S?o Paulo fue como un tsunami, seg¨²n se desprende de las fotograf¨ªas. Los campesinos arrancaron 12.000 naranjos, que estaban en plena producci¨®n, destruyeron 30 tractores, armarios y utensilios varios, seg¨²n datos de la Polic¨ªa Civil. Y, adem¨¢s, dejaron las siglas del MST pintadas en las paredes y en los camiones de la empresa. Todo ello para exigir al presidente de Brasil, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, que cumpla su promesa de desarrollar una reforma agraria.
La justicia oblig¨® ayer a las 300 familias a retirarse de la finca con la ayuda de 120 polic¨ªas. "Ha sido un absurdo esa destrucci¨®n del patrimonio, un verdadero crimen ambiental", critic¨® Jos¨¦ Serra, gobernador del Estado de S?o Paulo.
En su editorial de ayer, el diario O Globo afirmaba que "el ataque a la empresa Cutrale, gran exportador nacional de jugo de naranja, importante en la estrategia del comercio exterior del propio Gobierno" merece la creaci¨®n de una Comisi¨®n de Investigaci¨®n Parlamentaria (CPI). La oposici¨®n ya ha comenzado a recoger firmas en el Senado, ya que seg¨²n O Globo "es un asunto que interesa a todos los que defienden el orden democr¨¢tico".
El problema es un arma de doble filo para Lula. Por eso, las declaraciones oficiales son cautas. El jefe de Gabinete de Seguridad Institucional, de la Presidencia de la Rep¨²blica, el general Jorge F¨¦lix, minimiz¨® ayer las acciones de vandalismo de los Sin Tierra el movimiento "no supone una amenaza a la sociedad y tiene sus razones para existir". Seg¨²n F¨¦lix, son el Ministerio P¨²blico y la justicia los que tienen que analizar cada acto considerado criminal por parte de los Sin Tierra.
Para Lula, sin embargo, cada acci¨®n ilegal o criminal de los Sin Tierra, que contin¨²an acus¨¢ndole de no haber llevado a cabo la reforma agraria prometida por ¨¦l mismo cuando lleg¨® a la presidencia en 2003, es una verdadera espina. El MST, al que siempre hab¨ªa apoyado desde la oposici¨®n, contribuy¨® enormemente a su elecci¨®n en las elecciones de finales de 2002. Como recompensa les hab¨ªa prometido una reforma agraria que los otros Gobiernos hab¨ªan aplazado siempre. El Ejecutivo dio millones de reales al Movimiento, pero la esperada transformaci¨®n agraria ha seguido aparcada con la excusa de que la reforma que les gustar¨ªa a los Sin Tierra no es compatible con los modernos criterios de la agricultura.
El carism¨¢tico presidente va a necesitar el pr¨®ximo a?o de todos los movimientos sociales para conseguir elegir a su candidata para los comicios de 2010, la ministra de la Casa Civil, Dilma Rousseff. El jefe del Gobierno brasile?o se ha liberado ya de los tintes izquierdistas que lo persegu¨ªan cuando estaba en la oposici¨®n de la mano de los Sin Tierra. Las buenas relaciones que mantiene Lula con el mundo empresarial le crean problemas cada vez que el MST entra en una finca productiva y arrasa con todo con el pretexto de que la empresa de c¨ªtricos Cutrale probablemente financiaba las campa?as pol¨ªticas de algunos diputados.
"Pasar con los tractores por encima de las plantas de naranja es pasar por encima de la corrupci¨®n que mantiene esta situaci¨®n durante tanto tiempo", afirm¨® ayer el presidente de Brasil. Y el conflicto sigue en pie aunque la sociedad, que en un 80% aprueba la pol¨ªtica neoliberal del actual Gobierno, simpatiza cada vez menos con el movimiento izquierdista de campesinos, que hab¨ªa sido el mayor de Am¨¦rica Latina.
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